Jun 27, 2022 Uncategorized

Antonio Álvarez de la Rosa sobre Miguel A. Moreta-Lara o Microteoría del lector como biblioteca

Hace unos días, la librería La Central de Madrid acogió la presentación de Infierno y paraíso de las islas, de Miguel A. Moreta-Lara, una ocasión en la que dos traductores, y sin embargo amigos, hablaron de su obra: Marta Cerezales Laforet y Antonio Álvarez de la Rosa. Es a este último al que aquí traemos a colación para reproducir algunos fragmentos de su ditirámbica intervención, recogida posteriormente en la revista El Observador y cuyo contenido compartimos parcialmente. Su teoría o microteoría de la biblioteca humana, del lector o escritor como cruce de caminos o alfiletero humano de libros, es muy de aplicación en el caso del autor malagueño al que acabamo de publicar.

Infierno y paraíso de las islas.

“Miguel Moreta es una suerte de memorialista de la literatura, de buceador en los mares, incluso en los océanos de la bibliografía, es, en sí mismo, una red de redes en las bibliotecas de su memoria. Generoso consejero de lecturas, rescatador de escritores y escritoras, sobre todo de estas últimas, oscurecidas por la devastación cultural y política del franquismo.

(…) Como ciudadano y como diplomático de la educación, Miguel Moreta ha viajado mucho, pero mucho más aún desde su habitación de lector. Infierno y paraíso de las islas es la confirmación de esta riqueza viajera. A través de los libros, Miguel es capaz de traspasar la epidermis de lo contemplado, transmitir a los lectores lo visible, pero oculto, relativizar lo que ve, situarlo en la justa medida y huir de lo hiperbólico. No sé si lo sabe, pero él es un discípulo de Flaubert que, en 1845, o sea, cuando tenía 24 añitos, se lo resumió muy bien a Alfred Le Poittevin, uno de sus amigos del alma, tío del futuro Guy de Maupassant: ‘Para que algo sea interesante basta con mirarlo intensamente‘.

(…) A propósito de Siete mujeres, el libro de Lydie Salvayre, premio Goncourt 2014, traducido por Marta Cerezales Laforet en 2019, cita “unas líneas que valen por una microteoría del lector como biblioteca: ‘Un autor amado nos lleva hacia los libros que ama que, a su vez, nos llevan a otros libros amados, y así interminablemente hasta el final de la vida, formando ese libro inmenso, inagotable, siempre inacabado, que está en nosotros como un corazón vivo, inmaterial, pero vivo‘. Esa microteoría del lector como biblioteca, el aviso a navegantes de los lectores, se le puede aplicar perfectamente a Moreta (El índice onomástico de su libro es un hervidero de nombres, de resonancias literarias que te pueden llevar de uno a otro o de otra a una)”.

Miguel A. Moreta
Miguel A. Moreta-Lara.
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