Mes: marzo 2012

De vez en cuando nos regalamos un exceso

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En el Festival Arte Libro de Santillana del Mar

El 14 y 15 de abril, el Desvelo asistirá, por segunda vez, al Festival de Arte Libro de Santillana del Mar. El lema de este año es sugerente: “Hazte un Libro”. La idea: fomentar la autoedición, la realización de libros artesanales, las pequeñas tiradas, las ediciones limitadas y los libros de artista. Jesús Cabezón, autor de El mundo que sentí cercano (colección Altoparlante) dará una charla el sábado. Y Javier Fernández Rubio, editor de El Desvelo y autor del poemario ‘Cosas que solo suceden cuando a ti te pasan’, impartirá una segunda el domingo.

Os esperamos.

Aquí os dejamos algo más de información.

Dossier Festival Arte Libro 2012

Patricio Pron escribe sobre ‘Manual para embaucadores’

 Blog de Patricio Pron

Un extraordinario deseo emprendedor

Georges Manolescu nació en Ploiești (Rumania) en 1871 y murió en Alemania en 1908; tras escapar de su casa con trece años, recorrió Viena, París y los Estados Unidos. Fue arrestado en Niza y en Génova se casó con una condesa alemana haciéndose pasar por un cierto Fürst Lahovary; a continuación abandonó a su esposa y se dedicó a dejar gigantescas listas de gastos en los principales hoteles de Berlín; fue arrestado, declarado loco y encerrado en un asilo en Dalldorf donde escribió dos libros de memorias: Ein Fürst der Diebe (Un príncipe de los ladrones, 1905) y Gescheitert. Aus dem Seelenleben eines Verbrechers (Fracasado. De la vida interior de un criminal, sin fecha). Su vida fue llevada al cine en tres ocasiones (1920, 1929 y 1933) y sus memorias inspiraron a Thomas Mann su Bekenntnisse des Hochstaplers Felix Krull (1954), pero también las visiones literarias del menos conocido Walter Serner.
Este último no tuvo una vida menos accidentada que la de Manolescu: nació en Karlovy Vary (actual República Checa) en 1889 en el seno de una familia de judíos asimilados, estudió derecho en la universidad de Viena, conoció de primera mano la escena vanguardista de Berlín (ciudad de la que huyó al comienzo de la Primera Guerra Mundial para no ser reclutado), contribuyó al surgimiento del dadaísmo (redactó su primer manifiesto en 1917), deambuló por Europa, escribió relatos breves, poemas y dos novelas cuyos personajes eran criminales y prostitutas y en 1928 abandonó la literatura y desapareció sin dejar rastro; los nazis dieron con él en 1933, en Praga, donde era maestro de escuela: prohibieron sus libros y lo encerraron con otros en el gueto de esa ciudad, donde permaneció hasta 1942. Ese año fue trasladado con su mujer al campo de concentración de Theresienstadt y allí asesinado. Además de recordársele por ser uno de los miles de escritores exterminados por el nacionalsocialismo, el nombre de Serner es conocido por los lectores principalmente gracias a la que sería su obra maestra, Manual para embaucadores (o para aquellos que pretendan serlo), publicada en 1927 y traducida por primera vez al español sólo recientemente.
Manual para embaucadores reúne la mayor parte de las características más notables de los textos vanguardistas, que Juan Albarrán resume en su magnífico prólogo a esta obra: “radicalismo”, “negatividad”, “beligerancia discursiva” y “tendencia al accionismo” (14). Al arremeter “contra todas las convenciones imperantes en la sociedad de su tiempo” (14), Serner practicó la “autoafirmación” característica de las vanguardias históricas consistente en “la negación de todo lo precedente y circundante, de lo artístico y lo político, de la historia pasada […] y los proyectos de futuro” (14-15), pero también se propuso desnaturalizar convenciones sociales presididas por el buen gusto y el esteticismo. Así, y tras un breve y un poco farragoso “Manuel fundamental”, Serner propone un “Manual práctico” en el que se enseña al lector cómo actuar como un impostor en decenas de situaciones: en un restaurante en el que éste no podrá pagar la consumición (“es aconsejable pedir de cada vino sólo media botella, y de cada botella, dejar un vaso para el camarero”, 30), al solicitar en un hotel una habitación para la que se carece de medios, al seducir a una mujer de los bajos fondos o a una rica heredera (“Lleva siempre contigo algunos alfileres, imperdibles, pequeños clavos, cordones y un tubo de pegamento Syndetikon”, 168; “Jamás lleves camisas de seda. A no ser que quieras ser tratante de ganado o jefe de sección de unos grandes almacenes”, 183), al escapar de acreedores y agentes del Estado (“Es más fácil escabullirse de un perseguidor que de la persecución”, 177).
El Manual para embaucadores cumple pues con la prescriptiva que indica su título (de hecho, el autor sugiera a sus lectores que lean la obra mientras degustan una cena en un restaurante lujoso; al terminar de leer la obra, habrán aprendido cómo solventar la falta de dinero para pagarla), y lo hace con la advocación de pequeños criminales como Manolescu, con los que el autor no sólo se identifica a sí mismo sino también a la actividad literaria. Como afirma Albarrán,
“Serner impugna el sistema burgués del arte, ridiculiza la grandilocuencia de la filosofía y la literatura -‘vanas asnadas’-, constata el sinsentido de la vida moderna -‘todo es decididamente una estafa’- y sentencia la muerte del arte -‘el arte fue siempre una enfermedad infantil’- como única vía para su extensión en la vida” (20).
Al equiparar el arte burgués con una estafa y a sus autores con estafadores, Walter Serner no sentencia la muerte de todo el arte, sino sólo la del arte producido como sostén y fundamentación de una vida basada en premisas falsas. “Dadá no produce obras, simplemente se produce a sí mismo como negación que se sigue de la pérdida definitiva de la fe en el arte, en el hombre y en el progreso histórico que había sembrado Europa de cadáveres y trincheras” afirma Albarrán (15). Walter Serner se niega a vincular la escritura con esa vida y, al hacerlo, invita, ya a utilizar las convenciones burguesas para beneficio propio (“El mundo desea ser engañado. Y se pondrá seriamente furioso si no lo haces”, 194), ya a buscar otras formas de vivir y de actuar.
Uno de los efectos más inesperados de Manual para embaucadores (o para aquellos que pretendan serlo) es el hecho de que (a casi cien años de su primera redacción) todavía sigue produciendo ese “estado de extraordinario deseo emprendedor” (16) que el autor anunció en su Letzte Lockerung (Última relajación, 1918); un deseo emprendedor de escribir y de pensar, lo que equivale a decir, un deseo de darse una cena como la que preside esta obra (ostras portuguesas, trucha en mantequilla, espárragos, camembert) o robar un banco, que es igual que escribir y siempre es mejor que fundarlo.

Walter Serner
Manual para embaucadores (o para aquellos que pretendan serlo)
Trad. Luisa Gutiérrez Ruiz
Pról. Juan Albarrán
Santander: El Desvelo, 2011

Santander convoca sus premios literarios

La Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Santander ha aprobado este lunes la nueva convocatoria de concursos literarios para 2012 que mantienen todas sus categorías. En esta nueva edición el premio Ricardo López Aranda de textos teatrales da paso al premio ‘Tristana’ de novela fantástica, dotado con 4.000 euros en metálico mas la publicación del texto en la prestigiosa editorial ‘Menoscuarto’, según ha anunciado el concejal de Cultura, César Torrellas.
La extensión de las novelas debe estar entre los 70 y los 150 folios. El plazo de presentación de originales finaliza el próximo 8 de junio y las obras han de ser enviadas tanto por correo ordinario como por correo electrónico a la dirección premiosliterarios@santander.es, donde se recibirán todos los textos a concurso en cualquiera de las categorías.
El premio ‘Alegría’ de poesía, que alcanza este año la XVI edición, no introduce limitación de edad, y al igual que el premio Tristana de novela fantástica, persigue el objetivo de premiar la innovación y descubrir autores nuevos. La dotación económica de este premio es de 3.000 euros, pudiéndose presentar los textos a concurso hasta el 2 de mayo. La extensión mínima de los poemarios es de 400 versos.
La gran novedad de esta edición es el acuerdo alcanzado por el Ayuntamiento con ediciones Rialp para la publicación de la obra ganadora en su colección Adonáis, un clásico del mundo de la poesía española, que fue, además, la colección donde José Hierro publicó precisamente su primer gran libro, ‘Alegría’, que da nombre desde su creación a este concurso santanderino.
En cuanto a los premios ‘José Hierro’ para autores jóvenes de Cantabria, conservan su doble modalidad, poesía y relato breve, y su dotación económica es de 1.500 euros para cada una de ellas además de la publicación de las obras ganadoras. Este certamen se dirige a escritores menores de 30 años.
El plazo de presentación de las obras está abierto también hasta el próximo 2 de mayo. Estos premios José Hierro para jóvenes cumplen ya la XXXI edición y siguen siendo un referente en las políticas de estímulo a la creación literaria en Cantabria. Además del premio económico la convocatoria incluye la publicación de las obras galardonadas en la editorial santanderina El Desvelo.
La convocatoria de los premios literarios del Ayuntamiento de Santander cuenta con el apoyo de la Fundación Santander Creativa “al ser un claro estímulo para los escritores noveles que encuentran en estos certámenes una importante plataforma en la que darse a conocer”, explica el director de la FSC, Marcos Díez.
La consulta de las bases completas de estas convocatorias puede hacerse en el apartado de la Concejalía de Cultura, Educación y Ocio de la página web del Ayuntamiento de Santander (www.santander.es) y en la página oficial de Facebook de la Fundación Santander Creativa.

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