
Alberto Ruiz de Samaniego, uno de los mejores críticos de arte visual que hay en España, habla del libro de Raúl Hevia ‘La repetición. Tentativa’
Estas son sus palabras:
“Estos días de agosto ha caido en mis manos un libro singular, fascinante y obligado para todo interesado en Perec. El artista Raúl Hevia nos propone una repetición de la ya histórica tentativa de agotar la plaza de Saint Sulpice que el escritor francés realizara en los 70. Los mismos días del año en los mismos lugares. Hay algo fatídico y muy raro en todo este fantasear por partida doble. Es como penetrar en un pliegue del tiempo en que las cosas – o las realidades- se confunden y la vida parece petrificarse en el azogue de un espejo. La tentativa de Raúl Hevia acaba teniendo algo de polar francés y un punto de depaysement que resulta inquietante y, como digo, fatal, casi fúnebre. Por si esto fuera poco, lo mollar de esta pieza de escritura tensada entre la visión y la previsión o el recuerdo de un texto anterior es la parte titulada “La repetición”. Aquí el autor realiza una especie de arqueología sentimental y cultural de la plaza y calles aledañas que concentraron los desvelos perecquianos. Nos damos cuenta de que en ese estricto punto de París se resume toda la historia intelectual y artística de los últimos 300 años, desde antes de la Revolución francesa hasta Perec o Duras o Vila-Matas, pasando por Delacroix, los surrealistas, Blanchot, Bataille, Barthes o el Situacionismo. El texto es como un radar que va capturando toda la información depositada en el barrio, y entonces, efectivamente, cada comentario surge como un pie de foto de una imagen o de una composición de lugar que el lector va a ir trazando, como si levantase un plano de la plaza a lo largo de todo ese tiempo. Nos damos cuenta, en fin, de que, tal vez, ese lugar bien pueda constituir el centro del mundo, por seguir con una preocupación característica de los situacionistas. Entreverado con todo este despliegue conmemorativo, Hevia va dispersando reflexiones acerca del hecho mismo de la repetición. La edición, finalmente, nos regala una fotografía donde podemos ver a un hombre sentado en un banco de la plaza. Se trata de un hombre estático – y extático – como en disposición de recibir los efluvios – ya lejanos- de esa(s) historia(s). Casi parece, por cierto, el propio Jean-Luc Godard, reescribiendo mentalmente una nueva revisión elegíaca de un lugar – una forma de vida- que ha marcado el destino cultural de occidente.”
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