Estos son algunos de los puntos de venta física y online del ensayo de Miguel A. Moreta-Lara ‘Infierno y paraíso de las islas’, que se encuentra a la venta desde el 25 de abril.
El Corte Inglés, FNAC, Casa del Libro, Amazon, Elkar, Santos Ochoa, Antígona (Zaragoza), La Viatgeria (San Antonio de Calonge, Girona), Follas Novas (Santiago de Compostela), Santos Ochoa (La Coruña), Batleby (Valencia), Fahrenheit 451 (Alicante), París Valencia 1 (Alicante), El Aleph (Madrid), Marcial Pons (Madrid), Visor (Madrid), Badiolan Difusión (Irún), Cervantes (Oviedo), Katakrak (Pamplona), Taiga (Torrelavega), Agapea Factory (Málaga y Santa Cruz de Tenerife), Babel (Granada), Lual Picasso (Almería) , Picasso (Granada), Casa del Lector (Las Palmas de Gran Canaria), El agente secreto (Úbeda), Galatea (León), Letas Corsarias (Salamanca), Margen (Valladolid), Paz (Pontevedra), Tanco (Ourense), Vorágine (Santander).
El cortesano Claude Chappuys, autor de poemas muy estimables, participó de una práctica poética de su tiempo con la que ponían a prueba gracia, ingenio y virtuosismo técnico los escritores renacentistas: los famosos blasones anatómicos del cuerpo de la mujer. Parece que quien lo puso de moda fue Clément Marot (1496-1544), al publicar en 1535 su epigrama «Du beau tétin» («Del seno hermoso»). El de «La mano» es un ejemplo de lo que era capaz de hacer Chappuys, a quien también se le atribuye el «Blasón del coño», una magnífica pieza laudatoria de esa parte de la anatomía femenina nunca olvidada por la literatura, aunque sí preterida y velada por la moral al uso. La versión española se debe a la pericia de mi buen amigo, el traductor Antonio Álvarez de la Rosa. Aquí va el «Blason du con», entresacado de Les blasons anatomiques du corps féminin faits par différents auteurs (François Juste imprimeur, Lyon, 1537):
Petit mouflard, petit con rebondi,
Petit connin plus que lévrier hardi,
Plus que le lion au combat courageux,
Agile et prompt en tes folâtres jeux,
Plus que le singe ou le jeune chaton,
Connin vêtu de ton poil folâtron,
Plus riche que la toison de Colcos,
Connin grasset, sans arêtes, sans os,
Friant morceau de naïve bonté,
Ô joli con bien assis, haut monté,
Loin de danger et bruit de ton voisin,
Joint et serré, fermé tant seulement
Que ta façon ou joli mouvement,
Soit le corps droit, assis, gambade, ou joue,
Si tu ne fais quelque amoureuse moue.
Source d’amour, fontaine de douceur,
Petit ruisseau apaisant toute ardeur,
Mal et langueur; ô lieu solacieux,
Et gracieux, séjour délicieux,
Voluptueux plus que tout autre au monde;
Petit sentier qui droit mène à la bonde
D’excellent bien et souverain plaisir,
Heureux sera celui duquel le désir
Contenteras, qui prendre te pourra,
Et qui de toi pleinement jouira.
Qu’on ne prendrait jamais pour ton cousin.
Bien embouché d’un bouton vermeillet,
Ou d’un rubis servant de fermaillet,
Joint et serré, fermé tant seulement
Que ta façon ou joli mouvement,
Soit le corps droit, assis, gambade, ou joue,
Si tu ne fais quelque amoureuse moue.
Source d’amour, fontaine de douceur,
Petit ruisseau apaisant toute ardeur,
Mal et langueur; ô lieu solacieux,
Et gracieux, séjour délicieux,
Voluptueux plus que tout autre au monde;
Petit sentier qui droit mène à la bonde
D’excellent bien et souverain plaisir,
Heureux sera celui duquel le désir
Contenteras, qui prendre te pourra,
Et qui de toi pleinement jouira.
‘Infierno y paraíso de las islas’, de Miguel A. Moreta-Lara
Mofletes, coño rechonchito, / Más que galgo atrevido, conejito, / Más que león en el combate valeroso, / Ágil y pronto en tus juegos amorosos, / Más que el mono o el gatito, / Conejito revestido con tu pelo loquito, / Más rico que el toisón de Colcos, / Conejito untuoso, sin espinas, deshuesado, / Voluptuoso cachito de ingenua bondad, / Oh, bonito coño bien emplazado, bien provisto, / Alejado del peligro y del ruido de tu vecino, / Para jamás confundirlo con tu pariente sodomita. / Bien taponado con un bermejo botón, / O con un rubí de botonadura, / Ajustado y prieto, cerrado solo / Cuando tu intención o lindo movimiento, / Esté el cuerpo erguido, sentado, retozando, / O si haces un amoroso mohín. / Manantial de amor, fuente de dulzura, / Arroyuelo que suaviza todo ardor, / Mal y languidez; oh lugar grato, / Y agradable, deliciosa estancia, / Más voluptuosa que nada en el mundo; / Pequeño sendero recto hacia el tapón. / Excelente y soberano placer, / Feliz será aquel cuyo placer / Satisfará, que hacerte suyo podrá, / Y que de ti plenamente gozará.
Estamos muy contentos con la acogida que ha tenido la reedición del opúsculo de Mary Wollstoncraft ‘La educación de las hijas’. Seguidamente, una relación de librerías y tiendas online en las que os podréis hacer con un ejemplar, aparte de en nuestra web:
El Corte Inglés, FNAC, Casa del Libro, Amazon, Elkar, Santos Ochoa, Generación X, Llorens (Alcoy), Popular Libros (Albacete), La Pantera Rossa (Zaragoza), Llibreria 22 (Girona), Agapea Factory (Palma de Mallorca, Santa Cruz de Tenerife), Alibri (Barcelona), Cal Llibreter (San Just Desvern), Llibreria Carrer Major (Santa Coloma de Gramanet), Drac Magic (Palma de Mallorca), Finestres (Barcelona), Foster y Wallace (Vic), La librera del Savoy (Palma de Mallorca), La Llar del Llibre Centre (Sabadell), Proleg (Barcelona), Sa Cultural (Eivissa), Berbiriana (La Coruña), Cantón 4 (Ferrol), Escolma (Pontevedra), Follas Novas (Santiago de Compostela), Lila de Lilith (Santiago de Compostela), Lume (La Coruña), Malvasía (Santiago de Compostela), Ambra Llibres (Gandía), Argot (Castellón), Bartleby (Valencia), París Valencia 1 (Valencia), Rossa Llibres en Femeni (Valencia), Antonio Machado (Salesas, BB. AA.), Benedetti (Las Rozas), Café de la Buena Vida (Madrid), Cervantes y Cía (Madrid), De Mujeres (Madrid), El Aleph (Madrid), Girasol (Algete), Juan Rulfo (Madrid), Marcial Pons (Madrid), Molar (Madrid), Mujeres y Compañía (Madrid), Vino a por letras (Getafe), Visor Libros (Madrid), Cervantes (Oviedo), Vorágine (Santander), Habitación Propia (Gijón), Lagun (San Sebastián), Menades (Pamplona), Ares (La Línea de la Concepción), Babel (Granada), Lual Picasso (Almería), Picasso (Granada), Rayuela (Málaga), La Latina (Salamanca), Casa del Lector (Las Palmas de Gran Canaria), Crazy Mary (Madrid), El Jardín Secreto (Plasencia), Isla de Papel (Sevilla), Lemus (La Laguna), Rola (Sevilla), Yerma (Sevilla), Nobel (Almería), Gallaecia (Santiago de Compostela), Paz (Pontevedra), Tanco (Ourense) y Versus (Vigo).
Miguel A. Moreta-Lara, nacido en Marruecos, creció en Dajla y estudió en Valladolid. Fue profesor en institutos de España y en universidades de Marruecos y Hungría. Ha trabajado y vivido por muchos años en Rabat, Budapest y Ciudad de México. Colaborador en prensa, es autor de, entre otros libros, Más amor y más sufrir: Cancionero de cuplés (2000), La puerta de los vientos: Narradores marroquíes contemporáneos (2004, con Marta Cerezales y Lorenzo Silva), La imagen del moro y otros ensayos marruecos (2005 y 2018), Contar las cuarenta (El Desvelo Ediciones, 2019), Dietario Salvaje (2021) e Infierno y paraíso de las islas (El Desvelo Ediciones, 2022).
No solemos hablar mucho de ello, pero nuestra web es también una tienda. Pese a que contamos con una distribuidora magnífica, UDL Libros (www.udllibros.com), somos conscientes de que nuestros libros a veces no están disponibles de inmediato en las librerías. Se pueden pedir, salvo en aquellos puntos en donde habitualmente nuestros libros están “agotados”, y con un poco de paciencia se consiguen. En todo caso, como última trinchera y para impacientes, siempre pueden encontrarlos en nuestra web, que es bastante segura (dispone de los certificados que lo acreditan) y en la que siempre respondemos a los pedidos.
La periodista, dramaturga, diplomática, escritora, traductora y feminista malagueña Isabel Oyarzábal Smith (Málaga, 1878-México, 1974) es una de las figuras más polifacéticas, complejas y sugestivas de una admirable hornada de mujeres que eclosionó en el primer tercio del siglo XX, alcanzando el punto de máximo fulgor durante la Segunda República, a cuyo hondo y esperanzado proyecto de modernización de España estaba contribuyendo cuando fue cercenada por el tajo de la Guerra Civil y reprimida hasta la invisibilización por la patriarcal dictadura franquista. Afortunadamente, desde hace un par de décadas, se ha iniciado un proceso de recuperación de la obra de estas mujeres: su ejemplo de vida, su valía intelectual y creativa, su dignidad política, hacen muy dolorosa la constatación de lo que pudo haber sido y no fue, de todo lo que se nos hurtó a manos llenas, de aquella fecundidad trágicamente dilapidada.
El caso de Isabel Oyarzábal es el ejemplo de un primer exilio vital, de un desvío inesperado, de un viraje anómalo: una mujer nacida en un mundo filisteo, burgués y misógino, al que supo enfrentarse sin alharacas, pero con determinación, inteligencia y sensibilidad, para construirse una vida y una habitación propias. Desde la jaula de un destino tradicional y provinciano saltó —con la complicidad de su madre escocesa— al mundo cultural y artístico de la capital. Allí, trabaja en el teatro, traduce para subvenir a las necesidades del hogar (se ha casado con el crítico Ceferino Palencia), cimenta su fuerte personalidad, funda revistas, tiene un hijo y una hija, gana unas oposiciones de inspectora en el Ministerio de Trabajo y, además de corresponsal de periódicos ingleses y colaboradora en medios nacionales de postín (Revista de Occidente, El Sol…), viaja, sigue publicando su obra y se relaciona con las mujeres de su tiempo (Lyceum Club y otras asociaciones), a la vez que se compromete política y periodísticamente en una serie de proyectos (escuela nacional de sordomudos, hospital de trabajadores mutilados, sociedad protectora de animales y plantas, trabajo de mujeres y niños, reivindicaciones feministas), que le serán muy útiles cuando pase a representar a España en la Conferencia Internacional del Trabajo. También será nombrada por la República para la Sociedad de Naciones, para una gira de propaganda —reclamando ayuda para el Gobierno español— por EEUU y Canadá (¡42 ciudades en 53 días!) y, finalmente, como embajadora acreditada en Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca.
El inequívoco compromiso con el proyecto republicano, Isabel lo sintió de una manera muy íntima y así lo anota en su libro de memorias:
No hubo ni algaradas, ni ruido, ni demostraciones de mal gusto o actos vandálicos. Tampoco se veían ni guardias civiles ni policías. Las iglesias estaban abiertas, así como toda clase de comercios. No se produjo ningún intento de saqueo o de hurto, ni vi a nadie bebido […] Por todas partes se podía palpar una honda y patente alegría. Creo que aquel soleado día de abril de 1931 fue el día más feliz de toda mi vida y así se lo confesé a Cefe antes de irnos a dormir.
Tras estos desplazamientos de clase social, de apertura a un mundo cosmopolita, de experiencias viajeras personales y políticas, de un matrimonio deslucido y de su destino diplomático, aún le espera a Isabel Oyarzábal un exilio más, el último y más trágico: el motivado por la Guerra Civil y que afectó a millones de españoles (si contabilizamos también el exilio interior, los encarcelamientos, los ajusticiamientos y las represiones de todo tipo). Como es sabido, el país que, desde el golpe de Estado y hasta después de terminada la guerra, demostró su apoyo sin descanso al gobierno legítimo de la República fue el México del presidente Lázaro Cárdenas, quien —ayudándose de un plantel de insignes personajazos (Isidro Fabela, Luis Ignacio Rodríguez, Gilberto Bosques, Narciso Bassols, Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas)— materializó el proyecto de asilo a 25.000 exiliados republicanos. Una de las familias acogidas sería la de Isabel Oyarzábal, madre andaluza que consiguió acarrear a la suya al exilio mexicano, lo que fue posible en esos difíciles momentos del inicio de la segunda guerra mundial gracias a sus contactos diplomáticos. Así alcanzó a reunir, además del marido, a su hijo Cefito, a su hija Marisa, a su yerno Germán Somolinos (que fue localizado, igual que Cefito, ambos médicos, en un campo de refugiados del sur de Francia), a su nieto Jan Somolinos Palencia (nacido en Estocolmo), al hermano de su yerno (Alejandro Somolinos) y a su sobrino Juan Oyarzábal (militar naval, localizado en un campo de refugiados de Túnez).
Como afirma un historiador mexicano del exilio, descendiente él mismo de exiliados republicanos, Fernando Serrano Migallón (México, 1945), refiriéndose a la riqueza humana e intelectual de los refugiados españoles, México ganó el exilio, pero España perdió el futuro, la República y el exilio y se quedó con los cadáveres. Este jurista y académico define así el fenómeno del exilio en su libro El exilio español y su vida cotidiana en México (2021):
El exilio es ese desprendimiento en el que se mezclan el dolor y la esperanza, el despojo y el renacimiento; es un fenómeno múltiple, personal e íntimo, pero al mismo tiempo social y colectivo; es un hecho político e histórico que pone en evidencia la irrupción de la violencia en la vida pública, la irracionalidad de sus relaciones y el hecho, perverso al fin, de que un Estado persiga a quienes, por su naturaleza, debería proteger. El exilio es también un fenómeno cultural que demuestra la persistencia de la memoria, la voluntad de vivir y la riqueza de la civilización que acepta mestizajes, combinaciones y diálogos para generar frutos que se prolongan en el tiempo.
Durante el último tercio de vida que le restaba, Isabel Oyarzábal, en la generosa tierra mexicana, maduró y publicó lo mejor de su obra, dos libros de memorias y una biografía de su amiga Alejandra Kollontai, ocultados para el público hispano, puesto que fueron publicados en inglés en EEUU, con gran éxito de crítica. Dejaría además una extensa obra inédita, todavía pendiente de estudio y publicación. Se ganó el duro pan del exilio trabajando, como hizo durante toda su vida, y demostró ser muy grande en lo que era: una escritora, una patriota y una feminista. Por eso, a pesar de que padeció una triple invisibilización por la dictadura y un triple exilio –como intelectual, como republicana y como mujer-, hoy la seguimos queriendo.
Moreta-Lara vuelve a fascinar con su prosa embriagadora en esta recopilación de artículos sobre barcos, mares y mujeres luchadoras
Con prólogo de María Luisa Balaguer Callejón y autoría de Miguel A. Moreta-Lara, publicamos próximamente, ‘Paraíso e infierno de las islas’. Este es el segundo libro que editamos de Moreta-Lara tras los ensayos de ‘Contar las cuarenta’. En esta ocasión los ensayos, a modo de artículos, de esta nueva entrega versan sobre la mar, donde tantos libros se perdieron, donde naufragan hermosos seres en islas de ensueño o de dolor. Persigue esta obra la ebria poesía de los mascarones y aspira surcar mares amargos subido a la madera con la que se fabrican libros y barcos. Pero también este es un libro sobre mujeres fascinantes y maldecidas. Acaso marear estas páginas sea también piratear historias que tratan de tantas luchadoras y mujeres ninguneadas. Este libro quiere desplegar velas, encender cirios que iluminan las diosas locas, cisnes en la charca.
La obra estará a la venta en toda España a partir del 25 de abril.
Miguel A. Moreta-Lara
Nació en Marruecos. Su infancia y adolescencia transcurrieron en la localidad saharaui de Villa Cisneros/Dajla. Se licenció en Filología Románica por la universidad de Valladolid (1976). Catedrático de instituto jubilado. Profesor en universidades de Marruecos (Mohamed I, Uxda y Mohamed V, Rabat) y Hungría (Eötvös Lórand, Budapest). Ha publicado, ‘La Manganilla de Melilla de Juan Ruiz de Alarcón’ (con Jesús F. Salafranca, 1993), ‘Repertorio de hispanistas magrebíes’ (con Mohammed Salhi, 1998), ‘Más amor y más sufrir’, ‘La imagen del moro’ y ‘Contar las cuarenta’, con esta editorial.
Par ilustrar la cubierta de nuestro próximo libro, ‘Infierno y paraíso de las islas’, de Miguel A. Moreta-Lara, hemos echado mano de un grabado de Charles Eisen que representa a una muchacha ahuyentando al diablo mediante la exhibición de sus genitales. En la cultura mundial, pero sobre todo europea, hay decenas de referencias, populares y librescas, como en La Fontaine y Rabelais, al poder de la exhibición de los genitales femeninos como forma de conjurar el mal. Pero el libro de Moreta-Lara no es un tratado de demonología ni un recetario de pócimas para enfrentarse al maligno, sino que la imagen de Eisen ilustra más bien el valor de la mujer a la hora de enfrentarse al mundo con sus solos medios. Y de eso sí trata su libro.
Desde Italia —en la región de Abruzzo se atribuía un poder especial al gesto— hasta la India —donde se creía que alejaba las influencias malignas—, la exhibición voluntaria de los genitales femeninos tiene una abundante presencia en la historia, el folclore y la literatura. Un grabado realizado por Charles Eisen en el siglo XVIII para ilustrar las Fábulas de Jean de La Fontaine describe con gracia la capacidad de la vulva para ahuyentar las fuerzas malignas. En esta sorprendente escena, una joven se enfrenta valerosamente al demonio.
‘Le Diable de Papefiguiere’, en ‘Contes et Nouvelles en vers, de La Fontaine.
Apoyándose en la pared con la mano izquierda, se levanta las faldas con la derecha y muestra el centro sexual de su cuerpo a la vista de Satanás. El demonio retrocede atemorizado al ver desvelada su feminidad. Según cuenta la fábula, con este gesto la muchacha vence al demonio y lo aleja de su aldea. Un par de siglos antes, el escritor francés Rabelais imaginó una vieja llamada Papefiguiere que ahuyentaba al demonio de la misma manera, y este enfrentamiento entre la vulva y el mal ilustra algunas jarras de cerámica del siglo XVII. Estoy segura de que debía de ser muy divertido beber cerveza contemplando la escena.
Catherine Blackledge: El origen del mundo. Traducción de Zoraida de Torres Burgos. Ed. Península.
‘Infierno y paraíso de las islas’, de Miguel A. Moreta-Lara.
No, le dije, no gracias, no me gustan los museos, demasiada belleza concentrada en el mismo lugar, demasiado genio, demasiada elegancia, demasiada inteligencia, demasiado esplendor, demasiadas riquezas, demasiadas carnes expuestas, demasiados pechos, demasiados culos, demasiadas cosas admirables. Resultado: las obras amontonadas se aplastan las unas a las otras como los animales comprimidos de un rebaño y la singularidad propia de cada una queda inmediatamente apagada. Luego añadí, mira, lo malo de los museos es que la transición hacia el exterior se produce siempre de una manera demasiado brutal, quiero decir sin la más mínima preparación. Habría que acondicionar pasillos, algo así como cámaras de descomprensión, rellanos de readaptación a lo mediocre, para volver a acostumbrarse progresivamente a la fealdad, de modo que al salir de esa sobredosis de arte que de tan sublime provoca náuseas, al pisar de nuevo la calle, la vuelta a la vida diaria tan imperfecta, tan gris, tan chunga a veces, se lleve a cabo más tranquilamente, ¿comprendes?
Caminar hasta el anochecer. Traducción: Marta Cerezales Laforet.
‘Elogio del fracaso’: La crítica francesa ante ‘Caminar hasta el anochecer’
Caminar hasta el anochecer, de Lydie Salvayre, es un texto extraordinario, difícil de clasificar, entre el ensayo y la autobiografía parcial a partir de la experiencia de una noche encerrada en el museo Picasso de París con ocasión de una exposición de Giacometti. Una obra esencial en la bibliografía de Lydie Salvayre.
Con un lenguaje corrosivo e irónico, Lydie Salvayre utiliza el pretexto de esa noche pasada en el museo Picasso para cuestionar el ambiente artístico y sus instituciones y tratar de explicar su propia relación con la cultura a partir de su infancia en un barrio de emigrantes y con un padre maltratador. De Giacometti elogia su radicalidad, sus fracasos reivindicados y su infinita modestia.
El libro tuvo una excelente crítica tanto en Le Monde como en Le Nouveau Magazine Littéraire, L’Humanité, Le Matin y otras publicaciones culturales.