Mes: marzo 2023

Fragmentos de la España revolucionaria del siglo XIX, vista por Karl Marx

Portada de España y Revolución de Karl Marx

… la bandera de la revolución, el ejército de Ballesteros, el cual, desde la capitulación de su jefe, toda-vía estaba concentrado en Priego, a diez leguas al norte de Málaga. En esta su segunda expedición a Cádiz, fue hecho prisionero por una unidad del ejército del general Molitor, entregado a la banda apostólica, y enviado a Madrid para ser ejecutado, el 7 de noviembre, cuatro días antes del regreso de Fernando a la capital.

No por su culpa cayó Riego:
por traición
de un vil Borbón.

Cuando Fernando, a su llegada a Madrid, fue esperado y felicitado por los oficiales de la banda de la Fe, una vez retirados estos, exclamó en medio de su corte: «Son los mismos perros, pero con distintos collares».
El número de frailes que en 1822 llegaba a 16 310, llegó en 1830 a 61 727, lo que supone un aumento de 45 417 en el transcurso de ocho años. En la Gaceta de Madrid observamos que en un solo mes, entre el 24 de agosto y el 24 de septiembre de 1824, 1 200 personas fueron fusiladas, ahorcadas o descuartizadas, y eso que aún el bárbaro decreto contra comuneros, francmasones, etc. no había sido promulgado. La Universidad de Sevilla estuvo cerrada durante años, y en su lugar se estableció una escuela pública de toreo.
Federico el Grande, conversando con su ministro de Guerra, le preguntó que cuál creía que era el país en Europa, según su opinión, más difícil de llevar a la ruina. Viendo que el ministro vacilaba, respondió por él: «Es España: su propio gobierno ha procurado durante muchos años arruinarlo, pero todo ha sido en vano». Federico el Grande parece haber pronosticado el reinado de Fernando VII. El fracaso de la Revolución de 1820-1823 se explica fácilmente. Era una revolución de la clase media, más concretamente, una revolución urbana, mientras que el campo, ignorante, perezoso, aferrado a las pomposas ceremonias de la Iglesia, permaneció como observador pasivo de las luchas entre partidos de las que no comprendía casi nada. En las pocas provincias donde excepcionalmente el campesinado tuvo una participación activa en la lucha, se situó más bien del lado de la contrarrevolución; un hecho que no debe extrañar en España, «ese almacén de costumbres antiguas, ese depósito de cuanto ha sido ya olvidado y sobrepasado en cualquier otro lugar», un país donde, durante la guerra de Independencia, los campesinos fueron vistos usando espuelas sacadas del arsenal de la Alhambra y armados con alabardas y picas de artesanía curiosa y antigua que se habían empuñado en las guerras del siglo XV. Además, era un rasgo peculiar de España el que todo campesino que tenía sobre la puerta de su miserable cabaña un escudo tallado en piedra se considerase a sí mismo hidalgo y que, en consecuencia, la gente del campo, en general, si bien pobre y expoliada, no solía sentir la abyecta humillación que exasperaba a los campesinos del resto de la Europa feudal. El hecho de que el partido revolucionario no supiera unir los intereses del campesinado al movimiento generador en las ciudades fue reconocido por dos hombres protagonistas de la Revolución: los generales Morillo y San Miguel. Morillo, que no puede ser sospechoso de simpatías revolucionarias, escribió desde Galicia al duque de Angulema: «Si las Cortes hubieran aprobado el proyecto de ley sobre los derechos señoriales y hubieran despojado a los grandes de sus propiedades en favor de la multitud, Vuestra Alteza habría encontrado ejércitos numerosos, patrióticos y formidables que se habrían organizado como sucedió en Francia en circunstancias similares». Por otro lado, San Miguel (ver su Guerra Civil de España, Madrid, 1836) nos dice: «El error más grande de los liberales consistió en no advertir que la mayoría de la nación era indiferente u hostil a las nuevas leyes. Los numerosos decretos promulgados por las Cortes con el fin de mejorar la condición material del pueblo no podían producir resultados tan inmediatos como requerían las circunstancias. Ni la reducción de los diezmos a la mitad, ni la venta de las haciendas monásticas, contribuyeron a mejorar la condición material de las clases agrícolas más bajas. La última medida, por el contrario, al hacer pasar la tierra de las manos de los indulgentes monjes para ponerla en manos de capitalistas calculadores, hizo empeorar la situación de los viejos agricultores al imponérseles rentas más altas, de modo que la superstición de esta numerosa clase, ya herida por la venta del santo patrimonio, quedó exageradamente engrosada por las sombras de intereses materiales».

Karl Marx. España y Revolución.

Publicamos los últimos poemas de Paloma Bienert con ‘Esta continua niebla de llevarte’

Esta continua niebla de llevarte, de Paloma Bienert.

Ya lo tenemos, ya está en preventa. ‘Esta continua niebla de llevarte’, el último libro de poesía de Paloma Bienert, verá la luz oficialmente el próximo día 27 pero ya puedes reservarlo en tu librería favorita, en un canal de venta online o en nuestra propia página web.

Es esta continua escritura o “niebla” una forma de libre diálogo en medio de la dificultad.

Pues este libro trae cuenta de la soledad del amor, del que se va, del que se está yendo en la cadena concatenada de presentidas y conscientes fallas; de ese amor que es escucha de la voz propia, en un proceso de destilación de sentido en el que una identidad rabiosa de mujer va cerrando las puertas que deja atrás para reconocerse.

Paloma Bienert
Paloma Bienert.

Este libro -cuarta entrega lírica tras los poemarios ‘Meantime’ (2012), ‘Mandalas Vivientes’ (2014-2020) y ‘Mourning’ (2016)- es, en definitiva, la manera en que su autora une la realidad con su garganta, más al estilo de los antiguos ‘aedos’ que al de los poetas, más al estilo de los que animan con su canto la vida que al de aquellos a los que Platón quiso expulsar, no sin razón, de su República.

El diseño de la cubierta es de Victoria O’May, quien ya ha colaborado con nosotros en el poemario de Kepa Murua ‘Canciones para Pau Donés’; y el libro de aforismos ‘Microorganismos’ y de relatos ‘Entretanto, en algún lugar’, ambos de Ángela Mallén.

Puntos de venta físicos y online en donde se puede encontrar un ejemplar de ‘Como todos los días’, de Álex Oviedo

Os dejamos una relación de librerías (algunas con enlace de compra), en donde puede adquirirse la novela de Álex Oviedo Como todos los días.

todostuslibros.com, El Corte Inglés, Amazon, FNAC, Casa del Libro, Elkar, Troa, San Pablo, Santos Ochoa, Agapea Factory (Palma de Mallorca), Follas Novas (Santiago de Compostela), Antonio Machado (Madrid), Grant (Madrid), Binario (Bilbao), Cámara (Bilbao), Cervantes (Oviedo), Vorágine (Santander), Gil (Santander), Goya (Bilbao), Guantes (Portugalete), La Saturnina (Bilbao), Sancho Panza (Cabezón de la Sal), Taiga (Torrelavega), Universitaria (Bilbao), Unquera (Unquera), Primado (Valencia), Sento (Moncada, Valencia), Agapea Factory (Málaga), Luces (Málaga), Rayuela (Málaga), Luque (Córdoba), Bahía de Letras (Cádiz), Letras Corsarias (Salamanca), pastor (León), Víctor Jara (Salamanca), Valladolid (Margen), Santos Ochoa (Salamanca) y Libroteca (Vigo).

Distribuidor: UDL Libros. Subdistribuidoras: Arnoia, Alonso y Asturarco.

De escritor a escritora: Francisco Taboada escribe sobre la novela de Patricia Rodríguez ‘Pinar, piscina, plenilunio’

Un libro hermoso, tanto como pueda serlo una bomba repleta de cables de colores con la cuenta atrás activada

Patricia Rodríguez
Fotografía de Francisco Taboada
Francisco Taboada

Pinar, piscina, plenilunio, de Patricia Rodríguez (Valladolid, 1975) es un libro hermoso, tanto como pueda serlo una bomba repleta de cables de colores con la cuenta atrás activada. Su precisión analítica, su belleza formal, su poética corrosiva, no dan tregua en un ajuste de cuentas con y contra esa generación española de postguerra que en los años 80 intentó huir de la realidad agobiante de las ciudades hacia unas pretenciosas urbanizaciones rurales veraniegas que pondrían en evidencia todas sus imperfecciones. Burgueses que perseguían el sueño impostado de las películas americanas, con su parcela de tierra acotada, su piscina deslumbrante y la casa de diseño personal e intransferible; rodeados por una Naturaleza de la que se protegían con barreras artificiales que remarcaban sus deseos de propiedad, estatus, lejanía, sin sospechar que sus aspiraciones efímeras estaban destinadas a un abandono triste, patético. Nada de eso quedaría para el futuro porque ellos no llevaron nada, solo cosas,  aire viciado y mentiras.

      Dividida en tres partes, tiene a la Infancia como juez implacable de todas las acciones. Comienza con un grupo de niños prepúberes que viven con plenitud la libertad que otorga el verano, las bicicletas, la aventura permanente, el descubrimiento de las claves de la existencia. Narrada en primera persona del plural, alterna el Nosotros y el Nosotras para destacar el contraste entre su pureza, que están a punto de abandonar, y la turbiedad de los Adultos, que les ofrecen un panorama nada deseable y sin embargo inevitable porque se abalanza sobre ellos. Temen que acabarán convertidos en sus padres porque “hacerse mayor es eso, la pérdida progresiva de capacidades para existir adecuadamente”, y por eso se aferran a su ingenuidad como la última tabla de salvación. La adultez es lo oculto, lo real, lo irremediable, todo lo que esconde el Pinar donde habitan sus miedos. Se saben frágiles, pequeños, pero dotados para las interpretaciones maravillosas que están destinados a perder. Hay un constante reproche hacia sus padres, que los protegen físicamente pero no les están legando el soporte moral que necesitan para enfrentarse a la intemperie de la sociedad en la que viven. Cada verano que pasan allí no los fortalece, los debilita, deben vivir con intensidad y al regresar a la ciudad y a sus clases dejan allí el cadáver de ese año, una versión completa de sí mismos que ya no reconocerán cuando vuelvan.

    En la segunda parte, Piscina, narrada en primera persona por una mujer adinerada que recibe a sus vecinos para conocerlos e inaugurar su casa, encontramos la raíz del mal del que se nos prevenía en la primera parte. Eso son, eso somos, los adultos, seres vulnerables que se esconden detrás de máscaras que los representan y a la vez los suplantan. Nada es natural, todo son convenciones, reflejos en el espejo distorsionado de cada persona, que confunde lo que refleja con lo que es. Fachadas, como las de sus casas, con diseños arquitectónicos llenos de errores de interpretación que convierten en un laberinto lo que debió ser diáfano pero no lo es porque su realización fue delegada. Ellos son la sociedad, no hay escapatoria, deben ser retratados como grotescos con el humor amargo de la narradora. Además, la peripecia en la que se desenvuelven, su encierro provisional, se la atribuyen a los niños con una desfachatez que raya en lo simbólico. La prosa se vuelve entonces alambicada, con una sintaxis claustrofóbica: “la mirada del adulto mide la bondad de sus sentimientos como algo imposible de preservar… es el desencanto de crecer y extinguir la vocación innata para el amor con la que empezamos a vivir”. La Infancia, de nuevo, como referente, el lugar que no debimos abandonar, el tambor de hojalata que aún resuena en nuestra memoria dañada.

   La tercera parte, Plenilunio, como era de esperar, se dedica a las consecuencias. La que narra los hechos es ahora una mujer de mediana edad, una de las niñas de la primera parte, varias décadas después, en un ambiente que roza la distopía. Un enigmático Departamento de Activación Civil intenta controlar la decadencia de una urbanización donde sobreviven ella, un vecino huraño y algunos ocupas que se esconden para no ser detenidos. En la ciudad, que “ya no es algo reconocible”, solo hay protestas e intentos de sublevación; en la urbanización aislada faltan el agua, los suministros, la electricidad y sobre todo la compañía. El único punto de contacto con la realidad es un chatarrero itinerante que vende de todo a precios desorbitantes o haciendo trueque. El odio, el temor, la soledad del campo y la Naturaleza recuperando lo que es suyo: “Los ladrillos rojos se desmigan como si tuvieran prisa por volver a ser arcilla”. El sueño burgués convertido en pesadilla.

   Pinar, piscina, plenilunio, de Patricia Rodríguez, es un libro suculento, intenso, repleto de sugerencias que ilustran y advierten. Cumple la función que en sus páginas reprocha a los adultos: “Es mejor no indagar sobre las creencias que adquirimos sin base alguna de conocimiento a menos que estemos dispuestos a abandonarlas”, pero no es nada halagüeño, y por eso retrata con precisión el mundo actual: “Imagino un futuro en el que ciertos hechos demostrados científicamente se confundirán con las supersticiones.” En suma, un libro destacable de primorosa factura.

Francisco Taboada

Mussolini, juicio y retractación: la retirada del militar más laureado de Estados Unidos

Butler, cuando era general de brigada en 1922.

“Dejó el servicio activo en octubre de 1931, como tenía decidido antes del incidente que llevó a su arresto: en enero de ese año dijo que Mussolini era de esos conductores que se dan a la fuga cuando atropellan a alguien. Hay que admitir que ahí no estuvo muy fino: Mussolini era más bien de los que cuando pilla accidentalmente a alguien detiene el coche, se apea y lo remata a tiros. Pero a Butler no lo empapelaron por este error de apreciación, sino por insultar a un político extranjero amigo, muy querido por la Administración estadounidense: nunca se recuerda lo suficiente que Mussolini y Hitler llegaron al poder con la complacencia de buena parte de los dirigentes occidentales, incluyendo por supuesto a los de los países que luego les enfrentaron en la contienda mundial. Arrestaron al general y le abrieron consejo de guerra por orden del presidente Hoover. Hubo problemas para formar el consejo, porque no abundaban los militares de su graduación, y negociaron: al final no llegó a celebrarse a cambio de que Butler se retractara públicamente.”

Jesús Ortiz Pérez del Molino. Prólogo de ‘La guerra es una estafa’

La muerte de Baudelaire, Crénom! y los francos que cuesta la permanente de las señoras

Victor Noir

“Durante el verano, su estado empeora. Baudelaire ya no dice «no» sino «Crénom!», una interjección que nadie comprende. Tendido en su lecho, profiere una y otra vez esa palabra enigmática, «Crénom!», mientras todos se hacen cruces. ¿Crénom? ¿Será un compuesto de craie, «tiza», y de nom, «nombre»? En su momento postrero, ¿juzgará el poeta que ha escrito su nombre en el encerado de la Historia, y que el tiempo no tardará en borrar esa escritura efímera con su mano inclemente?

Sea como fuere, la mañana del 31 de agosto entra en su agonía y se le administran los últimos sacramentos. Baudelaire ha muerto aunque sólo sea para demostrar que estaba vivo, y tras un servicio fúnebre en la iglesia de Saint-Honoré-d’Eylau el cortejo toma el camino de Montparnasse. Entre los asistentes al sepelio hay unos pocos amigos y admiradores: Verlaine, Fantin-Latour, Manet… Del Ministerio de Instrucción y la Sociedad de Letras, nada. El cielo de París se oscurece a ojos vista y los asistentes se apresuran a dispersarse en busca de refugio. Llueve en la tumba de Baudelaire, pero no una lluvia fina y melancólica sino un furioso aguacero, de esos que las señoronas calculan en francos por el estropicio en la permanente.”

Gabriel Insausti. En la ciudad dormida.

Puntos de venta físicos y online de ‘La larga pintura del hombre’, de Toni Montesinos

A continuación enumeraremos los puntos de venta físicos y online donde podéis encontrar un ejemplar de la recopilación de artículos históricos de Toni Montesinos ‘La larga pintura del hombre’:

El Corte Inglés, FNAC, Casa del Libro, Amazon, Elkar, Laie, Antígona (Zaragoza), Llibreria 22 (Girona), Agapea Factory (Palma de Mallorca), Bernat (Barcelona), Caselles (Lérida), La llar del llibre (Sabadell), Puvill Libros (Barcelona), Follas Novas (Santiago de Compostela), Antonio Mchado (BBAA y Salesas, Madrid), El Aleph (Madrid), Visor (Madrid), Cervantes (Oviedo), Gil (Santander), Vorágine (Santander), Taiga (Torrelavega), Walden (Pamplona), Agapea Factory (Málaga), Babel (Granada), Lual Picasso (Almería), Luces (Málaga), Picasso (Obispo Hurtado, Granada), Agapea (La Orotava), Agapea Factory (Tenerife), Agapea Las Palmas (Las Palmas), Yerma (Sevilla), Letras Corsarias (Salamanca), Pastor (León), Margen (Valladolid), Centro Galego (Santiago de Compostela).

‘Como todos los días’, la vuelta de Álex Oviedo a la narrativa con una comedia costumbrista

Como todos los días, de Álex Oviedo.

Ya tenemos en preventa Como todos los días, lo último de Álex Oviedo, autor bilbaíno del que hemos publicado dos novelas: El hacedor de titulares, en comandita con Elena Sierra; y Ausentes del cielo, un texto con ribetes de thriller. Oviedo cambia ahora de registro y se acerca al lector desde la comedia, o mejor dicho, desde la crónica bulliciosa y desprejuiciada, de una comunidad de vecinos.

La vida monótona y ordenada de un hombre solitario se ve alterada tras la amenaza de uno de los ladrones que ha visto salir del piso de sus vecinos. Este encuentro, intrascendente para la policía, le hará replantearse si tienen algún sentido muchas de las cosas de su día a día: por un lado, la relación que mantiene con su amiga Paula; por otro, un puesto de trabajo y un jefe al que no soporta. Aunque le animará también a conocer a una mujer con la que se cruza cada mañana de camino a la agencia.

Hasta aquí podemos llegar.

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