Rocío Cuevas, en El Pulso, sobre el ensayo ‘La vida me sienta mal’:
“Alberto Santamaría saca partido de su doble condición de teórico y poeta, y nos propone un viaje (en tren) de tres etapas por la época que ha conformado nuestro mundo y a nosotros mismos. Todos somos románticos, afirma Ortega y Gasset en las últimas páginas, y no es un “espoiler” sino una verdad palmaria que hace falta reconocer sin enojo. Durante el trayecto, se va componiendo un mosaico de nombres ilustres a los que el autor, deja espacio para hablar con sus palabras propias. Al frente de la máquina, Hegel, el principio de todo, el filósofo que nadie recomendará en un debate sin haberlo leído. El bueno de Hegel, inquieto por el fin de “la tranquilidad normativa” y por la consideración del humor en la literatura. Pero es Molière, despreocupado de esas cuestiones, quien bendice la travesía y adelanta, a través de su Monsieur Jourdain la gran incógnita que vertebra la estética romántica, la posibilidad de que la prosa, entendida en el sentido más amplio del prosaísmo de la vida, pueda desterrar al verso de su sagrado lugar en la literatura. Un paseo platónico por los antecesores y antecedentes que resulta un descubrimiento.”
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