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‘Cásate con alguien que pueda resultar un buen ex’ y otros nueve consejos prematrimoniales a los que habría que prestar mucha atención

Fotografía de Rafael Manrique
Rafael Manrique, autor de ‘Cásate (o no)’.

El psiquiatra y ensayista Rafael Manrique ha escrito, solo o en compañía de otros, un puñado de libros del más variado cuño: desde el ensayo a la novela. ‘Cásate (o no)’ es un ensayo consistente en una reflexión sobre el amor, acompañada de una hipótesis y, lo que no es menos importante, de 26 consejos que toda persona que piense en afrontar ese trance deberían recibir para reflexionar muy seriamente y tomar decisiones con fundamento. Manrique gusta de usar el humor, pero a veces la sagacidad de su análisis nos deja una carcajada fría y un afán por saber más, de este experto en terapia de pareja, para no tener que arrepentirnos más tarde.

Aquí os dejamos 10 de los 26 consejos. Cada uno da pie a las más sorprendentes reflexiones:

1. Cásate con alguien que pueda resultar un buen ex. Las probabilidades de que lo sea son altas.

2. Cásate con alguien que no esté excesivamente apegado a su madre. En caso contrario, es probable que te conviertas en su segunda madre o acabes rivalizando con ella.

3. Cásate con alguien de quien te guste su olor. El olfato forma parte de nuestro sistema nervioso más primitivo y genera el más inconsciente y poderoso «test de compatibilidad».

4. Cásate con alguien que esté fuera del estado de enamoramiento. Si alguien ama el amor, quizá solo te necesite porque aportas el alimento para sus pasiones y carencias. 

5. Cásate con alguien que no esté muy atado al pasado. Ni a su pasado personal ni al pasado de la relación. Esta va cambiando y nunca se sabe hacia dónde va a ir.

6. Cásate con alguien que no crea en las esencias (Dios, Patria, Rey, Dinero, Nación, Salud…). En caso contrario, acabará haciendo patria, dinero, paraísos, política… a tu costa.

7. Cásate con alguien que trate bien a los extraños, sobre todo a los empleados, camareros, personal de servicio o a cualquiera que esté por debajo en la línea jerárquica. Tarde o temprano te tratará de la misma manera.

8. Cásate con alguien que sea conversador. Alguien que cuente, que no te interrumpa cuando hables, que pueda jugar con las palabras sin creerlas sagradas. Es, por añadidura, más divertido.

9. Cásate con alguien que no adore el deporte ni profese culto al cuerpo. El espejo, la dieta o la televisión acabarán siendo más importantes que tú.

10 Cásate con alguien a cuyo lado sientas orgullo, con quien te resulte elegante y armonioso compartir el desarrollo de la vida. 

Rafael Manrique. Cásate (o no).

Portada de 'Cásate (o no)'
‘Cásate (o no)‘, de Rafael Manrique

Claire de Duras, precursora de la igualdad, el feminismo y la identidad sexual

Claire de Duras.

Es curioso que tengamos que retornar a principios del siglo XIX para darnos cuenta de que uno de los principales escollos que sigue trayendo de cabeza a nuestro mundo civilizado, la igualdad entre hombres y mujeres, así como la identidad sexual, fueron abordados por una de nuestras autoras más ilustres. Claire de Duras, de la que El Desvelo publicó ‘Olivier o el Secreto’, novela epistolar que escribió en 1823, y cuyo texto, considerado como la versión definitiva, fue traducido y prologado para nosotros por José Ramón San Juan.

Pero ¿Qué tiene de especial Olivier y qué secreto oculta? Pues, según San Juan, Olivier o el secreto protagonizó una hazaña única en los anales literarios. La historia, en la que se basa el libro y cuyo secreto tiene relación con el rechazo de un hombre a la mujer que ama, fue plagiada por Henri de Latouche que incluso tituló su libro igual que Duras. Posteriormente, autores de la talla de Stendhal o André Gide se basaron en Olivier, pero sin su secreto, para producir unas novelas de éxito cuyo argumento es misteriosamente parecido al Olivier original.

La razón de tanta expectación por la obra de Claire de Duras, siempre bajo el criterio de José Ramón San Juan, autor también de la novela de Duras que publicamos -‘Olivier o el secreto‘-, es debida a una serie de motivos. Entre los cuales destaca el éxito, no sólo en Francia sino también en Europa, que tuvo la escritora con dos de sus novelas anteriores: Ourika y Edouard; especialmente la primera, por la cual se la considerará más tarde como una de las escritoras precursoras del feminismo y, en concreto, una defensora de la igualdad de raza, en contra de la supremacía blanca y la esclavitud.

La propia escritora despertaba cierta envidia entre sus colegas masculinos reacios al éxito de una mujer que pertenecía a la aristocracia y, por lo tanto, considerada ociosa.

Es la personalidad de la autora de ‘Olivier o el secreto’ la que se termina imponiendo en sus obras. Fue una mujer excepcional en el Antiguo Régimen. Fundó un salón en apariencia literario pero en donde se hablaba de política. En el caso de Claire de Duras, con unas ideas e inquietudes políticas liberales como las de su padre, guillotinado por girondino, se reveló como defensora de la monarquía parlamentaria y de la democracia en una Francia absolutista.

Claire de Duras tuvo, sin embargo, una vida desafortunada a pesar de su posición, ya que era demasiado sensible e inteligente para los gustos de la época. Enamorada platónicamente de su amigo Chateaubriand con el que mantuvo una interesante correspondencia y al que apoyó y ayudó en su carrera política, no alcanzó ninguna contraprestación amorosa por parte de éste.

En el ámbito estrictamente literario, escribió en poco tiempo tres novelas cortas, entre las que se encuentra ‘Olivier o el secreto’. Las tres tuvieron como nexo de unión los amores desgraciados por varios factores entre los que se encuentra la desigualdad de sexo, raza o el, en el caso de ‘Olivier o el secreto’, la identidad sexual del protagonista. Y no es hasta muy entrado el siglo XX cuando una vez revisados estos textos se les excluyó de la injusta catalogación de novelas sentimentales para darle el sitio que se merecían como escritos elaborados por una mujer muy superior a su época y de la que Chateaubriand, quizá atormentado por el desdén con el que la trató, llegó a decir en sus ‘Memorias de Ultratumba ‘: “El calor del alma, la nobleza de carácter, la elevación del espíritu, la generosidad del sentimiento hacían de ella una mujer superior”.

No queremos dejar de hacer mención en el recuerdo a la figura de Duras del tristemente desaparecido José Ramón San Juan, quien introdujo a la perfección y tradujo las epístolas de Olivier. Tampoco sería justo no hacer mención del ilustrador Javier Jubera, quien se encargó de la imagen de cubierta de Olivier o el secreto.

Francisco Taboada, ‘programado’ para contar

Francisco Taboada, junto a su editor. Foto: Jesús Ortiz Pérez del Molino.

Francisco Taboada (Bilbao, 1957) es escritor y pedagogo, pero sobre todo lector, que es el auténtico oficio de aquellos que algún día quieren escribir y obtener el beneficio de la atención de otros como ellos. Así que Taboada es un escritor que lee o, mejor dicho, un lector que escribe. También ha sido profesor de Didáctica del Pensamiento en la Universidad del País Vasco; y, vamos sacando los dedos para enumerar como en los viejos tiempo, albañil, viajante de comercio, encuestador, librero, restaurador de muebles, barman, cuidador de ancianos… una experiencia laboral variopinta que refleja con humor en su obra literaria, porque Francisco Taboada no es un novel en esto de escribir. A lo largo de los años ha sido autor de los libros de poemas: Garbanzos (1979), Palabras dactilares (2011) y Frontera de carne (2015); de la obra de teatro El Maestro (2012); y de las novelas: Memorias de Yoser Pez (2006), La cosecha (2012), El pozo séptico (2015) y ‘Gerónimo de los paracaidistas’ (El Desvelo Ediciones, 2019). Ahora, con más lecturas a cuestas, vuelve a reincidir con esta editorial con los relatos de ‘Entre la multitud y el agua’.

Dicho llanamente, estamos ante un libro de tipo literario, más concretamente de narrativa, más concretamente de relatos y relatos de recorrido medio entre la ‘nouvelle’ y la novela corta. Esto es lo que podría decir el DNI del libro, junto con datos sueltos como el precio, las dimensiones o la calidad del papel. Pero van a permitirme que, antes de decirles de qué van realmente los cinco relatos de ‘Entre la multitud y el agua’ me explaye en una cuestión.

Francisco Taboada, como les comentaba previamente, fue lector antes que escritor. Él tiene la suerte o el mérito de poder disponer de su tiempo libremente y lo destina a actividades que la mayor parte de la población consideraría superfluas, pero son las que permanecen con el tiempo y en las que se fijan nuestros descendientes a la hora de hablar de nuestra época. Paco dedica su tiempo a leer, queda dicho, a hacer esculturas, a escribir y de vez en cuando cae algún viaje y algún libro.

Este ‘Entre la multitud y el agua’, que recoge en su título un bello verso de Paul Valery (“Ojalá no hubiera experimentado en tan alto grado la soledad, entreverada de orgullo y angustia; aquella percepción oscura y extraña del riesgo de soñar entre la multitud y el agua”) es un buen ejemplo de la metamorfosis de lector en autor. Dicho con otras palabras, de cómo una persona recibe un impulso irrefrenable por contar, por comunicarse, por transmitir sentimientos, conceptos, certezas, incertidumbres… todo aquello que puja por salir de nosotros, del mismo modo que nuestro cerebro es una esponja ávida de atrapar sentimientos, conceptos, certezas, incertidumbres, relatos, poesía, lo que sea.

Esta ‘programación’ del ser humano para contar y ser contada tiene una raíz evolutiva anclada en nuestro cerebro. La narración es una necesidad/facultad resultado de milenios de evolución y, como es bien sabido,todo aquello que no es útil para la supervivencia es desechado por nuestro cerebro. Entonces, ¿por qué contar y ser contado es útil para nuestra supervivencia? ¿Es tan caprichoso como parece el afán, un punto pretencioso, del escritor por contar y que los demás le prestemos atención? ¿O hay un poso necesario para seguir vivos en las enseñanzas y lecturas de un escritor?

No sé si Francisco Taboada se pone en modo tan prosopopéyico cuando decide coger el lápiz, la pluma o lo que sea para escribir o simplemente se pone a ello y, sin más, escribe. Pero algo hay en la escritura que nos es necesario. Aparte del placer y la belleza, cosas interesantes pero prescindibles a la hora de vivir, hay en los relatos, ciertamente; en la narrativa, ya sea ante el resplandor de un fuego en un campamento de cazadores-recolectores de hace 10.000 años o al cálido abrigo de la manta mientras se lee en invierno en la butaca, hay también, ya digo, un aprendizaje que nos es necesario. Tal vez sea ese el conocimiento que intuitivamente Paco y tantos otros nos intentan legar con su trabajo.

¿Enseñanzas? ¿Qué me va a enseñar el arte a mí? ¿Qué me resultará útil de este escritor?

Nadie viene enseñado al mundo, pero la narración, los cuentos, nos permiten acortar el camino a la hora de adquirir experiencia. En cierto modo sí es cierto que uno puede acudir a un centro comercial y comprar un kilo de experiencia en los términos que un consumidor quiera. Cámbiese ‘centro comercial’ por ‘libro’ y se obtiene lo que pretendo decir: experiencia encuadernada. Cuando leemos, cuando vamos al cine, cuando escuchamos a nuestro cantante preferido, no solo le damos fuerte a la dopamina que nos proporciona la belleza y el ingenio, con emociones tan fuertes y auténticas como si pertenecieran a la vida real, sino que también aprendemos. Ahora sería irrisorio planteárselo, pero ¿cuántos adolescentes aprendieron a besar en el cine? ¿Cuántos hombres y mujeres aprendieron a manejar la situación del cortejo viendo cortejar a Clark Gable, Vivian Leigh o Jack Lemmon? ¿Cuántos aprendieron lo que es la gran ciudad sin haber pisado una? ¿No hemos aprendido por otros a cómo reaccionar ante situaciones que pueda plantearnos la vida? ¿No es esa la cualidad de nuestra fascinación e interés por seguir leyendo: adquirir el conocimiento de cómo salir de apuros? ¿No somos más sabios, en definitiva, cuando cerramos un libro? 

Francisco Taboada afirma y tiene escrito que necesitaba contar estos cinco relatos de ‘Entre la multitud y el agua’. ¿Por qué? ¿Qué necesidad casi fisiológica tiene de contar, de poner por escrito? ¿Acaso no seguiría su vida un curso similar si no lo hiciera? ¿Se le caería el pelo, iría a la cárcel, sufriría mil y un tormentos si arrinconara los útiles de escribir y prefiriera pasear o ver la tele? 

Y sin embargo, escribe.

Pues algo debe haber cuando una persona dedica horas, días, semanas, meses, años de su vida a esto de escribir. Hay algo obsesivo en ello, fácil es deducirlo, que se sitúa entre el orgullo y la necesidad de comunicarse.

Creo que el acto de escribir es un acto de generosidad del escritor, por más que haya escritos que caritativamente merecieran ser enterrados. Del mismo modo que el escritor es generoso, el lector también lo es. Dedica su tiempo a otros. Quiero pensar que en un mundo ideal acosado por la amenaza atómica o pandémica solo sobrevivan los que han leído, que todos esos héroes mazados y tan seguros de sí mismo serán derribados en los primeros momentos y que solo el lector curioso tenga las habilidades necesarias para sobrevivir a los vientos furiosos del Apocalipsis. Pero sin ir tan lejos, la literatura da a quien tiene la generosidad de acercársele las herramientas para vivir y soportar los avatares de la vida. Piensen en la soledad. Todos sabemos lo que es, pero no sabemos adquirir las dosis justa para alcanzar un equilibrio ideal, sin el cual vivir es algo insoportable tanto por soledad extrema como por gregarismo extremo.

Sí, este libro contiene la soledad; y su autor da cinco claves que no ha podido evitar contar.

De lo innombrado, que no inefable

Hay una palabra hermosísima en castellano que es inefable, que significa aquella emoción que no puede ser expresada con palabras. No tiene nada que ver con aquello que no queremos mencionar por superstición o miedo. Por ejemplo, la muerte. Por ejemplo, la soledad. La soledad es un tabú en nuestra sociedad, en donde las dinámicas de grupo son norma de obligatorio cumplimiento, lo que no quiere decir que la emoción, a veces placentera, a veces desesperante, de la soledad sea inefable.

Francisco Taboada, aparte del oficio y la pulsión de narrar, también tiene el talento de convertir lo que es en apariencia inefable en algo decible, y también el atrevimiento de romper el tabú y dedicar cinco relatos de largo recorrido a la soledad, una experiencia por la que la mayor parte del público no estaría dispuesta a hacer cola por contemplar.

No hay nada tan peligroso y perturbador como la soledad. Puede ser un premio o un castigo, un bálsamo o un perro rabioso, algo deseado o repudiado, un síntoma de locura o de evidente cordura, la prueba del éxito o la manifestación de una derrota, sea lo que sea que consideremos éxito o derrota, términos en ocasiones intercambiables. Por eso, los cinco relatos largos de este libro presentan la soledad como una enorme paradoja, el grial luminoso y oscuro que buscamos con la esperanza o la frustración de no encontrarlo jamás. 

Es imposible estar solo, parece decirnos Paco Taboada, porque nuestro cerebro necesita para estar tranquilo sentirse integrado en la sociedad y que el fluido de nuestro pensamiento lleno de palabras se coordine con ella, contenga la multitud. al menos en su formulación más prístina: el propio lenguaje.

Pero, por otro lado, Taboada nos deja el mensaje embotellado en forma de libro de que la conquista de la soledad es necesaria para que exista la persona individualizada del grupo, no devorada y anulada por el conjunto. Soledad y alienación ahora parecen socios de toda la vida. 

Así lo comprenden los protagonistas del primer relato, Las hojas más duras, blancas y brillantes, donde una chica y un chico que crecen juntos utilizan a sus perros como talismán para defenderse de una realidad cada vez más abducida por las redes sociales. 

Y como el propio autor explica este relato y los que acompañan vienen de una experiencia directa, enquistada en la memoria, que no hay más remedio que exorcizar con palabras. “Así es como estos cinco relatos llegaron hasta mí”, dice. Pero no hay que engañarse, no se trata de autoficción. Porque las historias tienen anclajes en la realidad, pero su desarrollo es totalmente ficticio, especulativo. En cierto modo, Paco lo que hace escribiendo es llenar con ficción los intersticios dejados por la experiencia, porque como todos sabemos, la vida por lo general es avara e insuficiente, muchas veces imperfecta y rara vez nos da toda la información, ni mucho menos proporciona la claves. 

Tengo que contar/leer estas historias

En ‘Las hojas más duras, blancas y brillantes, Taboada tiene una tentación de contar una historia o completarla. ¿Qué historia? El mismo relata su origen:Mientras yo me adiestraba en el alzamiento de peonza hasta el cuenco de la mano o jugaba con los chicos del barrio al escondite, lo veía salir al atardecer acompañado de su hermoso perro en dirección opuesta a la nuestra, hacia el parque, y me preguntaba cómo podía soportar su soledad aquel chico esmirriado, el número uno de la clase, exento de gimnasia porque era asmático grave, aunque tenía novia desde crío, una chica bajita y saltarina con quien se disputaba todos los años el récord de Matrículas de Honor del colegio, pero un verano desapareció repentinamente y de entrada pensé que su familia se había cambiado de casa. Siempre quise contar esta historia”.

En el relato que da título al libro, ‘Entre la multitud y el agua’, una hippie desengañada se reintegra a la sociedad fabricando un perfil falso que oculta su vacío interior.  Pero, ¿cuál es su origen? “Como estaba tan enamorado de aquella chica, iba con frecuencia al cuarto de mi hermana para mirar la foto enmarcada de su grupo de amigas, donde destacaba ella, alta, perfecta, con su deslumbrante cabellera rubia rizada, vestida como las otras con un traje de vaquera en postura desafiante, y con el paso de los años a la menor oportunidad preguntaba qué era de su vida, por dónde andaba, porque lo había dejado todo y se había convertido en hippie, trotamundos, aventurera, así que cuando una década después mi hermana me dijo que ella había regresado, que parecía una vieja desilusionada, me  limité a cabecear igual que un perro bobo en la trasera de un coche. Siempre quise contar esta historia”.

En el tercero, Escaparate, una pareja es contratada por unos grandes almacenes para mostrar durante un año su intimidad a una clientela ordinaria. Pero, ¿cuál es su origen? “Regresaba con mi prima cogida de ganchete después de una boda familiar cuando al torcer hacia la Gran Vía vimos en el escaparate de unos grandes almacenes a una mujer dando los últimos retoques a un maniquí con vestido de novia, y comenté que sería interesante que te contrataran para casarte allí, con público en el exterior, y que después tuvieras que hacer tu vida diaria a la vista de todos durante digamos un año entero, pero mi prima dijo que no haría eso ni aunque le pagaran su peso en oro, a lo que yo repliqué que lo decía porque estaba delgada pero que se imaginara gorda, ¿cómo de gorda?, cien kilos, vaya, eso es mucho oro, primo, da que pensar, pero solo funcionaría en un relato de los tuyos, deberías escribirlo. Siempre quise contar esta historia”.

La cuarta historia, El Laboratorio, retrocede en el tiempo para encontrar el origen turbio de la demolición de un grupo de amigos. Pero, ¿cuál es su origen? “Cuando estaba a punto de cerrar el pub, llegaba aquel grupo de ejecutivos elegantes, con sus corbatas primorosas y sus zapatos italianos, preguntando con sorna si tenía Dom Pérignon o al menos Moët, chaval, que no tienes de nada, para a continuación pedir cinco whiskis del más caro, en vaso ancho, sin hielo, y mientras les servía comentaban las proezas sexuales de esa noche, eran puteros de lujo y presumían de tirarse a todo lo que se contoneaba a su alcance, pero una noche vinieron más cargados de la cuenta y cuando yo estaba en el almacén uno dijo algo de una chica y los demás le mandaron callar de inmediato, luego guardaron un silencio doloroso, dejaron la bebida a medias y sobre la barra el doble de la exorbitante propina acostumbrada. Siempre quise contar esta historia”.         

Por último, La casa sosegada presenta a un matrimonio de profesores acomodados que se embarca en un experimento arriesgado y extravagante para conservar su insatisfactorio estilo de vida. Pero, ¿cuál es su origen? ”Me gusta la poesía de mi amigo, es recia, profunda, elevada, merece los mejores calificativos, además él tiene un doctorado cum laude, unos conocimientos enciclopédicos, una cultura exquisita y ejerce como profesor de literatura española en la facultad de filología desde hace una década, de modo que a su mujer y al librero y a mí nos llamó la atención que solo nosotros cuatro estuviéramos en la presentación de su noveno libro, no acudieron ni sus alumnos, estaba consternado, así que nos fuimos a su casa y de puro rencor nos bebimos una botella grande de agua con gas, no le pusimos ni rodaja de limón, entonces él señaló con amargura a su jardín y dijo: Si mañana me encierro en una caseta de Leroy Merlin y escribo de nuevo el Cántico Espiritual, seguro que vendo cien mil ejemplares, y le dimos la razón, nos echamos a reír y descorchamos el champán. Siempre quise contar esta historia”.

Aquí tenemos cinco relatos y cinco orígenes, cinco visiones diferentes de un mismo problema, la hostilidad de un mundo en decadencia que arrastra hacia el abismo al individuo, indefenso y carente de voluntad. Es preciso resistirse, la soledad es una consecuencia, pero también un recurso para supervivientes. Y Francisco Taboada lo expresa con una versatilidad de estilos e historias: desde el lirismo del primer relato, hasta la brutalidad del cuarto, pasando por el surrealismo de ‘Escaparate’ y ‘La casa sosegada’, y el humor irónico de ‘Entre la multitud y el agua’. Los hay más dialogados y los hay más como torrenteras de palabras que anegan al lector, pero siempre, siempre, con una prosa efectiva, funcional, que va paso a paso, en una secuencia de lógica implacable, contando esa historia que siempre quiso contar y que ahora cuenta. Hay mucha vida, muchas experiencias, muchos libros y mucha buena escritura en esta selección de relatos.

El posible lector ha de decdir ahora si esto puede servirle de provecho o no.

Javier Fernández Rubio. Presentación de ‘Entre la multitud y el agua’.

La exploración de los límites de la dignidad, en ‘La enfermedad’, de Klabund

El escritor Ricardo Martínez Llorca dedica, en la revista Culturamas, una crítica a la obra ‘La enfermedad’, de Klabund. Os dejamos una cita y un enlace a la publicación digital.

Un extraño grupo de gente se reúne en una pensión, como se reunieron, aunque en diferente escala, los protagonistas de La montaña mágica. Y así se da origen a algo que está trazado con el formato del cuento largo o de la novela corta, pero que bien podríamos catalogar como teatro de situación. De hecho, hay un ligero guiño metanarrativo, pues dentro de la obra algunos de los protagonistas se disponen a participar en una obra de teatro, y otros a ser espectadores. Se nos indica, de alguna manera, que ellos son conscientes de formar parte esencial, tan esencial como es la creación de personajes, de una obra. Y el tema de esta obra es una exploración acerca de los límites de la dignidad. Entendiendo por dignidad un atributo social: la dignidad se demuestra manteniendo una compostura en un entorno y en unas circunstancias, que pueden ser tan tristes como una tuberculosis.

Ricardo Martinez Llorca. Culturamas

‘Un millón de pasos’ vuelve a la carretera: continuamos la gira por Castro, Pamplona, Vega de Pas y Barreda

Dentro de unos días reanudaremos nuestra gira de presentación de ‘Un millón de pasos’, el libro de viajes de Álvaro Machín que nos está dando muchas alegrías y satisfacciones. Las próximas paradas serán en Castro Urdiales, Vega de Pas, Pamplona y Barreda. Estamos con ganas de difundir el afán viajero de Machín y su vis periodística a la hora de relatar sus andanzas… y de paso celebrar con alguna que otra sorpresa varios cumpleaños, entre otros, el nuestro.

Un millón de pasos, de Álvaro Machín

Sí, Victoria O’May volvió a hacerlo

Sí, Victoria O’May volvió a hacerlo. Por tercera vez ha diseñado para nosotros la cubierta de un libro.

Primero fue la del libro de relatos ‘Entretanto, en algún lugar’, de Ángela Mallén. Luego volvió a hacerlo con el poemario de Kepa Murua ‘Canciones para Pau Danés’. Y dentro de unos días podréis ver su última creación: la cubierta de ‘Microorganismos’, también de Ángela Mallén.

Nosotros estemos encantados de que esta diseñadora brasileña de nacimiento, pero nómada de corazón, sea tan reincidente.

victoriaomay.com

Oi. Hello. Hola.

I’m Victoria O’May Alves, Brazilian by birth and a nomad at heart. I help brands and ideas come to life through thoughtful processes and a conceptual approach.

After working as an art director/creative for the advertising industry in São Paulo and London for a few years, in 2012 I decided it was time for a change in lifestyle and career direction and moved to Spain. I’m now based in the Basque Country working internationally with clients and in partnerships, with a special focus on brand identity, visual narratives and illustration. I approach design from a strategic perspective and strive to create work with a spark of wonder.

If you like the work and would like to chat about a project, a collaboration or just say hi, please do so. You can email me at hello@victoriaomay.com or use the form below. I’m always interested in working with people who want to make things better.

Soy Victoria O’May Alves, brasileña de nacimiento y nómada de corazón. Ayudo a que las marcas y las ideas cobren vida a través de procesos reflexivos y un enfoque conceptual.

Después de trabajar como director de arte/creativo para la industria de la publicidad en São Paulo y Londres durante algunos años, en 2012 decidí que era hora de cambiar de estilo de vida y dirección profesional y me mudé a España. Ahora estoy basado en el País Vasco trabajando internacionalmente con clientes y asociaciones, con un enfoque especial en identidad de marca, narrativas visuales e ilustración. Me acerco al diseño desde una perspectiva estratégica y me esfuerzo por crear trabajos con una chispa de asombro.

Si le gusta el trabajo y le gustaría conversar sobre un proyecto, una colaboración o simplemente saludar, hágalo. Puede enviarme un correo electrónico a hello@victoriaomay.com o usar el formulario a continuación. Siempre estoy interesado en trabajar con personas que quieren mejorar las cosas.

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De las muchas Venecias, por Rafael Manrique

El Festival de Venecia, que se celebra estos días en la Serenissima, vuelve a traer a la palestra una ciudad que es, como define Rafael Manrique, nuestro autor de En Venecia, una obra maestra. Nada en el mundo se le parece, nada en el mundo es más bello. Una ciudad salida de la mano del hombre, que no estaba en la naturaleza, pero que es naturaleza si el hombre la construyó. Una ciudad que, como los grandes héroes del pasado, no está llamada a perdurar.

Os dejamos un fragmento de su libro:

Es inexacto usar aquí el singular, más propio sería hablar de Venecias: una fantasmal, otra real, otra histórica, otra literaria, otra imaginaria, otra delirante, otra condenada…; tal vez por eso es inagotable. Se puede saltar de una a otra. Y todas son completas y raras y capaces de resonar con eficacia en eso que sea el alma humana. Nunca creo haberla comprendido, a Venecia, digo; al alma, aún menos. Y nunca tengo bastante como para no desear volver una y otra vez. Es lo que pasa con las obras maestras, siempre están por delante de uno. Y, aunque se encuentra en declive desde hace ya cientos de años, conserva intacto su encanto delicado, frágil y bello. Supongo que es su excepcionalidad lo que la hace tan conmovedora, lo que me ata a ella. O tal vez sea esa debilidad, esa fragilidad que ahora tiene. Su belleza deslumbrante la aleja de nosotros, pero su vulnerabilidad la acerca. Es una ciudad que produce más sensaciones de las que se pueden gestionar. Las calles, las plazas, las iglesias, los palacios están hechos de una mezcla coherente y armónica de mármoles de varias tonalidades y bellos ladrillos rojos…; y, sobre todo, canales. Y puentes. Ha habido más lugares así. Dicen las crónicas que Tenochtitlán, la capital azteca que vieron los españoles al llegar al Nuevo Mundo, también era muy hermosa. Viajeros por China describieron también ciudades con canales y bellos edificios. Lo que la diferencia de ellas es que a esta resulta fácil acceder. Las otras ya no existen. Dejando al margen este crudo realismo, lo que nos conmueve aquí es la acumulación en una laguna, donde el mar Adriático forma una elegante media luna con Europa, de estilos arquitectónicos y urbanísticos entre oriental, occidental, mítico y poético de una belleza inefable. De ahí surge una ciudad distinta a todas. La atmósfera, el ambiente no es el del Estambul otomano e islámico ni el de las viejas ciudades europeas medievales o monumentales, siempre con una referencia final a Roma. 

Es una ciudad que produce más sensaciones de las que se pueden gestionar

Rafael Manrique, En Venecia
En Venecia, de Rafael Manrique.

Una clase social que empieza a sentirse segura, poderosa y rica va creando un tipo de ciudad que más bien se vincula con Bizancio o, más exactamente, a una forma idealizada de ella, más imaginaria que real. El resultado es que Venecia posee elementos bizantinos, romanos, medievales, barrocos, renacentistas, incluso los siglos XX y XXI empiezan a asomarse a sus canales, lo que contribuye aún más a esa mezcla fantásticamente acertada que es esta ciudad. Es como si, de forma invisible pero real, contuviera la esencia de toda ciudad humana.

Carnaval de Venecia. © Frank Kovalchek, Anchorage, Alaska, USA

Imágenes de una feria: #Felisa2022, en Santander

Aquí os dejamos unas imágenes de los primeros días de la feria del libro de Santander, conocida este año cono #Felisa2022. En ella podréis ver a autores nuestros como Francisco Taboada, Eduardo González, Aurora Díaz, Marta Falagán y Álvaro Machín; ajenos como Héctor Abad Faciolince, Laura Restrepo y Joaquín Marta Sosa; nuestros amigos Jesús, Marga y Coral; nuestros compañero de stand a quien desde aquí damos una vez más las gracias, Giuliano y Alicia, de #Artpapel, y al propio alma mater del encuentro, sin el cual esto no sería como está siendo, Paco Gómez Nadal. (No, no nos olvidamos los libros de Milrazones, Mochuelo y otras muchas editoriales con las que compartimos espacio).

Nuestras últimas novedades en Felisa 2022, la Feria del Libro de Santander, del 1 al 10 de julio

El próximo viernes comenzará una nueva, y renovada, edición de la Feria del Libro de Santander, que lleva por nombre Felisa 2022. Es para nosotros un placer volver a participar como editorial en esta feria que es la de nuestra ciudad. En esta ocasión compartiremos el stand de Artpapel, al que desde aquí queremos agradecer el gesto de darnos cabida.

Durante la feria esperamos la visita de algunos de nuestros autores al stand. En cuanto a las actividades, el periodista cántabra Álvaro Machín presentará ‘Un millón de pasos’, el sábado, 9 de julio, a las seis de la tarde. Una hora después, nuestro editor Javier Fernández Rubio dialogará sobre la figura de José Hierro con el escritor y divulgador Jesús Marchamalo.

Un año más estaremos con nuestras novedades, 11 en lo que va de año, aunque algún libro más llevaremos de 2021. Ellos estarán a disposición del público como lo siguen estando en las librerías más importantes y en nuestra página web.

Esperamos que el tiempo acompañe y el público también.

Ah, y tendremos alguna sorpresa.

Pincha en cada imagen y la web te dirigirá a su página.

Ángela Mallén escribe sobre ‘Canciones para Pau donés’, de Kepa Murua

Canciones para Pau Donés, de Kepa Murua.

De Ángela Mallén hemos publicado su colección de relatos ‘Entretanto, en algún lugar’, cuya portada ilustró la diseñadora afincada en Vitoria Victoria O’May. Ambas han participado en la génesis del poemario de Kepa Murua ‘Canciones para Pau Donés’, que acaba de ver la luz. Victoria también se ha hecho cargo de la portada del poemario de Murua. En el caso de Ángela, el prólogo lleva su firma. En las líneas que suceden está lo que escribió:

Fue ante un café o una infusión, charlando como otras veces de literatura y de los gajes del oficio, Kepa Murua me cuenta sobre su nuevo poemario, de escritura ligera -dice-, un cancionero escrito en paralelo a otro libro serio y transcendente. Los versos comenzaron a brotar mientras el poeta acompañaba a un amigo muy querido en su larga y angustiosa despedida. En esa encrucijada entre la luz y la sombra se sitúa la escritura de estos versos punzantes y tiernos como el dolor de la pérdida. Un día, Murua escuchó la canción Humo de Pau Donés y, desde entonces, aquella música antes desconocida para él se vuelve compañera en el duelo y en el proceso de escritura. También el cantante sufría de la misma enfermedad que el amigo, con el mismo ritmo implacable de su azote. Y, de este modo, el libro se convierte en Canciones para Pau Donés, una colección de poemas que suenan con la música del silencio y buscan una fórmula liviana para que el espíritu siga cantando.

Ángela Mallén.

Con la estructura sencilla de un cancionero y la sonoridad de un devocionario, encontramos letras que podrían ser cantadas como jaculatorias o salmos. Se trata de una miscelánea, pero el tono sostenido le da coherencia. El tono de rezo. Casi se escucha susurrar en la noche antes de conciliar el sueño. Algunos poemas, de tono confesional, suenan como un lamento con la cabeza recostada en el hombro de un amigo. Otros parecen expresar en voz alta el pensamiento durante una noche sin sueño. Muchos contienen frases de código ético o conducta moral ante la vida. Hay congoja, contrición, júbilo, derrota, consuelo: una transferencia de material emocional y vital, es decir, una entrega. El poema inicial No te vayas parece una súplica, pero exige redención. Su frescura y expresividad nos anuncian ya una atmósfera distinta a la poética de constructos y saltos mentales propia de Murua; pero sí se reconoce la fórmula de su lenguaje, aquí más cercano a la oralidad: la sintaxis diáfana que frecuenta y el susurro reflexivo que caracteriza su obra. 

El amor se desnuda ante la ausencia, en la niebla, bajo los dibujos del cielo. La soledad del poeta canta frente a lo invisible y lo inevitable, en esa línea difusa que separa lo que permanece de lo que se desvanece. Nostalgia, ternura y el perfume que a veces desprenden ciertas palabras en el ánimo. El bálsamo que supone elegirlas y escribirlas para reconstruir la brisa de un suspiro que suena / y revive en los oídos.

Canciones para Pau Donés es, por tanto, un libro-homenaje para quien ya no está, pero cuya voz continuamos escuchando porque nos hablaba de la vida con verdad y de la muerte con valor. Sus emociones siguen latiendo en estos poemas que presentan la fuerza innovadora y quebradiza del indie pop y el aroma litúrgico de las plegarias. La ternura oculta en los avatares de la vida se muestra aquí como una caricia del mundo: En el suelo resbaladizo / hay una flor que me mira. / Una gota de lluvia / va del árbol a mi cara.

En los dos versos finales, el cantante y el poeta se abrazan hombro con hombro, como en un sirtaki de Zorba y Thomas Eliot: Solo tú ante mi final / y yo ante tu comienzo. 

Ángela Mallén. Del Prólogo de Canciones para Pau Donés.

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