‘Cosas que solo suceden cuando a ti te pasan’

Jul 16, 2020 Autores
Cosas que solo suceden cuando a ti te pasan

La escritura es un ejercicio de continuados movimientos tectónicos. Uno escribe y de pronto algo, bajo sus pies, se mueve. Y de ese movimiento, en ocasiones, brota el poema. Recordemos que un poeta como Wallace Stevens gustaba de decir que “no todos los días el mundo se ordena en un poema”. Es cierto, no siempre el poema, ese no-nato hecho de palabras, oculto, bajo tierra, se hace presente. Sin embargo, cuando lo hace, cuando las palabras al fin toman su apariencia de orden, el poema adquiere formas inesperadas, muta, se nos hace propio y ajeno al mismo tiempo. Si acudo a metáforas geológicas –no sé si es la expresión correcta- es porque en estos poemas de Javier Fernández Rubio el mundo, precisamente, se ordena a través de un movimiento físico, terráqueo, que enlaza con otro movimiento radicalmente físico: el amor. El amor entendido como esa piedra alada, de la que hablase el poeta José Watanabe. Naturaleza y cuerpo, piedra y carne se funden indisolublemente en este libro que el carne se funden indisolublemente en este libro que el carne se funden indisolublemente en este libro que elcarne se funden indisolublemente en este libro que el lector tiene entre sus manos. Ese “hipócrita lector” que somos todos y que Baudelaire definió astutamente. Un Baudelaire que, necesariamente, estará presente desde el inicio del libro. ¿Quién sino en la historia de la literatura moderna ha sabido compaginar mejor que el poeta francés la pasión amorosa y la carnalidad más cruda?

Del Prólogo. Alberto Santamaría

desvelo_es “sobre los escombros de mi amor/ edificaré mi casa/ mi casa que/envejecerá conmigo/pero vivirá más que yo/otros moradores/insuflarán nueva savia/a estos escombros/y sobre ellos eternamente/latirá mi amor/
se levantará mi casa”. 

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