Harry Houdini (Budapest, 1874–Detroit, 1926), se llamaba realmente Erik Weisz, o Erich Weiss si se prefiere, nombre que se dio antes de emigrar a Estados Unidos. Houdini fue el ilusionista y escapista por antonomasia, así como, y esto es más desconocido, uno de los azotes de los espiritistas, a los que desenmascaró a lo largo de su vida.
Antes que ilusionista fue deportista. Fue nadador y un estudiante de magia aplicado. Llegó a tener una de las mayores bibliotecas sobre magia.
De adolescente, como en los cuentos, se escapó con un circo. Y trabajó continuamente para mantener a su familia. Fue cuando encontró un libro del Robert Houdin, otro mago al que idolatró, cuando Erich Weiss pasó a convertirse en Houdini.
Antes de morir, preparó una prueba definitiva contra su tan aborrecido espiritismo. Creó un código que comunicaría a su mujer si le era posible en el plazo de diez años tras su muerte. Se dice que ningún médium consiguió comunicarle el código correcto a su atribulada viuda.
Erich Weisz es también el título de uno de los relatos de Patricia Rodríguez en La huida inversa, en donde el eco de Houdini llega hasta la actualidad.