Víctor del Río.- Pero, ¿en qué nivel de la formación operaría este conocimiento del arte? ¿por qué las artes deberían hacernos mejores?
Jeff Wall.- No hay ninguna garantía de que la formación de nadie pueda llevar en una dirección predecible. Todo tiene lugar en un contexto de libertad. Pero hay un largo y alentador registro histórico de los beneficios obtenidos de la apreciación y el disfrute estéticos, incluso si contamos con cierto número de contraejemplos.
V. R.- Y deberíamos intentar no confundir el enfoque político con la mala conciencia, algo que probablemente es un riesgo en nuestros días.
J. W.- Desde luego. Los contraejemplos a menudo tendrán que ver con gente que estuvo intensamente implicada en el arte y la alta cultura y que, sin embargo, fueron capaces de participar en acciones y movimientos atroces; o como mínimo eludieron resistirse a ellos. En España, con su historia política, estoy seguro de que hay muchos ejemplos de esto.
V. R.- Bueno, quizá, es cierto que estas cuestiones siempre se producen paradójicamente. En España hubo una generación de pintores, los informalistas, que fueron promovidos por el régimen franquista a pesar de que su obra parecía denunciarlo y gritar contra las injusticias que lo sustentaban. No sé si encaja en lo que tratas de decir.
J. W.- Pero, a pesar de todas las circunstancias complicadas y frustrantes, el proceso de Bildung es una de las pocas posibilidades que tenemos. Si lo elimináramos ¿qué ganaríamos? Si es posible ir más allá de ello, hacia otra dimensión o nivel de creatividad, ¿implicaría ello necesariamente el rechazo de la parte que el arte autónomo representa en el proceso? La noción de vanguardismo en el siglo XX ha estado bastante tenazmente interesada en este rechazo, viéndolo como una parte del acto de ir más allá.
Extracto de ‘La querella oculta. jeff Wall y la crítica de la neovanguardia’.
Traducción: Eva Gallud Jurado.