El niño-caramelo: Rax y el autismo social

Feb 13, 2013 News, Uncategorized

finlan3-¿Fue un niño solitario?

-Mi primer amigo era sordomundo, no tenía oídos. Yo tenía seis-siete años y el tenía nueve años y el pelo rojo. Nos comunicábamos con miradas, desarrollamos nuestro propio lenguaje. Esto es muy importante. Pasábamos los días en el bosque. Una vez ocurrió algo extraordinario. Durante la Segunda Guerra Mundial, Finlandia estuvo aliada con los nazis durante dos años. En Oulu había un centro portada_baja2militar con barracas para los batallones. En el bosque yo y mi amigo encontramos un cinturón de balas de ametralladora y desfilamos orgullosos con él igual que si fuéramos soldados, sin entender lo que estábamos haciendo. Fue un sentimiento fantástico el que tuvimos. Éramos chicos mudos y fuimos tratados como héroes.

-Pero, ¿podía hablar?

-Sí, por supuesto. Yo empecé a hablar, pero para mí era muy difícil. Yo podía, yo iba a la escuela, pero nunca preguntaba. Un día -yo tenía nueve años- hubo una fiesta de Navidad en el colegio y el profesor preguntó quién quería ser caramelo y contar a los demás alumnos la historia del caramelo. Yo fui el único dispuesto a hacerlo. Todos esperaban un escándalo porque yo no hablaba. Pero me puse mi disfraz de caramelo. Sólo se me veían los ojos y expliqué la historia del caramelo. Creo que en ese momento, delante de 600 alumnos en la gran sala de nuestra escuela, empecé a ser artista. Necesitaba saber quién era yo.

Voy a contarles algo sobre la luz. Lo primero que hice fue aprender a hablar. Yo quería ser periodista y el periodista tiene que hablar con la gente. Desde los nueve años hasta la adolescencia estuve muy solo y me pasaba todos los días leyendo. Pero cambié, empecé a hablar. Me dijeron: “No te preocupes, habla”. Esto me recuerda una anécdota de Jung, cuando acudió a él una familia con un niño enfermo porque no podía hablar. ¿Puede ayudarnos?, le pidieron. El llevó el niño a otra habitación y lo sentó y le dijo: “Vamos a jugar como si estuviéramos en el escenario de un teatro; tú eres un chico que no puede hablar, ¿entendido?”. Pero el chico respondió a Jung con una voz muy nítida: “Señor, yo no puedo representar a un niño que no puede hablar“. Jung entendió que el chico había guardado rax jovensilencio toda su vida simplemente porque el tenía otro lenguaje distinto al de sus padres y el resto del mundo. Ahora, el muchacho había hablado claramente a Jung porque al final había encontrado a una persona que entendía su propio lenguaje interior y su espiritualidad; así que el chico empezó a hablar perfectamente. Era un autista social y había que abrirlo por dentro.

-¿Ese era su caso?

-Sí. Yo escapé a la literatura. Leí novelas realistas como las de Richard Wright. Me sentí como un negro finés. Ernest Hemingway y Sun also rises. Quise ser periodista, como Jake Barnes, herido en la guerra, había algo roto en él. Sentí que tenía un problema como él.

-Ha dicho que tuvo una infancia solitaria. ¿Cuándo descubrió que quería ser artista?

-A los 15 o 16 años. Yo tenía miedo de los otros chicos, que ejercían una violencia sobre mí, era horrible. Tenía dificultades en las clases de lengua, de idiomas. Tenía mucho miedo de hablar. Pero en el instituto eran todo chicas en mi clase, sólo había dos chicos. El otro era muy buena persona y fuimos muy amigos. El escribía en periódicos, era al revés que yo. Yo pasaba mucho tiempo montando en bicicleta, pensando, pensando en la luz y en la luz, quería experiencias. Yo amaba la ficción, no la realidad. La realidad era una pesadilla para mí, todos los días.

Extracto de ‘Fabricando ladrillos de luz para la casa de Ícaro’. El Desvelo Ediciones.


A %d blogueros les gusta esto: