Cuando sopla el viento sur, el aire se carga de electricidad, de iones, electrones y cosas raras que agitan lo que anda por dentro y hacen perder el sentido. Algunos se tiran por el balcón, otros se ponen a hablar, que es bastante más sano. En la foto, algunos sospechosos habituales y otro bengalí durante la Surada poética y voraginosa el pasado día 21 en el Café Opera de Santander.
Foto: Jesús Ortiz