Se buscan lectores. Autores hay de sobra; editores, también; libreros hay bastantes, pero van menguando; lo que cada vez cuesta más encontrar es un lector, uno de los productos más sofisticados que nuestra civilización ha producido. Un lector tarda lustros en formarse, carretadas de esfuerzo, dedicación y dinero. Por eso cada vez que un lector compra un libro, y sobre todo si es nuestro, unas campanitas suenan en el cielo. Entonces sabemos que un ángel ha recuperado sus alas.
‘Disjecta membra’, de Alberto Hontoria, ya está aquí
Este libro sorprenderá a muchos. Es completamente distinto a lo que hemos hecho hasta ahora. Tendremos a la venta estos ‘Miembros dispersos’ el 29 de septiembre…