‘A pesar de los estragos del tiempo’, de William Morris: un extracto

El saber del pasado persiste en nosotros, ‘a pesar de los estragos del tiempo’. Esta cita de William Morris da título a esta selección de escritos del gran renacentista británico, padre del movimiento ‘Arts & Crafts’, compuesta en dos bloques: SOBRE LIBROS: Comentarios sobre los libros iluminados de la Edad Media. La imprenta con Emery Walker. El libro ideal; y SOBRE ARTES POPULARES: Las artes menores. Improvisación. El arte de la gente. Campo y ciudad. Cómo podría ser una fábrica (I). Cómo podría ser el trabajo en una fábrica (II y III). Siendo escritos ‘técnicos’ sobre las más variadas disciplinas, dan cuenta del amor de Morris por los libros y su elaboración. Aquí está el Morris más batallador e ideológico, en un sentido cultural de la palabra.
Hay otro tipo de entretenimiento provisional, que consiste en hacer un viaje en tren a un lugar para luego volver pronto. Hay dos razones que impulsan a la gente a tal empresa, y una actúa sobre los ricos y otra sobre los pobres. Para los ricos, es difícil mitigar el deseo de estar donde no se encuentran, lo que los lleva a Suiza, al Rin, a Italia y a Jerusalén; y al Polo Norte, y a cualquier parte… La mayoría de esa gente visita los lugares mirándose los bolsillos y, exceptuando que pudieran haber satisfecho su ya mencionada ansia por el movimiento perpetuo, habrían hecho mucho mejor si se hubiesen quedado en casa.
Admito que es diferente el caso de los pobres de las grandes ciudades y distritos fabriles. Sus hogares están tan desprovistos de todo placer sensorial, que bien podrían desear quedarse mirando detenidamente los campos verdes y el sol brillándoles encima, o el viento y la lluvia propagándose sobre ellos. Pienso que ir desde un lugar desagradable y aburrido a uno hermoso, y mirarlo, para luego volver al aburrimiento y la fealdad, no termina siendo otra cosa que un sucedáneo, después de todo. No quiero ver la belleza de la faz de la Tierra una vez por mes, ni una vez por semana, ni una vez al día, sino siempre. No puedo aseverar más que hacerlo una vez por mes sería como cenar con la misma frecuencia. El verdadero placer —que convierte a esta forma de viajar en una imitación— consiste en hacer hermoso y placentero el lugar donde se trabaje y se viva. En consecuencia, se podría estar en casa y disfrutar como se debe, y se podría aprender sobre la fisonomía y la expresión de cada árbol, de cada rama, de cada pequeña extensión y sus hondonadas, hasta que se conviertan en nuestros queridos amigos. Y luego, una y otra vez, se podría ir desde ese hogar amigable a ver las frescas bellezas y maravillas que haya en otro lugares, y de ese modo cargar la mente con recuerdos útiles para los días de calma, siempre con la certeza de que las conocidas e infatigables bellezas de nuestras casas nos recibirán para recobrar el viejo e intacto placer. Así es como digo que debería ser; cuando hayan aprendido a conciencia el motivo de porqué eso no sucede ahora, podrán —lo espero y lo pienso— disponer sus mentes lo antes posible, y actuar en consecuencia.
William Morris