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‘B’, de Alberto Santamaría: un extracto

B, de Alberto Santamaría.

Erik Weisz gustaba de darse a la fuga. Alcanzó la fama con un truco llamado Metamorfosis. Siendo un hombre inocente era capaz de escapar de lo mejor que el sistema penitenciario podía ofrecer: la máxima seguridad. Erik lograba salir de cualquier cosa, y eso le hizo poseedor de un gran número de enemigos dentro del sistema político y judicial, pero en igual medida era capaz de reclutar a un número elevado de seguidores. No era ni un criminal ni un santo, y precisamente por eso, por resistir en esa fina línea roja, logró la fama e hizo de su vida una larga fuga. La huida es el argumento básico, como el deseo, la única posibilidad de seguir siendo humanos. 

Mi enfermedad es esto: un buen truco de magia.

B. es un joven periodista, cargado de nihilismo y con una bala en la rodilla, que es testigo, en una sucesión de idas y vueltas temporales, de un mundo caótico en donde la violencia, el azar y la falta de asideros estables lo envuelven y lo conducen hacia un final abierto.

El autor de la novela es Alberto Santamaría (Torrelavega, 1976), doctor en Filosofía por la Universidad de Salamanca, en donde imparte clases. Es autor de los poemarios ‘El orden del mundo’ (Renacimiento, 2003), ‘El hombre que salió de la tarta’ (DVD, 2004), ‘Notas de verano sobre ficciones de invierno’ (Visor, 2005), Pequeños círculos (DVD, 2009)y el ensayo ‘El poema envenenado. Tentativas de estética y poética’ (Pre-Textos). Ha editado la poesía ultraísta de José de Ciria y Escalante y la novela ‘Logaritmo’, de Antonio Botín Polanco. Con El Desvelo Ediciones ha publicado ‘La vida me sienta mal?, sobre el movimiento romántico en Europa y el ensayo ‘Si fuera posible montar en una bruja’, sobre la obra de Leandro Fernández de Moratín.

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De ‘B’ a ‘La vida me sienta mal’, primero y último

Hace casi seis años, comenzamos nuestra pequeña aventura publicando B, de Alberto Santamaría. Todo lo espartana que era su cubierta (incluido título tan lacónico) era barroco su interior, una desopilante narración, tan cautivadora como intensa, una de las mejores narraciones que hemos publicado. Casi seis años y 38 libros después volvemos a publicar a Alberto, uno de nuestros autores más reincidentes, a la par que amigo. Con La vida me sienta mal, un ensayo cuya publicación se dilató con el tiempo (es lo que pasa cuando hay confianza), y en donde ahondamos en otra de las muchas facetas de Santamaría, la ensayística. En esta malavida se revela como el pensador original, apasionado y erudito que es (cosa que ya sospechábamos), una de las principales voces intelectuales de este país y si no, al tiempo… Por nuestra parte, esperamos que la tercera entrega no se demore tanto.

Portada
B

La vida me sienta mal7
La vida me sienta mal

Alberto Santamaría, Premio Ariel y libro

Nuestro querido Alberto Santamaría acaba de recibir el premio Ariel a los mejores blogueros de ensayo, junto a César Losada Romero, Ferran Caballero Puig, Rebeca Pardo Sainz, Álvaro Arbonés Serrano, Pablo Simón Cosano y Roberto Enríquez de Rétiz. Estamos muy contentos con él. Alberto es estrecho colaborador nuestro y uno de nuestros autores. Concretamente, de esa novela tan radical que solo podría haber salido de su mano: B. Nuestro primer libro.

Estamos convencidos de que Alberto se adentra en un camino que le deparará más y más reconocimientos.

Los siete ganadores del Premio Ariel mejores blogueros jóvenes de ensayo reflexionan sobre la actualidad en el libro que recoge sus trabajos, ‘Los nuevos inquilinos’. Y citamos: “Es un libro comprometido que ahonda en los problemas, debates y controversias intelectuales del presente. Con la voluntad de reconocer el trabajo y el talento de aquellos quienes desde los medios digitales siguen reflexionando sobre el presente a través de las ciencias sociales y las humanidades, Ariel se propuso convocar el Premio Ariel mejores blogueros jóvenes de ensayo.”

Se trata de un libro que recoge siete textos inéditos. La crisis, el devenir de España, el desgobierno de lo público o la banalización de la cultura son algunos de los temas sobre los que gira este libro.

Lo dicho, felicidades.

Reseña de B, por Javier M. Llamazares

La Revista Qvorvm publica una reseña de la novela B, de alberto Santamaría, en su último número. El artículo está firmado por Javier M. Llamazares. Gracias a todos.

Reseña en Qué leer

Abajo, chiquito chiquito, junto a los chicos de Nevski, la revista Qué leer nos ha reseñado en términos elogiosos el libro de Alberto Santamaría, B. Estamos contentos porque entrar en las publicaciones en papel de ámbito nacional es tan necesario como difícil.

Reseña de ‘B’ por Carlos Ealo, en Kattigara

http://www.kattigara.com/index.php?option=com_content&view=article&id=56:resena-qbq-de-alberto-santamaria-por-carlos-ealo&catid=37:el-fondeadero-de-los-chinos&Itemid=62

La recientemente creada Editorial Kattigara, un proyecto radicado en Cantabria y con ganas de “promocionar el gusto por la Literatura en todos sus géneros”, ha colgado en su página web (www.kattigara.com) una reseña de Carlos Ealo sobre ‘B’, la primera incursión narrativa del poeta Alberto Santa María, el que fue primer libro de El Desvelo, así como la obra que inauguró la colección ‘El legado del barón’. Todo un estreno.

Nos permitimos reproducirla a continuación. Y, de paso, volvemos a felicitar a Kattigara por su nacimiento y, seguro, feliz vida editorial. Y gracias a Carlos Ealo, por su atención y sus palabras.

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Carlos Ealo. Crítica de la novela titulada “B”, de Alberto Santamaría (Santander, El Desvelo Ediciones, 2009).

Músico vulnerable, factótum poético o esteta in pectore, son algunos de los calificativos que acuden a mi memoria a la hora de intentar describir la figura del escritor Alberto Santamaría (Torrelavega, 1976). Aunque más conocido en los círculos literarios por su premiadísima obra poética a lo largo de la última década, este joven autor inicia aquí su andadura por las sendas narrativas de la novela breve —o nouvelle— de la mano de El Desvelo Ediciones, una nueva empresa editorial radicada en Cantabria cuyos principales pilares se basan no sólo en el alumbramiento de obras literarias de calidad, riesgo y provocación sino también en la distribución de éstas a lo largo de todo el Estado español: no hay mejor antídoto contra el provincianismo que abrir fronteras en un mundo occidental cada vez más globalizado.

De este modo, la novela “B” supone la primera entrega de esta entusiasta editorial dentro de su colección El Legado del Barón, epígrafe que ya indica un claro homenaje a la figura de Ítalo Calvino y su afán europeísta. Si una noche de invierno, un viajero interrumpiera su diario devenir para internarse en las páginas de este libro, seguro que encontraría una edición muy agradable a la vista y una portada sobria pero moderna, cosa que se agradece.

Comienza uno adentrándose en sus páginas a través  del eficaz prólogo de Mada Martínez, el cual nos avanza algunos de los guiños que más tarde encontraremos en el texto: hibridismo, fragmentación y gusto por lo grotesco. Lo cierto es que si hay algo que merece la pena destacar de este libro es su estructura discursiva que, siguiendo lejanos ecos postmodernistas de Foster Wallace, Palahniuk o el primer Loriga, presenta toda una serie de escenas en forma de flash- back o flash-forward que trasladan al lector desde los márgenes hasta el centro de la historia o viceversa y que sirven, además, para ir caracterizando gradualmente a los diversos personajes que entran y salen en la trama. Hay que reseñar aquí las escenas impactantes de la cabeza de mujer hallada al azar en una solitaria carretera o el feto de bebé malogrado dentro un bolso, dignas de figurar en cualquier guión de los hermanos Cohen o del imprevisible David Lynch. Aunque quizá también haya que decir, más allá de estos secundarios desasosiegos, que lo principal de la trama en esta novela acaba siendo la construcción de la propia identidad del narrador, encarnado en esa enigmática “B” y, por ende, en la función del escritor como alter ego (a veces omnisciente, a veces caótico) del protagonista.

En cuanto al estilo, podemos comentar que es una novela de lectura fluida cuyos mayores hallazgos se encuentran en los símiles, metáforas y pinceladas líricas que el buen poeta que es Santamaría distribuye a lo largo del libro, bien como nexos de unión entre las diversas escenas o quizá como escalones en la búsqueda que todo escritor siempre hace para sí respecto a su existencia y el significado de su propia escritura. En definitiva, podemos concluir diciendo que “B” es una loable opera prima narrativa que enlaza nuestra producción novelística con las corrientes más actuales de un género cada vez más híbrido que lleva ya tiempo combinando guiños cinematográficos, poesía, lenguaje periodístico, o retazos de novela negra.

En el fondo, nuestra enfermedad como lectores críticos es eso: intentar desvelar los signos que hoy marcan el aire de los tiempos.

Carlos Ealo

En la web de La Central

La Central, en el Diario Montañés

El Desvelo, el último proyecto editorial surgido en Cantabria en torno al libro y la creación literaria, presenta sus credenciales esta semana en Madrid. Su obra inaugural, una insólita y celebrada incursión en prosa del poeta y profesor Alberto Santamaría, su libro ‘B’, será objeto el próximo jueves, día 28, en La Central del Museo Centro de Arte Reina Sofía de esa velada de presentación, que tendrá lugar a las siete de la tarde. El Desvelo, que se ha incorporado con fuerza al panorama editorial, dejó claro desde su arranque el pasado año su intención de proyectarse a nivel nacional y hacer hincapié en la importancia de consolidar una distribución sólida.
El Desvelo Ediciones, que en breve anunciará sus nuevos proyectos, es una iniciativa creada e impulsada por los periodistas Mada Martínez y Javier Fernández Rubio. Ha arrancado con la colección de narrativa, ‘El legado del barón’, en la que ha visto la luz el libro de Santamaría, a la que seguirán las dedicadas a la poesía (Última Thula’), el ensayo (‘Malentendido’), la crónica periodística (‘Krónica’) y el arte (‘Café Magritte’).
Alberto Santamaría es doctor en Filosofía por la Universidad de Salamanca, donde actualmente ejerce como profesor de Arte Contemporáneo y Crítica de Arte. Ha publicado cuatro poemarios en editoriales nacionales (todos ellos galardonados) y dos ensayos, pero ‘B’ es su primera incursión narrativa.
El nombre de la obra es ese personaje indefinible que acompaña al hombre, y que en el caso de este libro es la literatura. Su narración «se lee como se escucha una canción, en donde la letra importa menos que la música, que la literatura». La librería Gil albergó la presentación de esta editorial con sede en Cantabria que pretende hacerse hueco en el panorama literario español.

Nos vamos a la capital!

Camino de La Central

 

El jueves de la semana que viene, a partir de las siete de la tarde, estaremos en la librería de La Central, en el Museo Reina Sofía, presentando ‘B’ y las novedades que están próximas a llegar. Entre los intervinientes repiten el autor, obviamente, y Antonio Notario, que nos encanta. Estamos contentos y agradecemos a la librería la gentileza que tiene por acogernos.

Fragmento de ‘B’

Cambiemos de escena.

Se llama Isadora R. Veo algunas de sus fotos en un número

atrasado de una revista de moda.

Saltemos, si te parece, hasta el instante en el que conozco

a Isadora. O a cuando todavía no la conozco.

Ahora la ves, ahora no la ves.

Ahora sé quién es, ahora no.

Se llama Isadora R. Modelo de tercera o cuarta fila. Quizá

la recuerdes. Sobrevoló sobre ella un efímero escándalo que le

llevó a la fama al menos durante diez minutos. Isadora pertenece

a la parte gregaria de las modelos, la menos visible.

La belleza se esfuma rápidamente, se sacude, se agita

bruscamente como el pez que recién pescado vibra con torpeza

dentro de una vieja cesta de mimbre.

(La huida es siempre una buena costumbre, una buena

opción)

Me acerco. Cuento al menos tres bujías en mi camino

hacia ella, esparcidas como gusanos moribundos, mientras

su agente me reclama con desgana. Ahí la tienes, dice. Me

observa durante un par de segundos asomando unos ojillos

graciosos y enrojecidos por encima de las gafas apoyadas sobre

la punta de su nariz.

Enseguida me da la espalda.

Hablamos mientras posa.

No. No me importa.

Su brazo derecho reposa escuálido sobre su cintura.

Mi defecto está en las caderas, dice justo en el instante en

el que se recuesta semidesnuda sobre el capó de un Seat Ronda

totalmente oxidado y agujereado, con los bordes cortantes

como una lata de sardinas mal abierta.

El fogonazo de un flash y el grito desesperado de un tipo

gordo, de cabello acharolado, embutido en un traje caro,

hacen que cambie de postura sobre el mismo capó.

Con su cambio de postura también cambio yo.

¿No es eso exactamente lo que hacemos a diario aquí

dentro?

Si no tuviese estas caderas —seduce a la cámara, flash,

continúa hablando— habría llegado más lejos, mucho más

lejos. Pero esto no lo pongas, no, no lo escribas, hay mucha

envidia, añade mientras señala con su dedo largo y macilento

mi pequeño bolígrafo y sonríe profesionalmente.

Otro fogonazo.

Cambia de lado.

Cambio de lado.

Escribo. Hablo de sus caderas.

No tendría que pasarme el día anunciando llantas de coches,

por ejemplo, o ambientadores contra el mal olor, ni

ridículos peladores de patatas para teletienda.

Ella, sin saberlo, quizá sea la clase media de la moda.

Esa clase que posa en desguaces, mataderos, plantas químicas

abandonadas y malolientes, etc.

¿Sabes? Todo no fue así desde el principio…

El truco para anunciar algo horrendo es llevarlo a un

sitio como éste, a un agujero como éste, así, por contraste, la

fealdad brilla, resalta.

Es como la chica fea que busca amigas aún más feas para

poder destacar. Forma parte de la evolución. En algún lugar

lo he leído.

Me habla de su vida. De sus inicios en esto de ser modelo.

Me habla de su vida, y sí, es cierto, eso me gusta. Sí, me

gusta la delicada forma de envolver sus mentiras, como una

dependienta de manos filamentosas y lentas que se entretuviera

en distraer a su cliente.

Sí, es cierto, la cantidad de veces –dice tras otro fogonazo−

que me lo he tenido que hacer con tipos repulsivos,

supuestos empresarios, modistos, modistas… ¿Asco? No lo

sé…

Mete tripa, querida, grita vulgarmente el director de

arte apartándose de la escena, cabizbajo. Camina observando

el brillo de sus botas de punta plateada. El sol se refleja sobre

ellas con un desprecio que parece agradarle.

No me quiere decir su edad. Mientras me cuenta su vida

realiza, ante el fotógrafo y el director artístico, poses tris-

temente sensuales contoneando su cuerpo, mordiéndose la

yema del dedo índice, apartándose el cabello…

Apenas hay luz ya. Los últimos rayos rebotan contra la

luna de un desvencijado Mercedes Benz ¿amarillo? La erosión

de este paisaje es lenta, pero definitiva.

El viento comienza a levantar finas motas de grava que

metódicamente nos envuelven. Desde la suficiente distancia

pareceremos seguramente fantasmas entre coches fantasmas.

Cuando termina se pone una bata rameada, horrible.

Me dice casi soy feliz, y sonríe. Se unta luego la cara con una

crema viscosa llamada Presemce. Me lo enseña sin dejar de

dibujar, como un tic, ese gesto de extraña dicha en su boca.

Tiene los dedos y la barbilla embadurnados de esa masa viscosa.

Es cierto. Mira −me acerca un tarro a la cara−. Es un

preparado con semen de cerdo. Pre-Sem-Ce. ¿Lo ves? El

semen de cerdo retrasa el envejecimiento.

Se detiene en cada una de las sílabas para poder sonreír.

Deformación profesional.

Utiliza las sonrisas como comas en una frase muy larga.

Anochece. La gente comienza a salir de allí apresuradamente

como ratas ante el sonido de una flauta.

Ella sostiene como un pequeño trofeo el semen de cerdo

en su mano.

Tengo un gato, añade mientras recoge sus cosas. Es el

tercero o el cuarto en dos años. Me olvido de ellos −ríe− a

veces se escapan, otras se mueren.

Nos despedimos con dos besos silenciosos. Siento entonces

en mi cara la pastosa forma del semen de cerdo.

Su agente me da el material que necesito.

Gracias.

Sí.

Adiós.

Su problema está en las caderas, pienso en ello mientras

se aleja. La observo. El vaivén de su cuerpo al caminar hace

que vaya dejando paréntesis sin cerrar en el aire.

Al fin, pasadas las horas, salgo lentamente de allí, mientras

la noche comienza a caer sobre nosotros como un pesado

y descuidado toldo negro.

De camino a casa recuerdo haber pasado muy cerca de

una granja porcina y haber sonreído como ella y haber sentido

envidia de los cerdos.

¿Era esto lo que hoy querías oír?

Podemos ir si quieres a cuando era joven y periodista y

casi era feliz. Podemos incluso ir más atrás: antes de conocer

a Isadora R., cuando era

otra persona.Podemos regresar al desguace.

Más atrás.

Más.

Un contrapicado.

Podemos incluso sentir el olor de los coches abandonados.

El olor de la humedad sobre las llantas agujereadas…

Sí. Vayamos más atrás.

Más.

Rebobina.

No. No sé dónde está mi hermano.

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