Etiqueta: diseño

Servicios editoriales, otra línea de nuestra actividad

Desde que comenzamos nuestra andadura editorial hace 11 años prestamos servicios editoriales a aquellas empresas y personas que nos los encarguen. Hemos hecho trabajos de diseño, de edición, de ilustración, de maquetación y de producción de un libro, con el único condicionante de que no lo ponemos en nuestro canal distribuidor.

En las imágenes superiores pueden verse tres ejemplos de otros tantos libros que confeccionamos y que entregamos a sus respectivos clientes. El primero, a la izquierda, un trabajo académico de uso para profesionales de la enseñanza y relativo a la implantación de los criterios de ‘inteligencias múltiples’ en el aula; un segundo, conmemorativo del 40 aniversario de Unate-Universidad Permanente; y un tercero, una Corona Poética a Joselito el Gallo, del cual se cumplió en 2020 el primer centenario de su fallecimiento en Talavera de la Reina.

Procuramos poner en estos encargos el mismo cuidado que si fueran libros propios y el resultado ha sido satisfactorio siempre para quien ha confiado en nosotros. El proceso que seguimos, en lo que atañe a un libro, incluye los procesos de redacción, corrección, maquetación, preimpresión e impresión, siempre en contacto estrecho con el cliente. Una vez que el libro sale de nuestras manos, nuestra la labor ha concluido y ya es tarea de otros.

El porqué de una cubierta. Victoria O’May habla de ‘Entretanto, en algún lugar’

Entretanto, en algún lugar

-¿Por qué este diseño?

-Optamos por la simplicidad y los colores vivos para transmitir las cualidades de experimentación y espontaneidad del libro. El trazo gestual y sencillo anuncia un libro fresco y libre.
Los tres elementos gráficos y gestuales tienen diferentes colores porque representan una cara como un todo, pero también cada uno de ellos es un símbolo en sí mismo.
El perfil amarillo fluye como un río/camino/frontera entre los dos ojos, separando ambos lados de la piel, interior y exterior. Cada ojo representa diferentes estados de conciencia; vigilia y sueño. El título se coloca justo donde estaría la boca, por lo tanto, “las historias se cuentan solas”.

Why this cover?

We opted for simplicity and vivid colours to convey the qualities of experimentation and spontaneity found in the short stories. –
The three graphic and gestural elements have different colours as they represent a face as a whole, but also each one of them is a symbol in itself. The yellow profile flows like a river/road/border between the two eyes, separating both sides of the skin, inner and outer. Each eye represents different states of consciousness; wakefulness and dream. The title is placed right where the mouth would be, therefore ‘the stories tell themselves’.

Las historias se cuentan solas…
Al otro lado de la piel fluye la vida en su esplendor, patetismo y misterio…
El tiempo teatraliza las historias para que te duermas poco a poco, o quizás
para que despiertes de una vez.
Y así todo sucede entretanto, entre siempre y jamás, en algún lugar de tu
vigilia o de tu sueño.

Victoria O’May, diseñadora

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‘A pesar de los estragos del tiempo’, de William Morris: un extracto

A pesar de los estragos del tiempo

El saber del pasado persiste en nosotros, ‘a pesar de los estragos del tiempo’. Esta cita de William Morris da título a esta selección de escritos del gran renacentista británico, padre del movimiento ‘Arts & Crafts’, compuesta en dos bloques: SOBRE LIBROS: Comentarios sobre los libros iluminados de la Edad Media. La imprenta con Emery Walker. El libro ideal; y SOBRE ARTES POPULARES: Las artes menores. Improvisación. El arte de la gente. Campo y ciudad. Cómo podría ser una fábrica (I). Cómo podría ser el trabajo en una fábrica (II y III). Siendo escritos ‘técnicos’ sobre las más variadas disciplinas, dan cuenta del amor de Morris por los libros y su elaboración. Aquí está el Morris más batallador e ideológico, en un sentido cultural de la palabra.

Hay otro tipo de entretenimiento provisional, que consiste en hacer un viaje en tren a un lugar para luego volver pronto. Hay dos razones que impulsan a la gente a tal empresa, y una actúa sobre los ricos y otra sobre los pobres. Para los ricos, es difícil mitigar el deseo de estar donde no se encuentran, lo que los lleva a Suiza, al Rin, a Italia y a Jerusalén; y al Polo Norte, y a cualquier parte… La mayoría de esa gente visita los lugares mirándose los bolsillos y, exceptuando que pudieran haber satisfecho su ya mencionada ansia por el movimiento perpetuo, habrían hecho mucho mejor si se hubiesen quedado en casa. 

Admito que es diferente el caso de los pobres de las grandes ciudades y distritos fabriles. Sus hogares están tan desprovistos de todo placer sensorial, que bien podrían desear quedarse mirando detenidamente los campos verdes y el sol brillándoles encima, o el viento y la lluvia propagándose sobre ellos. Pienso que ir desde un lugar desagradable y aburrido a uno hermoso, y mirarlo, para luego volver al aburrimiento y la fealdad, no termina siendo otra cosa que un sucedáneo, después de todo. No quiero ver la belleza de la faz de la Tierra una vez por mes, ni una vez por semana, ni una vez al día, sino siempre. No puedo aseverar más que hacerlo una vez por mes sería como cenar con la misma frecuencia. El verdadero placer —que convierte a esta forma de viajar en una imitación— consiste en hacer hermoso y placentero el lugar donde se trabaje y se viva. En consecuencia, se podría estar en casa y disfrutar como se debe, y se podría aprender sobre la fisonomía y la expresión de cada árbol, de cada rama, de cada pequeña extensión y sus hondonadas, hasta que se conviertan en nuestros queridos amigos. Y luego, una y otra vez, se podría ir desde ese hogar amigable a ver las frescas bellezas y maravillas que haya en otro lugares, y de ese modo cargar la mente con recuerdos útiles para los días de calma, siempre con la certeza de que las conocidas e infatigables bellezas de nuestras casas nos recibirán para recobrar el viejo e intacto placer. Así es como digo que debería ser; cuando hayan aprendido a conciencia el motivo de porqué eso no sucede ahora, podrán —lo espero y lo pienso— disponer sus mentes lo antes posible, y actuar en consecuencia.  

‘¡Qué tirria! Los mejores y más odiosos cuentos clásicos’

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El próximo jueves, en la librería Estvdio de Santander (calle Burgos), se presenta, a las siete y media de la tarde, un proyecto que me es muy querido y en el que he participado por partida doble: diseñando la cubierta y adaptando el pensamiento de una docena de ilustradores participantes mediante la redacción de unos textos alusivos a cada obra.

Se trata del libro ‘¡Qué tirria! Los mejores y más odiosos cuentos clásicos’.

La propuesta, del editor de Milrazones, Jesús Ortiz, era irresistible: sencilla, original y un punto transgresora: ilustrar los cuentos que, por alguna razón, no despertaban todo el entusiasmo que los adultos esperaban concitar. A mí estas cosas me encantan.

Todos tenemos nuestras filias y fobias. Yo, por ejemplo, me llevo fatal con Peter Pan, y otro tanto, cada uno con sus referentes, la docena de ilustradores que han recreado otras tantas estampas clásicas de la mitología infantil: Los tres cerditos, Caperucita, Rapunzel…, así hasta doce. La relación de ilustradores, los auténticos protagonistas, es la siguiente:

Yolanda Mosquera, Marina EiroKike Ibáñez, Maria Beitia, Marcos Guardiola (Maguma), Mónica Jorquera, Paloma Corral, Fría Aguilar, Paz Tamburrini, Raquel Fernández , Yael Frankel y Pablo García.

Este reverso de los cuentos infantiles es el que me ha guiado a la hora de hacer un diseño de cubierta que he pretendido sencillo y básico. He jugado (el juicio en todo caso es de los lectores) con la luz y la oscuridad y también con esa otra parte de nosotros que es todo lo que leemos, todo lo que experimentamos, todo lo que nos gusta y todo lo que detestamos, un cóctel que nos acompaña siempre como una sombra. Pero quería dejar clara la tirria. ¿Cómo evidenciarla? Busqué a una niña que no fuera dócil y ahí la tenemos, de brazos cruzados ante los fantasmas que pueblan su niñez. Lo divertido y lo ‘tirrioso’, lo aceptable y lo criticable, el mundo de los adultos frente al de la infancia.

Dejé a un lado todo lo que suelo utilizar cuando hago mis propios libros: fotos y grabados, preferentemente; y también rehusé competir con los ilustradores, convirtiéndome en el número 13, porque uno puede ser atrevido en sueños, pero no es recomendable serlo durante la vigilia. Una difícil papeleta, con varias opciones, que finalmente se decantó por la opción deliberadamente ‘tenebrista’, pero no exenta de humor y un toque melancólico.

Tengo que hacer mención especialmente a la gran labor de la coordinadora editorial, y a quien se le ocurrió la idea del libro, Carmen Palomo, quien me ha guiado, con su experiencia y conocimiento, por este denso mundo, de apariencia ligera, que es el relato infantil. El tono, la voz, la precisión del detalle no hubieran sido posibles sin los comentarios sagaces de Carmen Palomo. Mis textos, que acompañan a las ilustraciones, son en cierto modo suyos.

Tampoco hubiera sido posible sin la guía de Jesús Ortiz, un editor que se está haciendo camino en el mundo del álbum ilustrado de una manera rápida y clara, y a quien desde aquí doy las gracias y deseo la mayor de las fortunas con este libro, los que le precedieron y, claro está, con los que vendrán después.

Y ahora os dejo con las palabras de la propia editorial que, mejor que yo, cuentan de qué va esta ‘¡Qué tirria’, que a mí me a hecho exclamar: ¡Qué estupendo!

De todos los cuentos que nos contaban de niños, seguro que algunos nos producían muchísima tirria, bien porque los cuentos tenían un contenido en moralina importante —hay que ser trabajador como la hormiga y el cerdito mayor, no divertido como la cigarra y los dos cerditos menores—, bien porque el protagonista nos resultara desagradable por cualquier otra razón. El caso es que había cuentos que no soportábamos.

Propusimos a 12 ilustradores que eligieran un cuento que a ellos les produjera verdadera tirria para que lo ilustraran. También les pedimos que nos explicaran qué les molestaba del cuento en cuestión. Con esa información le encargamos al periodista Javier Fernández Rubio unos textos brevísimos, que no interfirieran con la ilustración. El resultado es este libro, que contiene 12 láminas presentando 12 cuentos clásicos retratados desde un punto de vista insólito.

Como ya hicimos con el Calendario revolucionario laico y universal, ¡Qué tirria! es a la vez una antología de ilustradores infantiles hispanos contemporáneos que nos gustan especialmente. No están todos los que son, pero decididamente son todos los que están.

http://www.milrazon.es/Libros/que-tirria-los-mejores-y-mas-odiosos-cuentos-clasicos.aspx

Nueva web de ACDOS Actividad Contemporánea

Imagen

Actividades Contemporánea, que es la empresa que nos ha dado la imagen corporativa, estrena nueva web: ACDOS. Es una web estupenda que recoge nuestro trabajo. Felicidades a Mónica Álvarez Careaga y Carmen Quijano.

http://www.actividadcontemporanea.com

Las madres de 'B'

Mónica Álvarez Careaga, a la izquierda, y Carmen Quijano, son dos de las muchas madres que ha tenido ‘B’. Son  la empresa AC2 y sólo podemos decir que estamos muy contentos de haberlas encontrado y que siempre nos sorprenden. Brillantes, muy brillantes, y a la vez, buena gente. Historiadora del arte, curator, y cerebro en ebullición, la primera; Carmen, sencillamente una artista. Nos brindaron su apoyo y su paciencia y las dejamos libertad de hacer y deshacer. Además, nos soportaron haciendo hueco en sus múltiples obligaciones. Detallistas y muy profesionales, con un bagaje profesional impresionante, de su mano hemos descubierto un mundo fascinante. Para colmo, el libro les gusta. Seguiremos con ellas y espero que ellas con nosotros. Gracias.

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