Ayer tuvimos la puesta de largo de ‘El perseguido’, en la librería Gil de Santander, con un videoconferencia con el autor, Daniel Guebel, en la que durante 55 minutos disertó sobre su obra, su concepto de escritura y, ya puestos, Argentina, España y esa visión melancólica que tiene de la existencia y que se trasluce, entreverada de una prosa imaginativa y cargada de estilo literario, en sus textos. Cruzamos los dedos y la tecnología nos respetó. La verdad es que fue una gran tarde.
En la página de arriba reproducimos la entrevista a Guebel que publica hoy El Mundo Cantabria. La reproducimos íntegra aquí abajo:
“El humor es un impulso contra la importancia”
Daniel Guebel (Buenos Aires, 1956) y la eterna huida, la duplicidad, la esencia humana y, también, la aventura. El escritor argentino destripa a Ferreti, un antihéroe algo caradura, algo paranoico en El perseguido, la última novela publicada por la editorial cántabra El Desvelo.
Pregunta.- El perseguido surge de su anterior novela El terrorista. ¿Qué le atrajo del personaje de Ferretti que le llevó a dedicarle un libro?
Respuesta.- Me gustan las novelas de personajes (soy un servidor cervantino, como se nota en Carrera y Fracassi) pero en general me siento a escribir llevado por tensiones. Voy derecho y de cabeza al asunto. Es el núcleo de hierro del asunto, su nudo, lo que me compete; el resto son sus funciones. En este caso, sí, El perseguido salió como un capítulo de El terrorista, que cuenta en clave personal las peripecias del fallecido Giovanni Ventura, un editor de izquierda extraparlamentaria italiana que fue acusado por el Estado de ser el autor intelectual del atentado fascista en Piazza Bologna.
El terrorista es un libro bastante raro, pero comparado con El perseguido, parece casi clásico. Ambos coinciden, sí, en el punto en que ambos personajes padecen agónicamente su destino. Y se diferencian, creo, en el tratamiento de la peripecia. En El perseguido quiero lograr ámbitos de extrema condensación de la aventura, donde el personaje atraviesa una serie imposible de hechos a máxima velocidad, para después caer en momentos de expansión del acontecimiento, justo cuando este se reduce a la mínima expresión. Hay una frase espantosa, que tipifica el fracaso de un escritor, y que voy a utilizar ahora: «Lo intenté, no sé si lo logré».
P.- ¿La disolución de la identidad es, paradójicamente, uno de los elementos identitarios del hombre?
R.- Recuerdo que Nabokov decía que el yo es un diamante precioso contemplado bajo cualquier luz, algo digno de ser conservado y trabajado en todo su brillo. A la vez, y litigando un poco con la afirmación del maestro ruso, podemos observar que la disolución de la identidad es, en términos místicos, la búsqueda de la incorporación en un ego impersonal, oceánico, colectivo o supremo, y en términos personales una catástrofe íntima de lo más interesante. Diría que la construcción de un personaje –y de la vida de una persona– se realiza en esos tres niveles, el de la hipotética trascendencia, el de la hipotética existencia y el de la hipotética desaparición.
P.- Frente a la clonación de Ferretti está la unicidad de Hunico, que, en el trasunto de genio científico, puede entenderse como una parodia de Dios. Dado que en la novela hay otras referencias religiosas, ¿puede entenderse como una reflexión sobre la trascendencia, la inmortalidad, la religión?
R.- ¡Sí, cómo no! Y si quiere agregue otras reflexiones. Hunico sería, en el fondo, la multi-clonación realizada, porque no necesita multiplicarse para huir: está en todas partes y aparece cuando le da la gana. Hay otra lectura, con la que podemos aburrir al lector y disuadirlo de comprar el libro, ya que estamos revelando todos sus secretos por adelantado: Hunico no es sólo, posiblemente, Dios. Hunico es, desde ya, un Uno, lo Único, pero también puede ser un Huno, es decir, un bárbaro germano, en este caso un nazi que quiere destruir a Ferretti cuando este, en alguna de sus metamorfosis, se convierte en judío.
P.- ¿La realidad puede explicarse con lo fantástico? ¿La ficción es el método más realista que existe?
R.- ¿A qué llama realidad? ¿Cómo sería explicada? ¿El lenguaje como un registro exacto de un sentido oculto en los hechos sin palabras? Si la explicación es lenguaje, el lenguaje es una construcción autónoma, que habla de sí misma, o, en todo caso, construye versiones, interpretaciones de lo que aborda. Y la realidad, si es que existe algo así, permanecería ajena a esas presunciones verbales. ¿O no? No sé, voy a releer a Parménides.
En cuanto a la ficción, diría que es una realidad tan real como cualquier otra, íntegra y autónoma. Si pensamos en su referencia «material», las cosas que nombramos (coches, casas, países, personas), la ficción, no sería realista ni anti-realista, sería productora de nuevas realidades por arte combinatoria.
P.- Hay en su novela una sucesión frenética de personaje y situaciones. Hay mucho de cinematográfico en la obra. ¿Coincide en ello? Incluso en el argumento hay un episodio en Hollywood.
R.- ¡Cine de super-acción! Importa, sí, en algunos momentos, el elemento visual, pero me importa la comicidad y no la parodia, con ese airecito de estar por encima de aquello que toma por objeto de burla. El episodio cinematográfico tiene menos que ver con Hollywood (o con la industria del cine) que con la multiplicación especular de la identidad del protagonista.
P.- Si el mundo es un caos, ¿el único final posible es la destrucción como en su obra?
R.- El final será la destrucción, como sugieren los astrofísicos. Pero no nos apuraremos. ¿Adonde irían a parar mis libros, en ese caso? Me gusta el Apocalipsis como recurso de corte en mis narraciones.
P.- ¿Qué papel juega el humor en su obra?
R.- Es un sano impulso a eliminar el exceso de importancia, socava la inflación de sentido.
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