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Silvia Carnicero, antropóloga forense: “No hay otra necrópolis en Cantabria con este nivel de uso: ya se han encontrado los restos del individuo 44”

Silvia Carnicero, forense.
Silvia Carnicero, forense.

Es forense y por lo tanto realiza autopsias y evalúa a heridos en accidentes y en otros sucesos en los que la Justicia reclama una evaluación física de los afectados, pero su pasión se remonta a un tiempo mucho más antiguo. Como forense, y como antropóloga forense, de un modo u otro su vida está rodeada de despojos humanos a los que interroga para saber cómo vivieron y cómo murieron. “Los forenses no nos dedicamos solo a autopsias. En patología forense hay mucho paciente vivo, aunque la gente no lo crea, pero yo me dedico básicamente a realizar autopsias. Al margen de mi trabajo del día a día, me he formado como antropóloga y me dedico a estudiar muertos más antiguos”, comenta al empezar la entrevista.

Quien así habla es Silvia Carnicero, una bilbaína de 43 años que ha dedicado su tiempo libre a estudiar 18 yacimientos arqueológicos de Cantabria, que darán lugar a una tesis doctoral sobre cómo eran, de dónde procedían y cómo vivieron y murieron los cántabros del interior y de la costa en el entorno del año 1.000. Está casada con Yeyo Balbás, escritor cántabro de novela histórica al que conoció haciendo recreación histórica y por el que acabó residiendo en Cantabria. Su grupo dedicado a revivir la historia con trajes y representaciones se llama ‘El clan del cuervo’ y está integrado por aficionados de todo el país. Todos recrean la época visigoda.

Pero si Silvia Carnicero ha salido a la palestra recientemente es porque integra el equipo que investiga los restos que se excavan en una pequeña calle que flanquea la catedral de Santander, denominada Los Azogues. Acaban de empezar y ya tienen, literalmente apilados, 44 esqueletos, en buena parte niños, que datan al menos del siglo XIII. Ella no se ocupa de excavar, sino de investigar las tumbas y las osamentas aplicando la observación y herramientas como isótopos radioactivos y la genómica, el estudio del ADN extraído de los huesos. En los días en que acaba de darse el Nobel de Fisiología y Medicina al investigador sueco Svante Pääbo, galardonado por desarrollar el genoma del neandertal, Carnicero tendrá que tomar muestra y analizar los datos de ADN que extraiga del yacimiento. Como si se tratara de un libro, leerá en ellos los hábitos de vida y culturales de aquellos primeros pobladores de uno de los principales asentamientos de la Cantabria post-romana.

¿Qué le dicen los huesos?

Los huesos pueden decir más de lo que pensamos, solo hay que preguntarles.

¿No era algo esperable encontrar una necrópolis junto a la catedral de Santander?

Desde mi perspectiva, la arqueología medieval no está desarrollada en Cantabria. Era esperado el yacimiento que se ha encontrado, pero teniendo en cuenta que no se ha excavado en Santander, o que gran parte quedó arrasado después del incendio de los años 40, lo que queda es muy poco. Aunque no formo parte del equipo de arqueólogos [integrado por Lino Mantecón y Javier Marcos], el yacimiento de la catedral es importante porque se está excavando con tecnología actualizada, con preocupación por los restos humanos, porque otros yacimientos se excavaron antes sin que los restos humanos fueran lo más importante.

¿Caben sorpresas en la excavación? ¿Está datada la necrópolis ya?

Hubo una primera campaña en 2018-2019 y esta es la segunda fase, que se tuvo que aplazar por agotarse los fondos y, claro, el yacimiento era mayor de lo que se esperaba. En aquella primera se dató parte del muro que había aflorado, que era del siglo X.

¿Y los restos?

Es seguro que los restos pertenecen al siglo XIII y precedentes. Como todavía no se ha llegado a los niveles más inferiores no se sabe hasta qué época se va a llegar. Ahí está la incógnita.

¿Cuándo se despejará la incógnita?

En lo que afecta a mi trabajo, seis meses, un año a más tardar.

El yacimiento es pequeño en extensión, pero por lo que dice es profundo.

Sí, es profundo y revela que había una promiscuidad entre viviendas y cementerio. De hecho, hubo normativa que prohibía hacer fiestas ya que todo se hacía cerca al ser el espacio tan pequeño y no existir el recelo ante los muertos que hay ahora.

¿Cómo es su trabajo en el día a día?

Yo solo analizo las tumbas. En ese yacimiento hay estructuras murarias, tanto del castillo como de la catedral primitiva, vasijas… Todo eso lo examinan los arqueólogos.

Luego usted se centra en los restos humanos. ¿Cuántos cadáveres hay sepultados?

Ahora van ya por el individuo 44. Es una necrópolis muy intensamente utilizada. Están uno encima de otro. Es la típica necrópolis urbana, en el sentido de que es un espacio pequeño, intensamente usado.

¿Le ha sorprendido?

Sí, por cómo son las necrópolis en Cantabria, en el entorno rural, con mucho espacio. Pero no hay otro ejemplo en Cantabria de este nivel de uso. Son restos revueltos, recolocados, con individuos unos sobre otros. Hay un individuo, por ejemplo, con tres cabezas sobre la pelvis. En las tumbas se inhumaba a una persona junto a los restos de otras.

Hay un individuo, por ejemplo, con tres cabezas sobre la pelvis. En las tumbas se inhumaba a una persona junto a los restos de otras

En concreto, ¿qué intentará averiguar?

Estoy efectuando un estudio multidisciplinar que abordará la parte física de la población enterrada en la necrópolis (edad, estatura, enfermedades, etc.) y especialmente investigaciones genéticas para determinar dietas o depósitos de metales de cara a conocer las diferencias sociales que existían o el tipo de población que se enterraba en este cementerio de la ciudad de Santander.

¿Se ha conservado el yacimiento intacto con el paso de los siglos?

La catedral se amplió durante la época gótica, en el barroco y tras el incendio [de 1941] y por lo tanto ha habido alteraciones y encontramos tumbas con huesos descontextualizados.

La tumba en sí, ¿cómo es?

A pesar de que en la época se enterraba con tumbas de lajas, en la catedral son fosas con ataúd, la gran mayoría, o sin ataúd. Es importante la cantidad de clavos de ataúd que se están encontrando.

¿Cómo eran los enterramientos?

Los muertos se enterraban con sudario. Aunque la cristianización impedía enterrar con ajuar, se ha encontrado un anillo y una moneda. Irían vestidos, pero los tejidos desaparecieron.

¿Qué le dice el anillo?

Los anillos se asocian con sepulturas de mayor rango. Puede significar que se trata del clero de la abadía. Antes de que Alfonso VIII le concediera el Fuero [en 1187 el rey castellano nombró al abad dueño y señor del pueblo y dotó a la villa de un fuero para facilitar la actividad económica], e incluso antes, quien dirigía la ciudad era el abad. Estamos hablando de la élite social de la ciudad de Santander. De hecho, las casas de la Rúa Mayor eran de clero de la entonces abadía.

¿El estudio del ADN qué está revelando?

Yo estoy haciendo el estudio antropológico puro y duro: sexo, edad, estatura, patologías que pueda haber… Todavía no hay resultados del ADN. Santander está en el Camino de Santiago y era una villa marinera. A lo mejor encontramos sujetos foráneos enterrados. Igual se confirma que hay mucho intercambio de personas, o al contrario. Son preguntas que están en el aire y a las que intentará responder no solo la genética, sino también los estudios de isótopos.

¿Qué dirán los isótopos?

Servirán para comprobar, por ejemplo, si hubo un movimiento de población grande desde Toledo por la conquista árabe. Los estudios de isótopos facilitan información sobre traslados. Los estudios pueden hablar de proximidad a la costa, alimentación y del origen de las personas. Los isótopos y la genética nos pueden permitir hacer mapas de población y compararlos con otros de la meseta.

¿Cuál era la esperanza de vida?

La esperanza de vida oscilaba entre los 35 y 45 años, tanto en hombres como mujeres, con picos de mortalidad asociados en los varones a conflictos bélicos y en el caso de las mujeres, a los partos. Habrá que estudiar si en la Catedral hay una curva demográfica diferente.

¿Es similar la proporción hallada entre hombres y mujeres?

Parecía haber mujeres pero es complicado porque pueden ser restos de individuos masculinos jóvenes, que no están del todo desarrollados. Y hay bastantes, bastantes niños o niñas, no está claro tampoco su sexo porque en los restos infantiles es más difícil de determinar.

¿A qué cree que puede deberse la proliferación de enterramientos de niños?

En una necrópolis urbana encontraríamos mujeres y el hecho de que la mortalidad infantil fuera muy elevada. Los niños no están enterrados en una zona concreta, como en otros cementerios; en la catedral están mezclados con adultos y habrá que determinar si son niños o niñas. A lo mejor son solo niños que se entregaron a la abadía.

¿Qué significa ‘entregar’? ¿Una especie de orfanato?

O que se entregaran a la abadía para que hicieran carrera eclesiástica.

¿De qué murieron?

Fallecieron por causas naturales como fallecían la mayoría de los niños en esa época. Los huesos evidencian un estado de salud bastante bueno. En esa zona estaba la casa del abad y, aunque no es el lugar donde se enterraría la gente más rica alrededor de una iglesia, sí que puede ser en este caso la zona de los ricos.

¿Dónde se enterraba habitualmente a los pudientes?

Cuanto más rico, más cerca del muro. A partir del siglo XIII, los enterramientos se producen en claustros.

Entre los restos hallados en la capital cántabra, ¿se han encontrado signos de violencia?

Hay dos cráneos con lesiones ya curadas, es decir, no murieron a resultas de ello. Parecen heridas de arma blanca, a nivel frontal.

El yacimiento finalmente se va a cubrir con una cristalera, ¿se mantendrán los restos en el lugar?

No van a dejarse los restos esqueléticos. Los voy a estudiar todos y no se van a volver a colocar porque con la humedad se estropearían. Se va a instalar una ventana arqueológica que permitirá apreciar los cimientos de la primitiva catedral. Va a ir orientada a la arquitectura, acompañada de la debida panelización.

Del resto de yacimientos cántabros, ¿qué otros destacaría?

Hay unos yacimientos que llaman mucho la atención como son los enterramientos en cueva. Son de época visigoda, como en La Garma, Riocueva y Las Penas. Yo ya he hecho el estudio antropológico de Riocueva y Las Penas y se trata de población muy seleccionada: gente joven, niños, enterradas con ajuar, aunque en aquella época no se enterraba con ajuar… Sospechamos que pudo haber una epidemia, bastante compatible con la peste justiniana, de la misma época, aunque los estudios de paleomicrobiología no han dado resultados. Con gente muy joven que ha muerto sin signos de violencia tiene que haber una causa infecciosa detrás.

¿Cuántos son?

En Las Penas, diez; en Riocueva, ocho; y en La Garma, cinco. Se les enterró con útiles de la vida cotidiana.

¿Se han cometido habitualmente errores en la interpretación de los restos arqueológicos?

Hay errores comunes asociados a no realizar los estudios antropológicos. Durante muchos años, en los enterramientos con ajuares, se asociaba la aparición de armas con restos masculinos. Hasta que no se han introducido los estudios de antropología y se ha determinado el sexo no se han podido determinar realmente este. De hecho, hay enterramientos femeninos con armas.

¿Como muestra de estatus o porque eran guerreras?

En los pueblos germánicos aparecen enterramientos de mujeres con cuchillos porque el cuchillo era un elemento de estatus en el sentido de que eran personas libres. Si eras esclavo, no podías portar cuchillo. En pueblos escandinavos ha habido alguna tumba de mujeres con armas y varias interpretaciones al respecto.

¿En Cantabria hay casos?

No, pero en Peñamellera Baja, en Asturias, en la cueva de La Cerrosa, han aparecido lanzas y un ajuar guerrero de la época de las guerras cántabras y, asociado a ello, en la misma cueva, están los cráneos de dos mujeres. Es un yacimiento que todavía está en excavación y a la espera de resultados.

Marta San Miguel, escritora: “Seguimos vivos, intactos y comprensibles en nuestra memoria”

Marta San Miguel, periodista y escritora.
Marta San Miguel, periodista y escritora. Foto: Miriam Mora.

Marta San Miguel (Santander, 1981) se pone tensa antes de responder a una pregunta como si se dispusiera a saltar un obstáculo. Es como uno de los personajes de su obra ‘Antes del salto’ (Libros del Asteroide, 2022), el caballo Quessant, que juega un papel importante como catalizador de acontecimientos de ese viaje lisboeta en el que la protagonista entreteje recuerdos para dar encarnadura a su auténtica identidad. La autora es escritora y periodista. Ha publicado los poemarios ‘Meridiano’ (2010) y ‘El tiempo vertical’ (2015). Su primer libro de largo recorrido llevaba por título ‘Una forma de permanencia’ (Libros del K.O., 2019), al que sigue estos días su primera novela. Dice sentirse cómoda en la ficción y para dar cuenta de ello ofrece esta historia íntima y honesta que comenzó con unos apuntes a lápiz mientras vivía, como su protagonista, en la capital lusa y fue creciendo hasta llegar a convertirse en una reivindicación de la memoria como único espacio real.

Toda una vida leyendo, media vida escribiendo y ya forma parte de un catálogo con autores consagrados de España y de fuera, actuales e históricos.

Todavía no soy consciente de estar en ese catálogo. Tengo todos sus libros [de Asteroide] en casa, los miro y aún no soy consciente de haber entrado en esa nómina. Me vienen a la mente palabras como ‘orgullo’, ‘respeto’ y, sobre todo, ‘responsabilidad’.

¿Por qué sobre todo?

Porque lo que me han cuidado como lectora es el listón que yo tengo. Eso es lo que yo espero dar a los lectores.

¿Cómo se inoculó el veneno de la escritura?

Empezó cuando todo lo que me rodeaba tenía una historia detrás y un buen día me dio por escribirla. Cualquier cosa que me pasaba, llegaba a casa y se lo contaba a mi madre, a mis hermanos; y a la inversa, también les pedía que me contaran sus cosas. Lo sé porque aún me lo recuerdan. Digamos que escribir fue mi manera de materializar mi manera de ser.

¿Puede decirse que tiene una necesidad casi fisiológica de contar cosas?

Es mi manera de ser. Entiendo la realidad contándola y disfruto también cuando me la cuentan. Por eso acabé haciendo periodismo.

¿Una cosa lleva a la otra?

Sí, me llevó. En el momento que verbalizo que quiero dedicarme a escribir, el sentido común de mi padre me dijo ‘¿qué te parece estudiar periodismo?’. Y así llegué al periodismo, como un daño colateral. Es mi profesión, es el vehículo que me compré para escribir a diario.

¿Son cosas distintas? ¿Se considera más periodista que escritora?

No me considero más periodista que escritora, pero tampoco al revés. Mi manera de estar en el mundo es escribiendo y me da igual dónde. Ahora bien, el periodismo te impone unos límites, unas circunstancias y unos temas que la imaginación no y por tanto me siento más libre cuando escribo en mi papel de escritora. Yo no veo por qué un periodista no puede ser un buen novelista. Quizá debiéramos ver esta comparación al revés: ¿Puede ser un escritor un buen periodista? Seguro que sí.

¿No se pone también límites cuando escribe ficción? Hay escritores que se imponen reglas, a veces caprichosas.

Ojalá supiera por qué hago lo que hago, pero todo lo que he escrito hasta ahora ha sido en buena parte gracias a que llevo 20 años ‘picando’ el teclado en un periódico. Desarrollar esa capacidad para utilizar el lenguaje es muy útil cuando quieres contar algo, porque te ordena el pensamiento y te obliga a encontrar un camino.

Hay quien piensa que un periodista no puede ser un buen novelista, porque el periodista ha sido preparado para anticipar lo sustancial, lo que no tiene mucho que ver con el desarrollo de un artefacto narrativo de largo recorrido como es una novela. Vamos, como si el periodismo de interés general consistiera en dejar claro en el primer párrafo quién es el asesino…

A mí una escritora me dijo una vez: ‘Tú, siendo poeta, ¿has escrito una novela?’. Y añadió: ‘Pocos poetas conozco que acaban siendo buenos novelistas’. Cada registro requiere de un tono, de una afinación, de una voz. Todos son palabras e imágenes, pero son distintos.

¿Y se siente cómoda en todos?

Para nada. La poesía me impone mucho. Yo no soy poeta, sino que escribo poesía. Soy consciente de lo difícil que es escribir buena poesía. Creo que la poesía es uno de los géneros más difíciles. La novela también es compleja porque es un artefacto que tiene un poco de todo: tiene que tener la tensión narrativa de un buen artículo de periódico, la belleza de un poema y tiene que tener la inmediatez de ese suspiro antes de zambullirse que tiene el relato corto.

¿Hasta qué punto su novela ‘Antes del salto’ está anclada en la realidad?

He tomado partes de mi propia experiencia, sobre todo de mis recuerdos para poner a la protagonista de la novela en una situación en la que me permita abordar el tema del que hablo en el libro.

¿Y cuál es ese tema?

La memoria identitaria. A medida que vamos avanzando, de ir -haciendo un juego con el título del libro- dando saltos, saltos personales, saltos profesionales, saltos voluntarios o involuntarios… En cada salto, vamos dejando una parte de nosotros detrás. Llega un momento en que la rutina, esas obligaciones adquiridas tras cada salto, acaban por desdibujarte, por hacer olvidar la razón de ser de todo. La rutina sobre todo es la que hace que nuestra memoria sea como un espejo cada vez más opaco. Hay que diferenciar la memoria de la nostalgia y es necesario parar y fijarse en los instantes para recuperar aquello que nos hacía ser quienes somos. Si dejamos de mirar atrás, las personas que nos faltan, las personas que fuimos acaban siendo clichés, fotos fijas. Seguimos vivos, intactos y comprensibles en nuestra memoria.

¿Planifica al detalle cada novela?

En esta en concreto no hubo planificación. Lo que hubo fue un lápiz y un cuaderno y por primera vez volví a escribir a mano, y volví a escribir despacio, que me parece fundamental.

¿Escribe distinto cuando utiliza un teclado?

Creo que la velocidad del pensamiento se ve trastocada. Al principio [escribir a mano] me generaba cierta ansiedad, con esdrújulas que me hacían pensar que cuando fuera a terminar de escribirlas se me iba a olvidar la idea. El sosiego al escribir es como decirle al caballo: ‘Frena, ve al paso, disfruta’. Esas anotaciones hacen surgir ideas que iban creciendo como una enredadera. Luego fueron pasadas al ordenador. Se transformó en material literario con el personaje que proyecté y de repente me di cuenta de que tenía 20, 60 páginas, de que estaba escribiendo el borrador de algo con ideas muy claras.

¿Tacha mucho, reescribe mucho?

Soy horrible reescribiendo, lo llevo muy mal.

¿Cree que escribir es más quitar que poner?

El proceso de escritura fue quitar y dejar las partes que te sirven para contar una historia, y añadir las que hacen que funcione un giro narrativo. Y ahí la imaginación es mi gran aliada.

¿Se definiría como una persona imaginativa?

Sí.

¿Y literaria? ¿Hasta qué punto la forma importa?

Totalmente. En una librería, abro un libro al azar y leo y, si la voz me interpela, compro el libro. Estoy al tanto de las novedades, pero me fío más de lo que leo cuando lo hojeo un poco.

Y su propia voz, ¿le costó encontrarla?

Me he ido tanteando con el tiempo y creo que mi voz se ha modulado gracias a lo que escrito. A día de hoy me reconozco en lo que escribo, ya sea en un periódico, en un relato o en una novela como esta [coge su libro].

Reconocerse en lo que se escribe no tiene que significar estar satisfecho necesariamente…

Hace unos años hice un pacto con mis limitaciones y ahí fue cuando empecé a escribir.

¿En qué consiste ese pacto?

En asumir que siempre va a haber autores y libros que te pasen por encima, que sean abrumadores. Y eso no te puede parar del mismo modo que no dejo de hacer entrevistas por no llegar a la altura de aquellos que son extraordinarios entrevistando. El día que asumí que yo soy Marta San Miguel y escribo así empecé a dejar salir mi voz. Necesito esa voz para ser reconocida y sentirme yo misma reconocible.

En su actividad, hay gente tan brillante que parece inevitable pensar que hay algo innato, un don divino en el hecho de escribir, que por mucho que se trabaje nunca se llegará a ese nivel.

Estoy totalmente de acuerdo.

¿Tiene usted ese don?

No, mi talento es perseverar. No soy brillante, pero persevero y creo que eso es lo que me ha llevado a alcanzar lo que me había propuesto.

Es otra manera de brillar, en cierto modo. Hay muchos que lo intentan y no lo consiguen.

Sí, pero es un brillo hacia dentro. Publicar este libro, y todos los anteriores, para mí era una manera de re-conocimiento, en el sentido clásico y etimológico de la palabra. Decir ‘Esta soy yo. Esta soy yo escribiendo’.

¿Y no le produce cierto apuro escribir, en el sentido de pensar con cierto atrevimiento que lo que usted escriba ha de interesarle a miles de personas?

Si me hiciera esa pregunta llevaría 20 años sin cobrar [en el periódico en que trabaja].

Pero en un periódico es más una intermediaria entre lo que otros dicen o hacen y el lector, mientras que en una novela no hay nadie, salvo el editor, entre lo que usted dice y el lector.

Me estoy exponiendo al lector. Da igual si es una novela, un verso o una crónica, desde donde yo lo cuento es mi persona. Soy yo la que lo cuenta, la que está trasmitiendo algo. Lo que se expone es mi mirada. Si me preguntara continuamente si lo que escribo es tan importante como para merecer el tiempo de alguien, no escribiría nunca. Me engulliría el pudor, cuando paradójicamente soy una persona súper pudorosa. Todos somos un saco de contradicciones.

¿Hasta qué punto es para usted importante el mundillo del libro? ¿Le preocupa su imagen exterior como escritora, el prestigio, la fama incluso?

Dentro de un año contesto a esa pregunta. Yo ahora voy con las luces cortas porque creo que mi realidad me mantiene con los pies en la tierra. No puedo dejar de lado que la escritura me ha dado amigos que me han formado y son gente indispensable en mi vida. Pero no sé lo que me voy a encontrar. Ese mundo literario que dice yo no lo conozco. Hay cierta ventaja en vivir en una ciudad como esta [Santander], pero no puedo negar que desde estudié la carrera todas las personas que me he encontrado en el mundo literario… Es una suerte ser periodista y haberlo vivido desde el otro lado de la barrera, porque he visto muchas cosas desde ese lado.

Pero ¿le gustaría? La figura del escritor tiene cierto reconocimiento social que va más allá de la mera escritura. ¿Lo busca, lo pretende?

Creo que no. Yo solo busco tiempo para escribir, no para convertirme en escritora.

Entrevista a Kepa Murua en la revista ‘Zurgai’, por Catalina Garcés

24 de septiembre del 2021

Se le conoce como poeta, pero usted lleva una carrera de escritor de más de treinta años en los que ha escrito y publicado en diferentes géneros, ¿qué nos quiere contar al respecto?

Escribir te permite analizar el mundo y crear una realidad paralela en diferentes campos. La imaginación como la sensibilidad tiene su peso y el tiempo que pasa nos permite conocernos como escritores, así como entender las cuestiones vitales y creativas. El camino no es fácil, hay sinsabores y decepciones, pero si se persevera el resultado puede ser la publicación de unos buenos libros y la complicidad de unos lectores que acompañan al creador en este viaje de las letras en distintos géneros.

Kepa Murua, usted ha sido editor y ha dirigido revistas, cómo ve el panorama editorial actual y qué importancia concede a las revistas literarias.

Predomina el mundo digital e Internet, las revistas de papel desaparecen, apenas queda alguna, pero la función es la misma: difundir la obra de los autores y establecer unas pautas críticas, una vez que la crítica no tiene un espacio para desarrollar sus estudios de referencia sobre la literatura actual o la personalidad de los autores.

En cuanto al mundo editorial, surgen sellos nuevos que se enfrentan a las grandes corporaciones que apuestan por textos comerciales, pues sus objetivos son económicos, por más que digan que les interesa la cultura. En las pequeñas editoriales, en cambio, se renuevan las letras, especialmente en el campo de la poesía.

¿Qué nuevas publicaciones suyas podremos leer en breve?

Acabo de publicar Lavas Remi, un libro de narrativa moderna que contiene poemas que contribuyen al desarrollo de la trama. Es un libro realista que busca la complicidad del lector, una novela que tropieza con la poesía para que el mundo trágico que se muestra no sea tan oscuro ni tan demoledor.

En su última novela, Lavas Remi, dice que existe un componente importante de poesía. ¿Cómo ha sido ese trabajo de creación? ¿No teme que sea incomprendido o quizás rechazado por los lectores?

No es un libro sencillo, pero es profundo y esclarecedor. Me costó perfilar la personalidad de un asesino frío y calculador, pero lo necesitaba para reflejar el mundo desgarrador en que nos movemos. En Lavas Remi se retrata al poder en la sombra que existe en los gobiernos y que con el pretexto de defender a los ciudadanos hace y deshace a su antojo la realidad que se nos cuenta, así como la relación entre los diferentes agentes sociales. Es un notable ejercicio de lucha y supervivencia, de vida o de muerte, que interroga a los ciudadanos que miran a otro lado cuando observan la miseria del mundo y podrían reconocer, por último, la hipocresía de los gobiernos.

¿Hay música en sus libros, qué escucha cuando escribe? ¿Prefiere el silencio? Cuéntenos de sus rituales acostumbrados a la hora de crear.

Vivo muchas horas en silencio, pero cada libro tiene una melodía entre líneas porque escucho mucha música también. El jazz o el pop es el fondo de algunos poemas escritos por la noche, pero si tengo que mencionar un ciclo de novelas aún inéditas, como son las de El escuchador, debo recordar la música electrónica de Klaus Schulze que me ha acompañado desde mi juventud. En mis últimos libros de poesía, también inéditos, quizá porque responden a una espiritualidad en mi vida, la compañía de Bach y el canto gregoriano están presentes. Casualmente uno de esos libros se titula así, Bach, ojalá encuentre un editor cuanto antes que apueste por ese libro que considero distinto.

¿Ha concebido la posibilidad de crear una saga literaria, o ya sus lectores pueden encontrar coincidencias o menciones entre líneas en las que se relacionan sus obras?

Cada libro publicado tiene una clave que llama el siguiente. Alguno, además, contiene frases que descubren relaciones entre ellos. Mi obra tiene una continuidad, al menos en mi mente, una comunicación que se puede reconocer con claridad. La saga de El escuchador, es un ciclo narrativo completo, pero en los libros de poesía existen pasajes que preludian lo que ha de llegar o frases que aclaran lo que parecía oculto en libros que se han ido publicando. La crítica, al menos en mi caso, no se dio cuenta de estas coincidencias.

¿Cuál es la pregunta que nunca le han hecho?

Hay muchas, especialmente las relacionadas con mi vida privada, cuestión que agradezco. En las entrevistas como en los coloquios suelo responder a la mayoría de ellas. Cuando me interrogan sobre la obra de los autores vivos suelo callarme para evitar malentendidos; también guardo silencio cuando me preguntan sobre los premios literarios. Intento ser educado y con los años me he convertido en una persona amable. Quizá la pregunta podría ser: ¿por qué te rebelas por la mala poesía que se publica en muchos lados o por la mala literatura que se dice que es buena? Aún me invitan a festivales literarios y de poesía, pero muchas veces paso un poco de vergüenza o no lo paso bien al oír lo que se dice o al escuchar lo que se recita. He llegado a pensar que vivo en un mundo paralelo donde la literatura importa poco. Creo que en la música pasa algo parecido.

Kepa Murua, autor de Lavas Remi.

Entrevista a Rafael Manrique en Adriana Andrade Psicóloga

Entrevista a Rafael Manrique en Adriana Andrade Psicóloga

La fidelidad se refiere a la relación amorosa, no tiene que ver con el sexo. Siempre es necesaria en toda relación humana, no solo la amorosa. La exclusividad es una regla acerca de lo sexual. Puede ser muy variable y de hecho lo lo es. No tiene que ver con lo amoroso, sino con lo económico y con la transmisión de la herencia.

https://www.adrianaandradepsicologa.com/post/entrevista-a-rafael-manrique?fbclid=IwAR0dJwcKqEjlFNljZ06mFCRBq0v7NYR21KvzdTp7yK_kF9S43zS0JDB9eyk

Entrevista de Isabel Alamar a Kepa Murua en Todoliteratura

Entrevista en Todoliteratura

En qué crees que se diferencia tu novela de otras que se hayan escrito sobre este mismo tema.

Más allá de la importancia del paisaje, es una novela de matices, los personajes no son antitéticos, tienes sus luces y sus sombras, el narrador no los juzga. Y al terrorismo, como fenómeno vivido en el País Vasco, se le suma el mundo de la heroína. Es una novela de balas y jeringuillas, donde nada es lo que parece, pero que en sus páginas reivindica la paz.

¿Qué crees que aporta de nuevo tu punto de vista sobre aquellos años de plomo?

Mi novela es una confesión sobre el miedo que sintió un joven que no entendía lo que pasaba y donde prevalece una narración tierna de los sentimientos y cercana en los hechos. Se mezcla ficción y realidad, pero al lector no creo que le importe lo que es verdad o lo que es imaginario y seguramente no se dará cuenta de esta combinación, pues la historia se envuelve con una voz clara que respira entre los sucesos y las acciones que se describen para ayudarnos a pensar en voz alta sobre toda esa locura. Me gustaría señalar también la visión de nuestros padres sobre esa realidad vivida en su madurez. La distancia generacional incluye diferentes visiones sobre la comprensión de la vida. La relación del padre con el narrador, que tiene mucho que ver con la que tuve con el mío, confronta dos mundos distantes: uno que se acaba y otro que se mantiene. (…)

https://www.todoliteratura.es/noticia/52934/entrevistas/entrevista-a-kepa-murua-y-su-carretera-de-la-costa.html

Jeff Wall, Víctor del Río y ‘La querella oculta’: Arte, vanguardia y fotografía.

Que una pequeña editorial como la nuestra pudiera publicar la obra y el concepto de arte de uno de los grandes de la #fotografia como es #jeffvall solo pudo ser por la mediación de un especialista y amigo personal del canadiense, #victordelrio, autor de #laquerellaoculta. El libro es una larga conversación entre ambos en donde Wall se revela como un teórico del arte de gran altura. #cajadeluz #criticadelaneovanguardia #arte #bookstore #books #libros #escritores #escritor #writers #reading #publisher #eldesvelo #bookworm #bookstagram #bookworld #libreria #words #writer #essay #amazonbooks #lecturas #fnac #casadellibro #ensayo #photography #art elcorteingles #laie

Jeff Wall

Probablemente Jeff Wall sea uno de los artistas contemporáneos más importantes de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Al margen de su obvia influencia en el uso de la fotografía por parte de innumerables artistas más jóvenes, su trayectoria ha sedimentado un imaginario propio. La serie de obras, no especialmente numerosas, pero creadas como cuadros al modo de los antiguos maestros, le sitúa entre las referencias fundacionales de algunas poéticas contemporáneas. Entre sus aportaciones más conocidas se encuentra sin duda la inauguración de una peculiar forma de crear fotografías escenificadas que se reproducen en grandes formatos y, con frecuencia, sobre el soporte de cajas de luz. Desde 1978 viene realizando este tipo de obra que se presenta como una respuesta a los planteamientos del arte conceptual en el que militó a principios de los 70. Además de las numerosas exposiciones internacionales en las que ha sido mostrada su obra, las retrospectivas que le dedican la Tate Modern de Londres, en 2005, y el MOMA de Nueva York, en 2007, le reconocen como una referencia ineludible en el destino del arte contemporáneo.

Víctor del Río

Víctor del Río es profesor de Teorías Artísticas de la modernidad y Teoría del Arte Contemporáneo en la Universidad de Salamanca. Integra el equipo docente del Máster de Estudios Avanzados en Filosofía que comparten las Universidades de Salamanca, Valladolid, León y Burgos. Autor de Fotografía objeto. La superación de la estética del documento, Ediciones Universidad de Salamanca (2008), y de Factografía. Vanguardia y comunicación de masas, Abada (2010), así como editor de varias obras colectivas. Forma parte del comité asesor del MUSAC desde el 2009 y es crítico de arte en El Cultural del diario El Mundo. Colaborador habitual de varias revistas especializadas en las que se ha desarrollado su labor ensayística en el terreno de la estética y la teoría de las artes. Además de las conferencias que ha venido impartiendo en diversos foros, dirige el curso internacional Conciencia histórica y arte contemporáneo que se celebra anualmente en la Universidad de Salamanca.

Entrevista a Claudia Capel en el Diario de Teruel

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Entrevista a Manuel del Barrio en ‘El alma en las palabras’, blog cultural de Toni Montesinos

Entrevista a Manuel del Barrio en el alma en las palabras

Entrevista de Toni Montesinos a los autores de ‘El Hacedor de Titulares’ en su blog ‘El alma en las palabras’

Toni Montesinos y 2017

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