Desde este lunes tenemos ya a la venta ‘Del gen al género’, el ensayo en el que el psiquiatra Rafael Manrique pretende definir concepto y establecer unos parámetros de discusión para un debate hoy candente en torno a la identidad de género, la sexualidad y el deseo.
Aquí dejamos un extracto, que es parte de la introducción con que arranca el libro:
Un pequeño bimotor aterriza de urgencia en una pequeña y remota isla de la Polinesia en los años de la Segunda Guerra Mundial. Los nativos se acercan al aparato y, cuando consiguen entenderse con el piloto, le preguntan dos cosas acerca del avión: ¿es macho o hembra?, ¿qué come? Sexualidad y alimentación son para ellos la clave de la realidad. Y para nosotros, en buena medida, también. El dilema macho o hembra se formula, ya avanzando el siglo XXI, de forma igualmente importante. Probablemente la respuesta se ha hecho más compleja, pero la pregunta sigue siendo la misma. Sexo, género y deseo son ahora importantes conceptos para todos los seres humanos.
¿Es macho o hembra?
Este libro pretende ayudar a contestar la pregunta con información y razonamientos que nos sean útiles tanto a nosotros como a los isleños. Ampliaremos su pregunta y su posición al respecto. ¿Es macho o hembra?, ¿cómo se siente con ello?, ¿quién le gusta a usted para el gozo erótico y el apareamiento?, ¿este avión le pone?
Tal vez los nativos no sepan que por estos temas las mujeres han sufrido una terrible violencia y opresión a lo largo de la historia en todos y cada uno de los lugares de la tierra. ¿Se asombrarán al saberlo?
¿Es macho o hembra?
Desde el punto de vista actual, en el mundo antiguo la diferenciación era relativamente fácil. En el moderno y el postmoderno, ya no lo es. Lo identitario ha desplazado a lo diferencial. Lo primero es experiencial; lo segundo, analítico. No se trata de posiciones científicas o experimentales ni es un descubrimiento, sino un modo de pensar que en los últimos años se ha hecho oscilante y ha perdido precisión. Machos, hembras… ¿es una diferencia radical?, ¿nos divide en dos grupos esenciales a los seres humanos?, ¿y a los aviones?
¿Es macho o hembra?
Insistirán los polinesios al ver que no ofrecemos una respuesta contundente. Y no sé qué pensarán cuando les digamos que, en plena lógica postmodernista, identitaria y democrática, la pregunta hay que planteársela al aeroplano. Pronto sabrán que es frecuente pensar hoy que la verdad es histórica y subjetiva. Que nadie puede hablar por nadie. ¿Qué dirá el chamán?
¿Es macho o hembra?
Tal vez ellos se sorprendan, y también muchos de nosotros, al saber que el término sexualidad no aparece hasta el siglo XVIII, que es cuando las disciplinas médicas se convirtieron en el discurso legítimo sobre el sexo. Michel Foucault describió de forma brillante, en su Historia de la sexualidad, que fue en ese siglo cuando la sexualidad se toma como base para la elaboración normativa, como elemento de autoconocimiento y como tecnología de poder. Sexualidad, claro está, ya existía antes, pero no un discurso acerca de ella capaz de crear posiciones ideológicas y verdades sobre la esencia de los seres humanos. Esta explicación puede dar la sensación de ser fría y algo siniestra, pero la aparición de la sexualidad como ciencia fue muy importante y positiva, ya que implicó una ruptura con el discurso religioso y moral anterior. Se pasó al territorio de las ciencias naturales y de la biomedicina. Eso solucionó problemas, irracionalidades y tiranías. Fue un avance, pero también creó nuevos problemas.
¿Es macho o hembra?
Las definiciones de sexo, sexualidad, elección de objeto, experiencia personal y género vivido han explotado en muchas direcciones y variantes. Algunas obedecen a una mirada más compleja y crítica sobre esas variables humanas. Otras son productos mentales semejantes a la ínsula de Barataria. Se han creado conceptos novedosos que tienen mucho interés y, al tiempo, se han alimentado insensateces. Nosotros, y los isleños del Pacífico, hemos de distinguir entre el grano y la paja. Ambos valiosos, pero para cosas diferentes.
¿Es macho o hembra?
Alrededor del sexo, del deseo y del género se ponen en juego conceptos importantes para nuestra existencia. Es necesario ser precisos, cautos e intensos. Eso incluye no solo esas tres realidades, sino otras como este texto o el cuidado del avión. Ya Hannah Arendt alertaba del peligro de utilizar categorías de pensamiento que ya no resuenan en el contexto político e histórico corriente. Estos temas han cambiado tanto, desde que se formularon hasta la actualidad, que está resultando difícil establecer categorías y criterios. A veces parece que estamos hablando de cosas que ya no existen. O lo contrario, de cosas que aún no existen. En ambos casos, resuena a algo parecido a aquel suplicio de Tántalo condenado a tener sed, pero que cuando se acercaba al agua esta se retiraba. Nuestras dudas también parecen alejarse en el horizonte a medida que nos acercamos a ellas. Obligan, como señala Linda M. G. Zerilli, a estar en constante alerta. Muy exigente, desde luego, pero de esa manera el pensamiento feminista ha ido ampliando el contenido de lo pensable. Abrió nuevos significados a la experiencia de las mujeres y, por consiguiente, a la de los hombres. Pero los movimientos radicales y exitosos que permitió pueden producir, si no se está atento, teorías meramente especulativas.
¿Es macho o hembra?
Plantea Linda M.G. Zerilli que, en la actualidad, hay que elegir entre Simone de Beauvoir o Arendt, entre libertad e identidad. Preferiré ante los nativos optar por la igualdad y la libertad. El feminismo y la izquierda serán más radicales y transformadores si se centran en ellas y se desprenden de los debates epistemológicos que, a veces, recuerdan a aquellas discusiones que hace muchos siglos entretenían a los bizantinos. Ese feminismo, vinculado a la izquierda, estaría basado en la facultad de imaginar y pensar modos nuevos de vida y acción antes que sumergirse en una política de precisiones conceptuales. Zerilli afirma, de nuevo siguiendo a Arendt, que surgiría como un ejercicio de libertad colectivo e históricamente situado. El feminismo centrado en la libertad no se interesa en saber si existen o no las mujeres, sino en transformar, en construir otro mundo, en comenzar de nuevo para ellas y para ellos.
Personas tan amantes de historias y mitos como los nativos del Pacífico disfrutarán con esta polémica.
¿Es macho o hembra?
No es extraño que los isleños se pregunten si algo es macho o hembra. No es tarea fácil realizar esa distinción.
¿Hasta qué punto poseemos un medio objetivo de hacer una proposición empírica? Y no es esta una reflexión meramente teórica, sino una realidad. Por ejemplo, al Comité Olímpico Internacional ese tema le ha venido complicando la vida desde 1968 a la hora de tomar decisiones a ese respecto. Hay personas que tienen aspecto de mujeres y se ven a sí mismas como mujeres, pero tienen cromosomas del sexo masculino. Otras tienen cromosomas femeninos, pero, debido a defectos en la producción hormonal, tienen músculos y genitales masculinos. Otras que tienen dos cromosomas X, pero también un Y. Y así casi ad infinitum. Por ello, numerosas feministas afirman que no existe un criterio definitivo para establecer la diferencia sexual. Y sí que existe, pero no siempre se puede aplicar con precisión. En nuestros encuentros cotidianos hacemos ese juicio fácilmente. El día y la noche no se afectan en su naturaleza por la obvia existencia de atardeceres y amaneceres, cuyo límite es siempre indefinible. Las tribulaciones del Comité Olímpico indican que podemos incluir en una clase a aquellos miembros que no satisfagan las descripciones prototípicas. Significa que cualquier conjunto particular de criterios es elástico y estará sujeto a dudas. Esto no socava la idea básica de que hay algo llamado diferencia sexual que se apoya en datos objetivos y juicios sociales. No hay proposiciones universales ni conclusiones unívocas. Por ejemplo, una actuación de drag queen puede llevar a que una persona se formule preguntas existenciales sobre la identidad de género, otra confirme lo que ya pensaba y una tercera consuma el espectáculo de forma procaz. Todos los caminos son posibles. A ver qué piensan los isleños.