Etiqueta: La Partida

‘La partida’, de Rax rinnekangas, Premio Otava de narrativa en Finlandia

Uno de los mejores escritores de Finlandia, Rax Rinnekangas, Premio Nacional en su país, recibió el Premio Otava hace 30 años por esta recopilación de relatos. De Rinnekangas hemos publicado también su novela ‘Adana’ y el libro sobre su obra gráfica ‘Fabricando ladrillos de luz para la Casa de Ícaro’.

Nueve relatos de otros tantos personajes ambientados en la Finlandia rural y urbana. Retrata, mediante un lenguaje cinematográfico y cargado de diálogos y elipsis el proceso de maduración y decepción. Escritos hace 30 años, Premio Otava de narrativa en #finlandia, #lapartida, de #raxrinnekangas, fue traducida por #luisgutierrezruiz y no ha envejecido nada mal.

La cubierta del libro fue obra de la diseñadora Carmen Quijano.

Revista de prensa: El Boomeran(g), Literatura Fantástica, La Cueva del Erizo y Babelia

El Boomeran(g)Duras_SergioSancorDisjecta_LiteraturaFantásticaJari&Rax_Babelia

 

Sergio Sancor, en La Cueva del erizo

http://lacuevadelerizo.com/olivier-o-el-secreto-de-claire-de-duras-y-su-influencia-reconocida-reganadientes/

En Literatura Fantástica, de Mariano Villarreal

http://literfan.cyberdark.net/Recursos/BN135.htm

Winston Manrique, en Babelia

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/02/babelia/1412266622_185872.html

En El Boomeran(g)

http://www.elboomeran.com/obra/2376/contra-ataque/

 

Rax y el Instituto Iberoamericano de Finlandia en Madrid

‘La partida’ se presenta en Madrid

‘El hombre del tren’ (fragmento)

El hombre del tren

Mikkola llegó a la ciudad en el tren de la mañana. Acto seguido, a las diez, mantuvo una reunión que duró tres horas. Después, la empresa anfitriona lo invitó a comer, y así concluyó el programa oficial. Sin embargo, no regresó en el tren de las cuatro como tenía previsto. En su lugar, reservó una habitación de hotel para esa noche y bajó al bar a tomar un trago. Después de tres bacardís salió a dar un paseo. El otoño en la ciudad industrial lo recibió cálidamente. El aire era claro, el cielo aparecía casi despejado. Había un débil viento. En los parques los árboles dejaban caer sus hojas amarillas y rojizas. El agua del canal que fluía a través de la ciudad estaba baja, de color marrón. La gente caminaba sombría por las calles. Un grupo de jóvenes se encontraba apostado delante de un quiosco con bufandas rojiblancas al cuello. En la manzana colindante se estaban realizando tareas de demolición de una casa de madera. Detrás del Estado Mayor del Ejército, los patos flotaban en un estanque.
Mikkola contempló todo esto y se sintió como en casa. No obstante, se extrañaba un poco de su presencia allí; había visitado la ciudad por última vez hacía dos años. Para concluir la ruta, pasó por una confitería del centro.
Allí se tomó un chocolate, comió un pastel de fresa y observó la vida del local durante una hora. En el camino de regreso al hotel, se detuvo a mirar los escaparates de una tienda de discos, con el resultado de que entró y adquirió por capricho un LP de James Last. Se sentía tan cansado, que al llegar al hotel se dirigió directamente a la habitación.
Eran las cuatro. A eso de las seis, bajó de nuevo al bar y pidió un Bacardí. Conversó durante un rato con el camarero y así se enteró de que un día como aquel, a mitad de semana, todos los lugares estarían tranquilos. El camarero le aconsejó que, si de todos modos deseaba pasar la noche con ganas de compañía, merecía la pena quedarse en ese local; a él acudía la élite de la ciudad. Mikkola agradeció la información, pidió otro Bacardí y el listín telefónico. Tras encontrar el número que buscaba, apuró el trago y se dirigió a la cabina. El primer intento dio ocupado. Esperó un rato y marcó de nuevo. Ahora había conexión.
–223 833 –dijo una oscura voz femenina.
–¿Eres Taina? –preguntó Mikkola.
–Sí, ¿de parte de quién?
–Adivina… ¿no reconoces la voz?
–No. ¿Mikko?
–Mal. Prueba otra vez.
–No la reconozco, ¿quién eres?
–Hace dos años… –ayudó Mikkola–. ¿Te acuerdas ahora?
Se hizo un largo silencio.
–¿Oiga? –dijo Mikkola más alto.
–Eres Tapio –afirmó débilmente la voz femenina.
–¿Cómo lo adivinaste? Ha pasado mucho tiempo.
–¿Por qué llamas? ¿Te encuentras en la ciudad?
–Quería verte. Vine esta mañana por un viaje de negocios.
–¿Y por qué? Pero si todo terminó hace ya tiempo.
–No empieces a recordar el pasado. Vamos a quedar, a charlar…
–No sé. Ya te había olvidado.
–Precisamente, por eso. Venga, anímate.
Mikkola le indicó el nombre del hotel y prometió esperar en el restaurante.
–Bueno, entonces me acerco, pero no me voy a quedar mucho tiempo.
–No, no.
–Llego dentro de una hora.
–Vale. Hasta luego.
–Hasta luego.
Media hora más tarde, Mikkola estaba sentado en el salón restaurante hojeando el periódico Helsingin Sanomat. Tomaba un Bacardi con tragos espaciados y, de vez en cuando, estiraba el cuello por encima del periódico mirando en dirección a la puerta. El restaurante comenzaba poco a poco a despertar. En ese momento el portero estaba ayudando a quitarse el abrigo a un grupo relativamente grande.
La mujer se presentó a la hora convenida. Mikkola no se percató de su presencia hasta que estuvo de pie junto a la mesa. El pelo largo castaño le caía por los hombros. Ojos azules sensibles, nariz recta, cuello delgado. Llevaba un vestido marrón claro que acentuaba su cuerpo generoso.
Mikkola se puso en pie, evitó mirarle los pechos y le ofreció una silla. El camarero se acercó.
–¿Qué tomas? –preguntó Mikkola comedido–. ¿Bacardí, vodka?
–Una taza de té, gracias.
–Venga ya –pidió Mikkola–. Déjame que te invite.
Ella negó con la cabeza. Mikkola se dirigió al camarero.
–Un té y un Bacardí con cola, por favor.
El camarero asintió.
Permanecieron sentados un rato en silencio. Luego Mikkola se interesó por cómo le iba en el trabajo. Ella respondió. Charlaron de las dificultades académicas, de conseguir un empleo, de las elecciones municipales, de la huelga de los trabajadores del ferrocarril. Mikkola le contó que él trabajaba muchísimo y constantemente en el sur de Finlandia. Había estado en Támpere por última vez hacía poco más de dos semanas.
–¿Qué tal lo lleva Kimmo? –preguntó ella–. Como tiene que separarse de ti…
–Bien, a veces te echa de menos. Pregunta cuándo va a venir Taina.
–Pensé enviarle un paquete la Navidad pasada.
–Mejor que no se lo mandes, se entusiasmaría demasiado.
–Le había hecho ya unos calcetines, pero luego seguí tejiendo y se los envié al hijo de mi hermana a Tornio – contó seria–. Tu voz ha cambiado, casi no la reconozco por teléfono.
–El tiempo pasa, las voces cambian y las personas se olvidan –dijo Mikkola jugueteando con el vaso vacío. Hizo una señal al camarero–. Otro igual.
–Bebes mucho –comentó ella mirándole a los ojos–. Siempre has bebido.
–Algunos beben –continuó Mikkola. Y luego repentinamente–: Y otras andan de putas.
La mirada de la mujer se heló. Su voz tembló al decir:
–Me estás ofendiendo. Eres malvado.
–¿Y tú andas haciendo de puta? –preguntó Mikkola con voz calmada–. Recuerdo esa noche como si fuera ayer. Aún puedo escuchar cómo gemías y gritabas debajo de aquel hombre.
–No me crees –gimoteó ella mirando fugazmente a su alrededor–. Fue una violación.
–Mientes.
–¿Por qué no te acercaste a mirar? Te quedaste en el recibidor, preferiste imaginarte lo que allí estaba pasando –continuó con el rostro pálido–. ¿Es por esto que querías que viniera? Para vengarte…
Mikkola negó con la cabeza, esbozó una media sonrisa. De repente apuró el contenido del vaso y pidió uno nuevo. La mujer mantenía la vista fija en la mesa.
–Yo sé… Hubiera sido una pésima madre para Kimmo. Mejor que terminara a tiempo. Pero tú también me engañaste, eso es seguro.
–Es algo distinto –dijo Mikkola enfatizando cada una de las palabras–. El hombre es más carnal que la mujer.
–¡Jesús! –suspiró ella y miró hacia la pista de baile donde una pareja mayor bailaba tango. De un disco surgía la voz de Erkki Junkkarinen.
–¿Quién es ese Mikko por el que me tomaste al teléfono? –preguntó Mikkola–. ¿Uno nuevo al que te tiras?
–Eres asqueroso –gimió la mujer–. Yo me voy de aquí.
Mikkola la agarró del brazo y apretó con fuerza contra la superficie de la mesa. Casi le hizo daño.
–Tú no te vas a ningún sitio –siseó–. Te sientas ahí. (…)

(La partida, Rax Rinnekangas)

Saluda de Rax para la presentación en Gil

El pasado viernes presentamos el libro de Rax  ‘La partida’ en Gil, por lo que mandamos un agradecimiento a todos los que asistieron a la librería, sorteando puentes, conciertos y otras actividades del día, y en especial a Paz, Gisela y Alejandro.

El autor, que no pudo estar presente, nos mandó este saluda:

Hay letras y palabras y frases
hay caminos y montes y valles
hay nortes y sures y otras direcciones

Hay humanos y perros y gatos
hay escritores y ‘escritoreros’

Qué hace un lector cuando
se pierde en su camino por los montes?

Si tiene luz dentro de su corazon
el dios le dice: – niño, vuelve a tu casa.

Donde existe mi casa? el lector
pregunta, por las letras y las palabras, nervioso.

el dios – como un padre de todas las frases
y bibliotecas y librerías del mundo –
le responde:


– Hijo mío, una editorial inocente es tu casa….

R. Rinnekangas

Fotos: David S. Bustamante y propias

Presentación ‘La partida’, en Santander

Recorre 20 kilómetros todos los días por las calles de Helsinki y siempre pasa, de vuelta a casa, por el cementerio judío. Su cabeza, al tiempo, también deambula por las calles y va tendiendo un hilo de historias, recuerdos y proyectos hasta el punto de que, si se cruzaran los hilos de sus pasos y de sus pensamientos, la capital de Finlandia semejaría un ovillo visto desde googlemaps. Nosotros hemos deshilado parte del ovillo y presentaremos el resultado el próximo sábado, día 9, en la librería Gil de Santander, a las 20.00 horas. Se titula La partida, y son nueve cuentos hermosos y estremecedores, publicados originariamente hace 32 años por la editorial finesa Otava. Como el autor, que es Premio Nacional de Fotografía y Literatura en su país, no estará presente en Santander, proyectaremos Zahara Urga, otra parte de la madeja, la que mejor habla de sí mismo. Dos buenos motivos para no perderse la cita.

Imprimatur

Ahora se están poniendo la camisa en Bilbao. El viernes llegan ya vestiditos. ¡Qué guapos!

Días Nórdicos

Dias Nórdicos nos ha incluido en su programación de actividades para otoño. Ello nos motiva mucho. En octubre acudiremos con Rax a presentar su libro en el Instituto Iberoamericano de Finlandia en Madrid, que dirige Martti. No sólo nos han acogido, sino que preparan el acto, la cartelería, etc. Ojalá cundiera su ejemplo por estos lares.

A %d blogueros les gusta esto: