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Aforismos para embaucar (y sobrevivir)

“Te un bolisllo secreto. Aprende hipnotismo. Cierra de vez en cuando los ojos de repente”. Aforismo 421.

“La sospecha de tener delante a un bribón es rápidamente considerada por el burgués como un motivo suficiente para permitirse comportarse ante él de modo infame. Sé por eso doblemente cuidadoso si caes en tal sospecha con los que manejan la justicia y el orden”. Aforismo 424.

“Allí donde te encuentres dite a ti mismo: “Todo lo que ocurre a mi alrededor puede ser fingido”. Entonces seguirás sano y te irá bien sobre la tierra”. Aforismo 422 de #walterserner, en #manualparaembaucadores, traducción de #luisagutierrezruiz

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Manual para embaucadores (o para aquellos que pretendan serlo)

Manual para embaucadores

“Al fin y al cabo, una bofetada solo es un desesperado intento de acercarse al otro”.

“Nadie es tan tonto como para que después de tres días no logres convencerlo de que es un genio”.

“El mundo desea ser engañado. Y se pondrá seriamente furioso si no lo haces”. 

¿Quién fue Walter Serner? Esa fue una de las preguntas que durante tiempo se hizo el mundo cultural alemán. Serner fue uno de los cabecillas del movimiento Dadá en Zúrich, allí escribió su Manifiesto Dadá (que según las malas lenguas luego Tristan Tzara le robaría), manifiesto publicado en 1919 y que causaría un gran revuelo en las esferas intelectuales del momento por su carácter turbulento, cínico e incomprensible por momentos. En 1927 aparecería la segunda parte bajo el título Manual para embaucadores (o para aquellos que pretendan serlo) compuesto por 591 reglas de comportamiento para delincuentes y estafadores. Y ?basta leer unos pocos preceptos para entenderlo así? para el resto de hombres. Por la época de la publicación del Manual, la censura conservadora en Alemania empezó a ejercer cada vez más presión con el fin de prohibir los textos de Serner, por considerarlos ?un peligro para la moral pública? y a su autor un ?proxeneta judío?. Serner, cuyos libros se encontraban desde 1933 en la larga lista de obras ?vergonzosas e indecentes? del gobierno nazi, vivió en el gueto de Praga hasta 1942. El primero de agosto de ese año, Walter Serner y su esposa fueron deportados al campo de concentración de Theresienstadt. Allí fueron exterminados en una cámara de gas.

Su obra, ‘Manual de embaucadores (o para aquellos que pretendan serlo) fue traducida por Luisa Gutiérrez Ruiz e ilustrada la cubierta por Carmen Quijano. Es un libro singular: después de 50 páginas al más puro estilo Dadá le siguen 600 aforismos subversivos. Sorprendente, desvergonzado y divertido.

Patricio Pron escribe sobre ‘Manual para embaucadores’

 Blog de Patricio Pron

Un extraordinario deseo emprendedor

Georges Manolescu nació en Ploiești (Rumania) en 1871 y murió en Alemania en 1908; tras escapar de su casa con trece años, recorrió Viena, París y los Estados Unidos. Fue arrestado en Niza y en Génova se casó con una condesa alemana haciéndose pasar por un cierto Fürst Lahovary; a continuación abandonó a su esposa y se dedicó a dejar gigantescas listas de gastos en los principales hoteles de Berlín; fue arrestado, declarado loco y encerrado en un asilo en Dalldorf donde escribió dos libros de memorias: Ein Fürst der Diebe (Un príncipe de los ladrones, 1905) y Gescheitert. Aus dem Seelenleben eines Verbrechers (Fracasado. De la vida interior de un criminal, sin fecha). Su vida fue llevada al cine en tres ocasiones (1920, 1929 y 1933) y sus memorias inspiraron a Thomas Mann su Bekenntnisse des Hochstaplers Felix Krull (1954), pero también las visiones literarias del menos conocido Walter Serner.
Este último no tuvo una vida menos accidentada que la de Manolescu: nació en Karlovy Vary (actual República Checa) en 1889 en el seno de una familia de judíos asimilados, estudió derecho en la universidad de Viena, conoció de primera mano la escena vanguardista de Berlín (ciudad de la que huyó al comienzo de la Primera Guerra Mundial para no ser reclutado), contribuyó al surgimiento del dadaísmo (redactó su primer manifiesto en 1917), deambuló por Europa, escribió relatos breves, poemas y dos novelas cuyos personajes eran criminales y prostitutas y en 1928 abandonó la literatura y desapareció sin dejar rastro; los nazis dieron con él en 1933, en Praga, donde era maestro de escuela: prohibieron sus libros y lo encerraron con otros en el gueto de esa ciudad, donde permaneció hasta 1942. Ese año fue trasladado con su mujer al campo de concentración de Theresienstadt y allí asesinado. Además de recordársele por ser uno de los miles de escritores exterminados por el nacionalsocialismo, el nombre de Serner es conocido por los lectores principalmente gracias a la que sería su obra maestra, Manual para embaucadores (o para aquellos que pretendan serlo), publicada en 1927 y traducida por primera vez al español sólo recientemente.
Manual para embaucadores reúne la mayor parte de las características más notables de los textos vanguardistas, que Juan Albarrán resume en su magnífico prólogo a esta obra: “radicalismo”, “negatividad”, “beligerancia discursiva” y “tendencia al accionismo” (14). Al arremeter “contra todas las convenciones imperantes en la sociedad de su tiempo” (14), Serner practicó la “autoafirmación” característica de las vanguardias históricas consistente en “la negación de todo lo precedente y circundante, de lo artístico y lo político, de la historia pasada […] y los proyectos de futuro” (14-15), pero también se propuso desnaturalizar convenciones sociales presididas por el buen gusto y el esteticismo. Así, y tras un breve y un poco farragoso “Manuel fundamental”, Serner propone un “Manual práctico” en el que se enseña al lector cómo actuar como un impostor en decenas de situaciones: en un restaurante en el que éste no podrá pagar la consumición (“es aconsejable pedir de cada vino sólo media botella, y de cada botella, dejar un vaso para el camarero”, 30), al solicitar en un hotel una habitación para la que se carece de medios, al seducir a una mujer de los bajos fondos o a una rica heredera (“Lleva siempre contigo algunos alfileres, imperdibles, pequeños clavos, cordones y un tubo de pegamento Syndetikon”, 168; “Jamás lleves camisas de seda. A no ser que quieras ser tratante de ganado o jefe de sección de unos grandes almacenes”, 183), al escapar de acreedores y agentes del Estado (“Es más fácil escabullirse de un perseguidor que de la persecución”, 177).
El Manual para embaucadores cumple pues con la prescriptiva que indica su título (de hecho, el autor sugiera a sus lectores que lean la obra mientras degustan una cena en un restaurante lujoso; al terminar de leer la obra, habrán aprendido cómo solventar la falta de dinero para pagarla), y lo hace con la advocación de pequeños criminales como Manolescu, con los que el autor no sólo se identifica a sí mismo sino también a la actividad literaria. Como afirma Albarrán,
“Serner impugna el sistema burgués del arte, ridiculiza la grandilocuencia de la filosofía y la literatura -‘vanas asnadas’-, constata el sinsentido de la vida moderna -‘todo es decididamente una estafa’- y sentencia la muerte del arte -‘el arte fue siempre una enfermedad infantil’- como única vía para su extensión en la vida” (20).
Al equiparar el arte burgués con una estafa y a sus autores con estafadores, Walter Serner no sentencia la muerte de todo el arte, sino sólo la del arte producido como sostén y fundamentación de una vida basada en premisas falsas. “Dadá no produce obras, simplemente se produce a sí mismo como negación que se sigue de la pérdida definitiva de la fe en el arte, en el hombre y en el progreso histórico que había sembrado Europa de cadáveres y trincheras” afirma Albarrán (15). Walter Serner se niega a vincular la escritura con esa vida y, al hacerlo, invita, ya a utilizar las convenciones burguesas para beneficio propio (“El mundo desea ser engañado. Y se pondrá seriamente furioso si no lo haces”, 194), ya a buscar otras formas de vivir y de actuar.
Uno de los efectos más inesperados de Manual para embaucadores (o para aquellos que pretendan serlo) es el hecho de que (a casi cien años de su primera redacción) todavía sigue produciendo ese “estado de extraordinario deseo emprendedor” (16) que el autor anunció en su Letzte Lockerung (Última relajación, 1918); un deseo emprendedor de escribir y de pensar, lo que equivale a decir, un deseo de darse una cena como la que preside esta obra (ostras portuguesas, trucha en mantequilla, espárragos, camembert) o robar un banco, que es igual que escribir y siempre es mejor que fundarlo.

Walter Serner
Manual para embaucadores (o para aquellos que pretendan serlo)
Trad. Luisa Gutiérrez Ruiz
Pról. Juan Albarrán
Santander: El Desvelo, 2011

Maurice y Juan, en el Goethe

En la foto Luisa Gutiérrez Ruiz ‘Maurice’ y Juan Albarrán, traductora y prologuista del ‘Manual de Embaucadores’ durante la presentación del libro en el Instituto Goethe. Lo mejor, las palabras de Heinrich Erlo, uno de los asistentes: “A pesar de mi “firme” decisión de ya no comprar más libros (por falta de espacio en los anaqueles) salí con un libro más … ”

http://heinrich-erlo-spa.blogspot.com/

Más allá del temblor Dadá

“[…]Desterrando cualquier pensamiento ingenuo y utópico
sobre el mundo y sobre la capacidad del arte para
cambiarlo —“quien considera que la vida es algo hermoso
y los seres humanos buenos, o bien es un idiota o alguien
con quien has de tener cuidado”—, Serner impugna el
sistema burgués del arte, ridiculiza la grandilocuencia de
la filosofía y la literatura —“vanas asnadas”—, constata el
sinsentido de la vida moderna —“todo es decididamente
una estafa”— y sentencia la muerte del arte —“el arte
fue siempre una enfermedad infantil”— como única vía
para su extensión en la vida. El lenguaje ya no es una
simple herramienta comunicativa: ha de repensarse hasta
ser deformado, ampliado, retorcido y vaciado de su “artisticidad”
para convertirse no en una representación de
la realidad, sino en un arma capaz de destruirla y regenerarla.
La construcción de otra realidad, de otro mundo,
pasa por la puesta en crisis de las ópticas desde las
que éste venía siendo contemplado. Las nuevas realidades
artísticas deberán ser concebidas como experiencias
intensificadas del existir. Experiencias fundadas sobre
la destrucción de las formas artísticas ideológicamente
construidas por una sociedad burguesa en la que se perpetúa
la vida alienada de los individuos.
Como ha explicado Simón Marchán: “Si nos dejamos
seducir por la estética de la destrucción y la negación que
destilaba la náusea dadaísta; si reconocemos que sus comportamientos
estéticos más genuinos son irrecuperables y sus obras son perpetuamente móviles (…), lo menos que podría suponerse es que su recuperación historiográfica
es antidadaísta o incluso irrelevante e irrisoria desde una
perspectiva dadaísta”. A pesar del “presentismo” de la vanguardia,
implícito en su negación de los tiempos pasados
y futuros, ésta estará siempre marcada por una extraordinaria
conciencia de la historia que le permite responder a
las necesidades de su tiempo para pensar otras formas de
vida. En este sentido, la recuperación bibliográfica de los
trabajos de Serner parece absolutamente pertinente para
una necesaria reestructuración de los relatos de la vanguardia
histórica, mucho menos homogéneos y coherentes
de lo que en ocasiones se ha hecho ver. Su fuerza pasada
parece proyectarse hacia un futuro en el que reverbera
con un sentido renovado. Los contextos de producción y
recepción nunca serán los mismos, pero la contestación
implícita en el trabajo de Serner se mantiene intacta en un
mundo que muta a gran velocidad. Y, teniendo en cuenta
que “el mundo desea ser engañado”, el manual para llegar
a ser un embaucador debería convertirse en el libro de cabecera
de todo aquél que desee seguir viviendo en él. […]”
Walter Serner: Más allá del temblor Dadá (extracto del prólogo de Juan Albarrán a ‘Manual para Embaucadores’)

En el Instituto Goethe, en Madrid

Aquí va una imagen de la presentación del Manual para Embaucadores, de Serner, en el Instituto Goethe de Madrid. Fue un momento estupendo, gracias sobre todo a la colaboración de Anna María y Maruxa, de la biblioteca del centro. Volveremos…

El jueves, en el Goethe de Madrid

Juan Albarrán es profesor de la Universidad de Castilla La Mancha. Licenciado y D.E.A. (Diploma de Estudios Avanzados) en Historia del arte con el trabajo Usos performativos de la fotografía en el arte contemporáneo español. Ha realizado colaboraciones para revistas como art.es, Artnotes, DeArte, Trasdós, Goya, Foro de educación y Mombaça, entre otras. Miembro del comité editorial de Brumaria, colaborador del suplemento Artes & Letras Castilla y León (diario ABC), trabaja en una tesis doctoral acerca de las relaciones entre fotografía y prácticas performativas en el arte contemporáneo español.

Luisa Gutiérrez Ruiz, traductora de varios idiomas, entre ellos finés, inglés y alemán, es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y graduada en Filología Alemana por la Universidad de Helsinki. Ha traducido teatro finlandés para niños y jóvenes y ha trabajado como freelance para editoriales finlandesas (WSOY, Otava, Tammi) e instituciones escénicas como el Centro de Información de las Artes Escénicas de Finlandia o el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Para El Desvelo Ediciones ha traducido ‘La partida’, de Rax Rinnekangas, ‘Manual para Embaucadores’, de Walter Serner.

Revista de prensa_Serner

Presentación sernerista en Gil, el 20 de octubre

Algunas instrucciones sernerianas y una carta de Schad

Serner por Schad

408. Nadie es tan tonto como para que, después de tres
días, no logres convencerlo de que es un genio.

409. No hables en voz baja durante demasiado tiempo.
Hace suponer que te has acostumbrado a ello por motivos
indignos. (Sin embargo, por teléfono hazlo siempre).

[…]

411. Cuanto más extraordinario sea lo que llevas a cabo,
más has de cuidarte de que parezca vulgar. Si esto es imposible,
casi siempre resultará más conveniente abandonar la empresa.

412. Sé tu propio banquero. Lo que pierdas debido a
malas decisiones, igualmente lo habrías perdido engañado
por el profesional; además éste tampoco actúa siempre correctamente.

413. Mientras no tengas más de cincuenta, prefiere a los
hombres menores de veinticinco y mayores de cincuenta.
Los que se encuentran en medio te odiarán mucho.

414. Distínguete de los demás en todo un poco. Eso despertará
la curiosidad. Pero no llames demasiado la atención
o, de lo contrario, irás cuesta abajo.

De ‘Manual para embaucadores’. Traducción: Luisa Gtrrez. Ruiz

“Ya sé, mi querido, que usted desea lo mejor para mí. Pero aquí me odian tanto, se trabaja tanto en mi contra, que ya todo me empieza a parecer asqueroso. Y como no soy hombre de agachar la cabeza, creo que me voy a retirar pronto. Por fortuna soy de naturaleza feliz. Por estos días duermo largamente y bien, y fumo incontables cigarrillos…”

Carta de Walter Serner a Christian Schad

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