En los anuncios que puso en el periódico local Jack especificaba que solo podían solicitar habitación los bohemios, artistas, músicos, ateos, anarquistas u otros tipos exóticos: cualquier persona corriente sería rechazada sin contemplaciones. Este anuncio, no hace falta decirlo, causó mucho revuelo en Pasadena cuando se publicó…
Había una buena selección de inquilinos elegidos uno a uno, todos ellos unos personajes. Unos pocos ejemplos: la vidente profesional que siempre usaba vestidos adecuados y decoraba su apartamento con símbolos y artefactos de sabiduría secreta; una señora, que había dejado bastante atrás la mediana edad pero todavía era llamativamente hermosa, que aseguraba haber sido en varias ocasiones la querida de la mitad de los hombres famosos de Francia; un hombre que había sido un organista muy conocido en la mayor parte de los cines de la época del mudo.
La biblioteca de Jack (una gran habitación con paneles de madera y un sofá de cuero cómodo con un par de sillas también de cuero) estaba llena de libros casi exclusivamente dedicados a lo oculto, y a las obras publicadas de Aleister Crowley. Había un gran retrato de Crowley cariñosamente dedicado a Jack dominando la habitación. También tenía una correspondencia voluminosa con Crowley en la biblioteca, parte de la cual me enseñó…
Recuerdo particularmente una carta de Crowley que le animaba y alababa el gran trabajo que estaba haciendo en América; también le agradecía simplemente su última donación, y le confiaba que necesitaría más enseguida. Jack admitía que era una de las principales fuentes de dinero de Crowley en América.
‘Seco y cohetes. El mundo oculto de Jack Parsons’, de John Carter. Traducción de Jesús Ortiz Pérez del Molino. Prólogo de Roberto Anton Wilson.