Que no son tú, ni en ti se quedan una tarde como esta. Su tacto, su leve peso, el espacio que ocupan entre los demás es reconocible, pero es solo cuando vuelves y los tomas en tus manos cuando es fácil saber, reconocer su función, su uso, el porqué de su presencia que sin ti no era nada.
Cortezas
Restos de la piel que crece y cae y no será ya más nosotros, pero lleva el ADN de nuestra memoria.
Fe
Solamente el que ama está a salvo. solamente el que ama tiene salvoconducto, puerta franca, vía de escape a este dolor. Solamente el que ha amado está salvado de este día, de este tiempo, de esta ausencia.
Leve
Y saber ya que cada día será una ausencia, que pese a ello iremos olvidando detalles: el timbre exacto de su voz, el tacto de sus manos, las canciones tarareadas a medias. Saber también que sonreiremos y seremos felices pese a ello. Saber que los muertos pesan, pero poco.
Sassoon by Bassano. copyright National Portrait Gallery
El inglés Siegfried Sasson fue a la guerra, a la I Guerra Mundial. A su vuelta del frente, le devolvió a Inglaterra una imagen devastadora de la contienda: los hijos de la patria morían por cientos en las trincheras. Nada de romanticismo, ninguna concesión alegórica. Sassoon tiró su condecoración al río y con ella, se hundió la idea caballeresca de una guerra.
La guerra fue un demonio
que paró nuestros relojes
aunque la conocimos
sonriente y alegre
El soldado voluntario se convirtió en uno de los exponentes de los War poets, junto a Robert Graves o Wilfred Owen. También su obra en prosa abundó en los horrores cotidianos de la guerra.
El Desvelo publica en abril una de sus obras poéticas más emblemáticas, Contraataque.