Etiqueta: #Poesía británica

La poesía de ‘Supertrump’, en edición bilingüe y de la mano de Gabriel Insausti

Antología poética de William Henry Davies

Ya tenemos a disposición de los libreros (y pronto del público) una antología excepcional de uno de los poetas referentes de este género en el Reino Unido. Hombre de gran sencillez, con ideas propias y nada acomodaticio, W. H. Davies viajó por el mundo libre de ataduras y escribió al margen de modas y generaciones una poesía como era él: sencilla y honda, de vuelta a las cosas esenciales, que son las que importan. Con su visceral independencia, la poesía de Davies fue muy popular en el primer cuarto del siglo XX y grandes poetas del momento como Edward Thomas se reconocen como tributarios. Tuvo más influencia de la que quiso tener y recibió menos reconocimiento del que merecía.

En esta edición bilingüe, prologada y traducida por Gabriel Insausti, se recoge una antología de sus mejores y más significativos poemas.

William Henry Davies (Newport, 1871 – Nailsworth, 1940). Poeta y novelista inglés, conocido como el poeta vagabundo o como él mismo se describió: un ‘supertramp’, un supermendigo. De origen humilde, empezó a trabajar desde muy joven. Abandonó Inglaterra en 1893 y, durante algunos años, vivió vagabundeando entre Estados Unidos y Canadá, pero se vio obligado a poner fin a esta vida de aventurero tras un accidente que le costó la amputación de un pie. Regresó a su país y se estableció en Londres, donde, por un tiempo, se ganó la vida como vendedor ambulante. Gracias a la ayuda y al apoyo de George Bernard Shaw y de Edward Thomas, en 1905 consiguió publicar su primera colección de poemas, ‘Soul’s Destroyer’.

SOLEDAD

Sí, soledad, pues solo veo árboles
en torno a mí y muy cerca, hacia el oeste
–casi a tiro de piedra– una montaña
que forma un solo ser con este bosque.
He mirado su cumbre largo rato
por si volaba algún ave de presa
sobre esa ola de tierra, y se acercaba 
por temor de volver por esa senda.
Y si lo hubiese visto, qué alegría
como cuando una vez, aún niño, vi
junto a un muelle una barca de diez pies
que había atravesado el hondo Atlántico
y a un anciano que se había amarrado
tres días y tres noches, pues si el viento
lo soltaba, sin duda se ahogaría.
Sí, soledad, pues a mi alrededor
no veo sino montes con sus árboles
y las flores, las aves, las abejas
-las abejas, que beben de esas jarras
de forma y color vario y no suspiran
sino murmuran su alabanza– y todos
los pájaros cantaban hasta ahora
que han oído el chillido de algún mirlo,
al verme detenido bajo un árbol,
y los ha enmudecido y ahuyentado;
incluso el petirrojo mira en torno
con miedo. Y una casa o dos más lejos,
sin señales de vida; en vano el cuco
nos deja oír su extraña, alegre nota
por que la voz del niño le responda.
Vagan por este valle silencioso
ovejas que no tienen otro hogar
ni sueñan otra cosa que este valle.
Veo una puerta, un muro casi en ruinas,
oscuro y sin pintura, y me parece
que podría contar dulces historias.
Luego anduve y muy cerca encontré un campo
y lo que vi me hizo abrir los ojos:
un hombre y un caballo blanco, y juro
que, aunque dormidos, araban la tierra.
Luego me fui a casa y ya no vi
un solo rostro en mi camino, hace
una semana de esto. No habrá uno
entre los vagabundos de Inglaterra
que me haga creer en ese campo
cuando yo, soñador, cierro mis libros.
Y, sin embargo, a veces dejaría
feliz que me engañasen esos hombres.

Traducción: Gabirel Insausti.

Un poema de la edición de la obra de Roland Leighton en ‘Un llanto sobre el mar’

Un llanto sobre el mar

Vale 

Adiós, entonces. Ya cantamos nuestras dulces canciones; 
marchitas están nuestras guirnaldas de rosas rojas.
El día luminoso 
–plata y azul y oro– 
se apaga, en busca del sueño

La tarde resplandece, 
atravesada por la sangre del ocaso, 
como un pájaro suave y gris que vuela 
para descansar bajo las alas perfumadas 
de la noche oscura y azul. 

Traducción Paula Campos Fernández

Roland Aubrey Leighton nació en Londres el 27 de marzo de 1895 y ha pasado a la historia de la literatura inglesa como uno de los ‘war poet’, uno de aquellos jóvenes idealistas que se desengañaron en las trincheras de la I Guerra Mundial e imprimieron un giro crítico y pacifista a la poesía de su tiempo. Hijo mayor de Robert Leighton, autor de libros de aventuras para jóvenes, y de Marie Connor Leighton, una conocida escritora de novelas románticas, Roland estudió entre 1909 y 1914 en el internado de Uppingham, en Rutland, donde fue un alumno ejemplar. Allí conoció a Edward Brittain y a Victor Richardson, sus amigos más cercanos. En abril de 1914, Edward le invitó a pasar las vacaciones de Semana Santa en su casa de Buxton (Derbyshire) y allí conoció a Vera Brittain, con quien establecería una relación. El 28 de julio de 1914, tan sólo semanas después de que Leighton terminara el instituto, se declaró la Primera Guerra Mundial. Al igual que muchos jóvenes de su generación, se alistó en el ejército tan pronto como pudo. En marzo de 1915, fue destinado a Francia con el Regimiento de Worcestershire. La noche del 22 de diciembre de 1915, Leighton recibió un disparo cuando estaba de descubierta cerca de la tierra de nadie. Murió al día siguiente en Louvencourt. Tenía 20 años. #unllantosobreelmar #rolandleighton #paulacamposfernandez #warpoet #primeraguerramundial #poesia #bilingue

El libro ha sido traducido, anotado y seleccionado por Paula Campos Fernández. Incluye un prólogo a cargo del poeta Ben Clark y una introducción de David Leighton. El estudio introductorio ha corrido a cargo de la propia editora literaria, quien realizó su tesis doctoral sobre el desaparecido poeta británico. La obra, en edición bilingüe español-inglés, incluye, por último, un anexo fotográfico con fotos de la vida de Roland Leighton y de sus manuscritos.

El libro saldrá oficialmente a la venta el 13 de julio.

A %d blogueros les gusta esto: