Etiqueta: Rebeca Le Rumeur

Lola Dinamita, como su nombre indica

Lola Dinamita

Lola Dinamita fue la segunda entrega de narrativa que El Desvelo hizo dentro de su colección El Legado del Barón. Conjunto de 10 relatos publicados ahora hace 10 años.

En los relatos de Rebeca Le Rumeur los personajes implosionan o explosionan con efectos devastadores.

El título refleja a la perfección la esencia de este libro. Una obra explosiva y juguetona que seduce y puede dañar. Lo que parece obvio, y ajeno a discusión, es que Rebeca Le Rumeur ha escrito un buen libro de relatos. Textos breves y contundentes, ajenos a la dispersión y a la pérdida de tiempo, absolutamente adaptados al vértigo de nuestra sociedad. Muestran, con gloriosas excepciones, a personajes en situaciones desesperadas, que reaccionan, en consecuencia, de forma desesperada. No intenta reflejar el esplendor de la cotidianeidad, ni la épica del día a día. No. Va directa al grano. Hablan sobre gente atrapada, sea por metafóricas cuerdas, por el peso desmesurado de una vida sin salida ni solución o por el pertinaz ruido del llanto de un niño. Son relatos breves, escritos sin miedo, sin sujeción a las normas canónicas de lo que “debe ser” la literatura. “Lola dinamita” muestra a una autora que ha contemplado el horror, el vacío que nos acompaña a todos -irremediable, como sabemos y tantas veces no queremos saber- y ha sabido transformar la angustia en una pequeña obra de arte. Esa libertad, ese desafío, resulta gratificante, como un trago de limonada helada en una tarde de agosto. Pero la libertad no degenera en libertinaje ya que Lola dinamita posee una redacción perfecta: “Llevaba años sobre la superficie de aquellas cuerdas blancas y tensas. Sus pies se habían acostumbrado a deslizarse por los estrechos filamentos. Se habituó a vivir sintiendo el movimiento de esos enormes hilos y los escalaba con agilidad. Antes de dormir se sentaba en uno de ellos y dejaba caer la espalda hasta que alguno lo recogía; siempre había una cuerda interrumpiendo el descenso”. Además si las salvajes reacciones de sus personajes resultan creíbles es, como ocurre con todos los buenos textos, por su capacidad para haber creado, previamente, un lecho en el que ha escondido la imprescindible y mullida justificación de sus actos. Así ocurre porque sus personajes son creíbles y complejos, lo que resulta más que meritorio, dada su mencionada brevedad. Concluyendo: un libro que sorprende, excita y conforta. Porque todos, en algún momento, hemos pensado en meter fuego a nuestra vida.

El Otro Lunes

http://otrolunes.com/archivos/13/php/librario/librario-n13-a05-p01-2010.php

Rebeca le Rumeur
Rebeca Le Rumeur

Se escucha todavía demasiado a menudo la cantinela de que el cuento es la antesala de la novela, lo que no es raro en un país donde, por un lado, el grueso de los consumidores de libros asocia el género con la literatura infantil, y por otro, lo visible es una cuestión de mercadotecnia y de periodismo cultural. En manos de los periodistas culturales, el cuento puede caer en dos tipos de discurso. Están los que preguntan al joven que acaba de estrenarse con un libro de relatos que para cuándo el “salto” a la novela (lo cual parece justificarse porque el único libro de cuentos que escriben algunos escritores es el de su bautismo). También están los que, desde luego con una intención loable, escriben un artículo con un titular que suele aludir a que el cuento ha superado su etapa de maricomplejines. Esto es así porque en España, a despecho de los escritores y los críticos (o al menos de ciertos escritores y de ciertos críticos), parece que la existencia de Chéjov, de Poe, de Katherine Mansfield o de Borges sea la excepción que confirma la regla de que la mejor literatura se encuentra en la novela. El periodista, claro está, se ve obligado a combatir el prejuicio, y la consecuencia de ello es la misma que la de la discriminación positiva y la denuncia de los males del machismo en la prensa: que a quien se le presenta siempre como víctima le cuesta el doble empoderarse. Se acaba dando la impresión de la única excusa para hablar del cuento es su condición de sexo débil, como si no bastara con escribir un buen libro de cuentos. Tal vez la solución a este reiterado mal sea tan simple como la de evitar preámbulos como el que yo estoy haciendo aquí.
Ignoro si Rebeca Le Rumeur (Santander, 1981) perseverará en el género breve, se entregará al mestizaje o terminará dedicándose al haiku. Lo que si sé es que su primer, cortísimo e impactante libro de relatos, Lola Dinamita, no es la antesala de ninguna otra cosa, excepto, por supuesto, de su escritura (que huele ya a propia). Estos relatos lo son por eso tan viejo de que cada obra genera su norma, que en este caso es la brevedad. Compuesto por diez piezas que basculan entre un registro realista con voluntario toque naif (a lo Miranda July) y la fantasía onírica y metafórica, Lola Dinamita es un libro que se instala en un territorio muy español, muy Cela y muy Goya, a saber, el tremendismo, aunque Le Rumeur no tenga nada que ver con el difunto premio Nobel. Sí me la imagino, en cambio, dibujando aquelarres y entierros de la sardina. El tremendismo es siempre molesto para una sentimentalidad equilibrada por la desproporción de la respuesta, y trasladado al plano de la narrativa, suscita no pocas veces la objeción de que ciertos giros no se justifican. Digo esto porque aquellos a quienes su equilibrio anímico les lleva a abominar de suicidios adolescentes y ataques terroristas (o para ser más clara: aquellos que no sólo se quejan de la gratuidad de, por ejemplo, Lars von Trier, sino que proclaman su inverosimilitud como muestra de que el producto está mal construido), lo mejor que pueden hacer es pasar de largo. No van a entender la propuesta de Lola Dinamita, y encima se van a cabrear.
Para los que sí entran en el juego perverso, que no quiere decir gratuito, tal vez les sirva imaginarse a las protagonistas de los cuentos de Le Rumeur como una versión actualizada de aquellas hermanas Izquierdo, encerradas en el mal familiar, y que huían en el tren mientras sus pares mataban a medio Puerto Hurraco. El lector cae pronto en la cuenta de que la desproporción, lo tremendo, tiene un sentido: el dolor enquistado. Si bien aquí las mujeres son urbanas, tienen estudios y una mediana consciencia de sí mismas, sus nombres de sello almodovariano (Lola Dinamita suena a Kika, o a Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón) nos alertan de que lo que domina es la pasión, que se torna destructiva. Como si no fuera posible deshacerse del puertohurraquismo anímico. Así pues, cuando estos seres responden con brutalidad a agresiones mínimas, no lo hacen de forma gratuita, sino porque dichas agresiones son las gotas que colman unos vasos antiguos y negros. Y es que los protagonistas viven instalados en un limbo de dolor que no se cuenta, pero que el libro destila entre líneas.
Rebeca Le Rumeur es hija de madre francesa, y eso se nota en la prosa, que, si bien es correctísima, a veces suena extraña. Ello no supone merma alguna. Al contrario: se trata de una particularidad que aumenta lo insólito (que, ojo, no es estructural, sino que está en lo pequeño: voz, metáforas, diálogos, ritmo) de la propuesta. Y es que éste es un libro para paladares raros, que auna una sentimentalidad absolutamente ibérica (por lo visceral) con la ejecución extranjera. Por otra parte, no hay nada en Le Rumeur que huela a casticismo, lo que refuerza la hipótesis de que su español viene de otro sitio. La escritora santanderina domina los giros rápidos, imprevistos y crueles, y sus relatos me han recordado a esa negrura de apariencia despreocupada de los Pequeños cuentos misóginos, de Patricia Highsmith. También está hermanada con Dirección noche, de Cristina Grande, en la medida en que construye historias-estampa, en la sencillez de la frase y en la precisión en el detalle, así como en una libertad magnífica que rompe, con modestia, la convención de redondear el argumento. Cuentos como “La conjura de los niños” y “Cuerda”, dos de los más sobresalientes, recuerdan, por la propiedad con la que se inserta cierta jerga filosófica y la capacidad de alzar una ficción puramente metafórica, al excepcional Proyectos de pasado, de la escritora rumana Ana Blandiana. En líneas generales, Le Rumeur es más eficaz cuando se sale del realismo, que obliga siempre a dar demasiadas explicaciones, y se desliza a un territorio pseudofantasioso, donde es posible, por ejemplo, ir quemando lentamente la propia casa, como ocurre en “Materia”, a mi juicio el más logrado de los cuentos.
La verdad es que yo he leído este libro con fascinación. Y lo he leído así porque rezuma, como dice Coradino Vega, “el latido de una interioridad especial”. Sólo me resta decir que ojalá Rebeca Le Rumeur nos regale muchos más libros, y que ese latido se convierta algún día en algo esplendoroso. Tiene, desde luego, capacidad para ello.

Elvira Navarro

Un buen motivo para ir en autobús

 

El Transporte Urbano de Santander acaba de publicar la segunda edición de su colección Líneas. Vicente Gutiérrez, Javier Menéndez Llamazares, Rebeca Le Rumeur, Jesús Pardo y Gonzalo Calcedo son los últimos autores publicados. Quien quiera leerlos deberá subirse a uno de los autobuses y buscar el cajetín en donde esperan. Se agradece devolverlos a su sitio, aunque la cleptomanía tiene en este caso sus atenuantes.

Rebeca, en Culturamas

Rebeca le Rumeur, en Culturamas
http://player.vimeo.com/video/13800949?title=0&byline=0&portrait=0

Lola, en Sancho Panza

Fue un placer presentar Lola en Cabezón de la Sal. Pese al Mundial, el sábado y el buen tiempo reunimos a un puñado de amigos y lo pasamos bien Al final aquello fue una tertulia y Rax, que andaba por allí, se hizo una foto con Rebeca.

Feriantes

Elena Medel, Javier Fernández y Rebeca Le Rumeur.

Por primera vez hemos estado en la Feria del Libro de Madrid, una experiencia de sol, polvo y libros en el Parque del Retiro que esperamos repetir en próximos años. El pasado lunes firmaron ejemplares nuestros autores -Alberto Santamaría, Javier Fernández Rubio y Rebeca Le Rumeur-, presentamos nuestro último libro colectivo ‘Los que duermen juntos’.

Carlos Salem

Stands de Impedimenta, Países Nórdicos y UDL Libros

Alberto Santamaría y Rebeca Le Rumeur; Silvia Sánchez y Mada Martínez

Rebeca Le Rumeur

Antonio, Rebeca y Elvira, en Tres Rosas

El filólogo y crítico Antonio Jiménez Morato y la escritora Elvira Navarro presentaron el libro de Rebeca le Rumeur en Tres Rosas Amarillas, con José Luis detrás del mostrador, el pasado jueves. El local se llenó y todo fue a pedir de boca.

También estamos contentos porque hoy ya se empezó a imprimir nuestro cuarto libro…

Entrevista a Rebeca en El Diario Montañés

“Entiendo la vida

como un combate”

GUILLERMO BALBONA | SANTANDER
El primer libro de narrativa de Rebeca Le Rumeur, ‘Lola Dinamita’, es un singular debut en diez relatos cortos que conforman una sinfonía con ecos de tragedia y pentagramas directos e imaginativos, donde suenan heridas, rupturas y discapacidades sentimentales.La mayoría de sus cuentos poseen un fondo paisajístico que remite a Cantabria. A través de la segunda entrega que El Desvelo Ediciones suma a su colección ‘El Legado del Barón’, se asoma la santanderina (1981). En 2006 realizó su primera exposición de pintura. Ejerce como traductora y colabora con diversos medios editoriales.
-¿Cómo define su libro?
-‘Lola dinamita’ es un libro aparentemente silencioso que no para de gritar. Sus personajes son boxeadores existenciales. Yo diría que lo que une estas historias es la lucha, y no el vacío. Son personajes que combaten la realidad desde su soledad y ese combate justifica la violencia y el dolor que hay en el libro. Es un libro de seres frágiles que se han subido al ring. Desde que nací me han vendido una vida sin dolor donde la felicidad se puede comprar en cualquier supermercado. Mis 28 años me han llevado a constatar que tal vez la felicidad existe, pero estoy cansada de objetos, de modas, de seres agraciados. Esta obra es un puñetazo a esas vidas perfectas.
-Jugando con el título, ¿estos diez relatos podrían ser otras tantas explosiones femeninas de emoción?
-La belleza destructora está muy presente en el libro. El fuego y la explosión aparecen como elementos de liberación. Sin embargo, la presencia femenina es circunstancial, hay mujeres en el libro como hubiera podido haber hombres, lo que realmente hay son sujetos que sufren, que luchan, que viven, que fracasan y la mayoría de las historias terminan antes de que podamos ver cómo se levantan. Utilizo el arte para amordazar mi locura emocional.
-Imagino a una autora joven y me sale un perfil vinculado a Internet, a las redes sociales y con blog. Y, sin embargo, libros como el suyo revelan las mismas soledades emocionales y espacios habitados por criaturas inadaptadas. ¿Pretendía ese contraste?
-La verdad es que no soy una persona comunicativa ni vinculada demasiado a internet. Es más, soy muy tímida y callada. Tuve un blog durante un par de años y luego lo cerré. No tengo facebook ni lo quiero. Aprendí mucho sobre internet en mi corta experiencia con el blog: la red es impúdica, curiosa, funciona muy rápido y con comentarios inmediatos. Me hice muchos amigos y durante un tiempo pensé que internet me salvaría de la soledad pero no fue así, internet es, sin duda, otra manera de constatar la paradoja de la incomunicación en la que vivimos. El contraste del que habla es ése: la enfermedad del siglo XXI es la soledad.
-¿No cree que Virginia Woolf es más moderna que toda esa literatura de hoy que se asoma al mercado con la etiqueta por delante?
-Virginia es una escritora maravillosa y sin duda alguna fue y sigue siendo innovadora. Respecto a la literatura actual no tengo ni idea de lo que va a ocurrir, mi capacidad de lectura es francamente inferior a la capacidad de publicación de nuestro sistema.
-En su libro hay mujeres desnortadas y muñecas rotas. ¿Es un retrato de nuestro tiempo o una mirada existencial y permanente?
-Mi libro originariamente se llamaba Muñecas trágicas. Básicamente porque tengo un sentido trágico de la vida poco usual, exagerado. En realidad yo debería estar licenciada en ‘Dramatismo cotidiano’. A veces hay que dejar de pensar, el pensamiento puede ser destructivo.
-Oquedades, presencia de la ausencia, ¿esa poética del vacío representaba también un desafío de estilo?
-Trato de escribir con claridad, eso hace que me metan dentro de un saco muy grande llamado Raymond Carver. Limo mi escritura, me sirvo de frases breves, sin demasiados adornos.Lo que pretendo es que mi escritura se entienda por eso he optado por la sencillez.
-En sus personajes, ¿habita Rebeca le Rumeur? ¿Todas tienen algo suyo, o ninguna?
-Mis personajes son como niñas exorcistas que me liberan del dolor. En literatura medieval estudié que los primeros textos literarios que se encuentran en nuestra cultura aparecen en documentos jurídicos donde alguien hace una comparación. La literatura nace de la comparación, ésta trasciende la realidad e inventa una nueva. El ser humano busca un ‘símil’ para expresarse, de ese modo supera la realidad.
-¿Cómo es su vínculo cotidiano con las palabras?
-Escribo todos los días. Si no lo hiciera tendría una melancolía inmensa. A veces solo escribo un párrafo o corrijo una línea para sentirme bien conmigo misma. La escritura no es una afición sino un modo de vida. Todo es susceptible a ser escrito, por eso a veces, la vida queda en un segundo plano.
-En sus relatos veo mucho ego pero también invisibilidad. ¿En el equilibrio está el milagro?
-Trato de desaparecer del texto, para ello suprimo mi opinión sobre aspectos de la narración. Supongo que mi ego también anda por alguna parte.
-Sus mujeres, duelen, hacen daño y sufren. ¿Entiende lo femenino como combate?
-Entiendo la vida como un combate. Lo femenino en este libro es prescindible, el combate no.
-La elección del relato, ¿se debe a su juego fragmentario?
-El relato breve es un género divertido. Dominar sus reglas me ha llevado años. Me gusta la teoría del iceberg que dice que la escritura debe decir poco y guardar en su profundidad la mayor parte de su contenido. Los mejores escritores del género breve escriben o han escrito en castellano. Es un género poco valorado y sin embargo, excitante. No hay que decir sino sugerir.
-¿Cómo conjuga pintura y escritura?
-La pintura es una prolongación de mi escritura, a veces paso horas escribiendo en un lienzo, es una escritura automática, lo hago para liberarme, sin demasiadas pretensiones. Con la pintura me desahogo porque no tengo demasiados conocimientos y soy completamente libre para crear. Sin embargo en la escritura ando con mucho cuidado, soy como un gato caminando por una estantería llena cristales. No quiero quebrar el universo que me rodea.
-En su relación diaria con la literatura, desde la creación y desde el mundo editorial, ¿cómo convive en ambas?
-Por lo general, el mundo editorial me parece asfixiante y ajeno a la literatura. Pero eso no es de asombrar, muchas cosas del mundo real me parecen asfixiantes y ajenas a la literatura.
-¿Qué opina de ‘El Desvelo’?
-Editores así dan sentido al universo editorial. Es exquisita, me encanta el diseño y en sus libros todo está mimado hasta el último detalle. Hacen su trabajo con amor y pasión, leen, estudian lo que publican. En el Desvelo existe un diálogo directo entre autor y editor y eso es muy enriquecedor.

CITA EN CORTO

Un autor/a de cabecera: Fiódor Dostoievski.
Un apunte sobre la cultura: Nace en los bares.
Un viaje real y otro fantástico: Bretaña, en Francia. Viajar al pasado para conocer el presente.
Un libro. Dos, ‘Cuatro veces fuego’ de Lara Moreno y ‘La ciudad Feliz’, de Elvira Navarro.
Un movimiento estético: ‘ Hopper.
Un universo literario al que siempre regresa: Los clásicos.

Reseña en Culturamas

Coradino Vega, Ida y Vuelta, de Vita Beata

http://www.culturamas.es/2010/05/11/ida-y-vuelta/

Rebeca Le Rumeur

 …Y digo esto, porque el día 20 vuelvo a Madrid para asistir a la presentación de Lola Dinamita, el libro de Rebeca Le Rumeur, publicado por El Desvelo, sobre el que ―no me queda otra― tendré que ser sincero. No me gustan todos s…us cuentos, sin embargo hay otros que me hacen pensar que, además de leer a una amiga, estoy leyendo a un genio. Un genio es un ser diferente al escritor (otro día hablaré de mi concepción del arte, por si a alguien le interesa). Un genio es alguien que tiene una visión del mundo tan personal e intransferible que hace que mires la vida de forma distinta; un universo propio, un fuego interior, una sensación inefable. Estos cuentos son un grito desgarrado contra la realidad, «ese hambriento superhéroe de cemento con dientes de plástico», que se dice en el libro en algún momento. Unos relatos escritos con una precisión poética y un dominio de la elipsis verdaderamente admirables. Un puñetazo que te deja cao. Una cosa distinta. Una pequeña joya del lenguaje…

Sensual Lola, violenta Lola

Texto de la presentación de ‘Lola Dinamita’, de Rebeca Le Rumeur, por Javier Fernández Rubio

Filóloga, pintora, escritura y santanderina, aunque esto no sea exactamente una profesión lo parece. Rebeca le Rumeur tiene un mundo que contar. Traductora y autora multipremiada en numerosos concursos literarios, tiene 28 años y ahora está en Madrid en donde trabaja en el mundo de la creación literaria. Y digo que aunque ser santanderino pueda ser una profesión, Rebeca, como no podía ser de otra manera, la ejerce de una manera distinta. Es la santanderina antitópica, es decir, condescendiente de que haya un mundo más allá de Peñacastillo, compartiendo la inquietud, la curiosidad y el talento de aquellos hombres y mujeres que pasaron por la ciudad y la acrecentaron, en lo material y en lo intelectual. Rebeca forma parte de lo mejor que puede dar esta ciudad y no es una casualidad que tenga que haber salido fuera, como tantos otros han hecho antes y harán después.

Si alguien me preguntara qué es Lola Dinamita le diría que lo leyera. Pero como no quiero escurrir el bulto, diré por qué creo necesaria su publicación.

Lola Dinamita es una colección de 10 relatos, protagonizados en su mayoría por mujeres. Da igual la edad que tengan. Todas ellas se caracterizan por llegar al final, pero al final de qué. Al final de una relación, al final de la vida, al final de la esperanza. No se confunda esto con el pesimismo. Confúndase más bien con la lucidez. En estos relatos escritos de manera sencilla y directa, no hay espacio para la ilusión e ilusión es creer que los buenos sentimientos son correspondidos siempre, que el premio al esfuerzo y la querencia es la satisfacción del anhelo.

Digo que son personajes que están al final de algo, porque Rebeca los toma en el momento de zozobrar, en el momento en que hay que pagar por la felicidad vivida o más bien ser consciente de que esa felicidad puede muy bien no darse nunca. Pero, y hay ejemplos en este libro, la lucidez no es equivalente al fracaso. En Lola Dinamita, hay mujeres que se consumen en sentido literal en un viaje de automutilación y metafórico de gran belleza, o niños que se inmolan o madres que incurren en infanticidio, o seres egoístas que aceptan con ironía su caída en la soledad. Porque la soledad, la determinación rabiosa ante el fracaso, la lucidez de la condición humana son los temas que aborda en este pequeño álbum de música de cámara en donde la crueldad es omnipresente.

Lola Dinamita es también un libro cargado de sensualidad. El propio relato que le da título es un gran metáfora de la convulsón interior desde la convulsión exterior. En éste y en todos los demás, lo físico es el material primigenio con el que se esculpe. Hay fuego, hay carne, hay deseo, hay objetos materiales de uso cotidiano, hay paisaje y alucinación simbólica. En estos 10 relatos la realidad es palpable, de tal modo que los personajes se manifiestan por y a través de los objetos que manejan. Hasta un pequeño cangrejo llega a tener un contenido simbólico. Interior y exterior se confunden.

Fatalismo, aunque lúcido y no pesimista, en el fondo, y sencillez matérica y de gran caudal metafórico en la forma aderezan esta última entrega de El Desvelo Ediciones.

Y la mujer. No es casualidad que la mujer recorra todos los cuentos. La mujer como doble víctima, víctima como ser humano y víctima por su condición femenina.

Puede que este libro satisfaga o defraude -a mí me ocurrió lo primero-, pero es seguro que no dejará indiferente y dejará su pequeña gran huella en el recuerdo del lector, que es la mejor justificación para haber existido.

Lola se va a Madrid con Tres Rosas Amarillas

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