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Reseña de ‘Autorretratos’ en El Correo

‘Hijas de Agar’ recomendado por los libreros

El libro de Pilar Salamanca aparece recomendado por los libreros en su web

Jesús, en Tiempo de Paz

La revista Tiempo de Paz ha publicado una reseña del libro de Jesús Cabezón ‘El mundo que sentí cercano’, en su numero 98 correspondiente a Otoño de 2010.

Cosas…, en Qvorvm

La Revista Qvorvm publica una reseña del poemario Cosas que sólo suceden cuando a ti te pasan, de Javier Fernández rubio, en su último número. El artículo está firmado por Guillermo Balbona. Gracias a todos.

Lola, en el Otro Lunes

El título refleja a la perfección la esencia de este libro. Una obra explosiva y juguetona que seduce y puede dañar. Lo que parece obvio, y ajeno a discusión, es que Rebeca Le Rumeur ha escrito un buen libro de relatos. Textos breves y contundentes, ajenos a la dispersión y a la pérdida de tiempo, absolutamente adaptados al vértigo de nuestra sociedad. Muestran, con gloriosas excepciones, a personajes en situaciones desesperadas, que reaccionan, en consecuencia, de forma desesperada. No intenta reflejar el esplendor de la cotidianeidad, ni la épica del día a día. No. Va directa al grano. Hablan sobre gente atrapada, sea por metafóricas cuerdas, por el peso desmesurado de una vida sin salida ni solución o por el pertinaz ruido del llanto de un niño. Son relatos breves, escritos sin miedo, sin sujeción a las normas canónicas de lo que “debe ser” la literatura. “Lola dinamita” muestra a una autora que ha contemplado el horror, el vacío que nos acompaña a todos -irremediable, como sabemos y tantas veces no queremos saber- y ha sabido transformar la angustia en una pequeña obra de arte. Esa libertad, ese desafío, resulta gratificante, como un trago de limonada helada en una tarde de agosto. Pero la libertad no degenera en libertinaje ya que Lola dinamita posee una redacción perfecta: “Llevaba años sobre la superficie de aquellas cuerdas blancas y tensas. Sus pies se habían acostumbrado a deslizarse por los estrechos filamentos. Se habituó a vivir sintiendo el movimiento de esos enormes hilos y los escalaba con agilidad. Antes de dormir se sentaba en uno de ellos y dejaba caer la espalda hasta que alguno lo recogía; siempre había una cuerda interrumpiendo el descenso”. Además si las salvajes reacciones de sus personajes resultan creíbles es, como ocurre con todos los buenos textos, por su capacidad para haber creado, previamente, un lecho en el que ha escondido la imprescindible y mullida justificación de sus actos. Así ocurre porque sus personajes son creíbles y complejos, lo que resulta más que meritorio, dada su mencionada brevedad. Concluyendo: un libro que sorprende, excita y conforta. Porque todos, en algún momento, hemos pensado en meter fuego a nuestra vida.

Reseña en Qué leer

Abajo, chiquito chiquito, junto a los chicos de Nevski, la revista Qué leer nos ha reseñado en términos elogiosos el libro de Alberto Santamaría, B. Estamos contentos porque entrar en las publicaciones en papel de ámbito nacional es tan necesario como difícil.

El Desvelo, en Cantabria Económica

Cantabria Económica, la revista de Alberto Ibáñez, acoge en su edición del mes de abril la existencia de El Desvelo con un artículo sintético que no podemos menos que agradecer de todo corazón. La foto que lo ilustra es de Román Alonso.

Reseña de ‘B’ por Carlos Ealo, en Kattigara

http://www.kattigara.com/index.php?option=com_content&view=article&id=56:resena-qbq-de-alberto-santamaria-por-carlos-ealo&catid=37:el-fondeadero-de-los-chinos&Itemid=62

La recientemente creada Editorial Kattigara, un proyecto radicado en Cantabria y con ganas de “promocionar el gusto por la Literatura en todos sus géneros”, ha colgado en su página web (www.kattigara.com) una reseña de Carlos Ealo sobre ‘B’, la primera incursión narrativa del poeta Alberto Santa María, el que fue primer libro de El Desvelo, así como la obra que inauguró la colección ‘El legado del barón’. Todo un estreno.

Nos permitimos reproducirla a continuación. Y, de paso, volvemos a felicitar a Kattigara por su nacimiento y, seguro, feliz vida editorial. Y gracias a Carlos Ealo, por su atención y sus palabras.

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Carlos Ealo. Crítica de la novela titulada “B”, de Alberto Santamaría (Santander, El Desvelo Ediciones, 2009).

Músico vulnerable, factótum poético o esteta in pectore, son algunos de los calificativos que acuden a mi memoria a la hora de intentar describir la figura del escritor Alberto Santamaría (Torrelavega, 1976). Aunque más conocido en los círculos literarios por su premiadísima obra poética a lo largo de la última década, este joven autor inicia aquí su andadura por las sendas narrativas de la novela breve —o nouvelle— de la mano de El Desvelo Ediciones, una nueva empresa editorial radicada en Cantabria cuyos principales pilares se basan no sólo en el alumbramiento de obras literarias de calidad, riesgo y provocación sino también en la distribución de éstas a lo largo de todo el Estado español: no hay mejor antídoto contra el provincianismo que abrir fronteras en un mundo occidental cada vez más globalizado.

De este modo, la novela “B” supone la primera entrega de esta entusiasta editorial dentro de su colección El Legado del Barón, epígrafe que ya indica un claro homenaje a la figura de Ítalo Calvino y su afán europeísta. Si una noche de invierno, un viajero interrumpiera su diario devenir para internarse en las páginas de este libro, seguro que encontraría una edición muy agradable a la vista y una portada sobria pero moderna, cosa que se agradece.

Comienza uno adentrándose en sus páginas a través  del eficaz prólogo de Mada Martínez, el cual nos avanza algunos de los guiños que más tarde encontraremos en el texto: hibridismo, fragmentación y gusto por lo grotesco. Lo cierto es que si hay algo que merece la pena destacar de este libro es su estructura discursiva que, siguiendo lejanos ecos postmodernistas de Foster Wallace, Palahniuk o el primer Loriga, presenta toda una serie de escenas en forma de flash- back o flash-forward que trasladan al lector desde los márgenes hasta el centro de la historia o viceversa y que sirven, además, para ir caracterizando gradualmente a los diversos personajes que entran y salen en la trama. Hay que reseñar aquí las escenas impactantes de la cabeza de mujer hallada al azar en una solitaria carretera o el feto de bebé malogrado dentro un bolso, dignas de figurar en cualquier guión de los hermanos Cohen o del imprevisible David Lynch. Aunque quizá también haya que decir, más allá de estos secundarios desasosiegos, que lo principal de la trama en esta novela acaba siendo la construcción de la propia identidad del narrador, encarnado en esa enigmática “B” y, por ende, en la función del escritor como alter ego (a veces omnisciente, a veces caótico) del protagonista.

En cuanto al estilo, podemos comentar que es una novela de lectura fluida cuyos mayores hallazgos se encuentran en los símiles, metáforas y pinceladas líricas que el buen poeta que es Santamaría distribuye a lo largo del libro, bien como nexos de unión entre las diversas escenas o quizá como escalones en la búsqueda que todo escritor siempre hace para sí respecto a su existencia y el significado de su propia escritura. En definitiva, podemos concluir diciendo que “B” es una loable opera prima narrativa que enlaza nuestra producción novelística con las corrientes más actuales de un género cada vez más híbrido que lleva ya tiempo combinando guiños cinematográficos, poesía, lenguaje periodístico, o retazos de novela negra.

En el fondo, nuestra enfermedad como lectores críticos es eso: intentar desvelar los signos que hoy marcan el aire de los tiempos.

Carlos Ealo

En ‘El Confidencial’

 

El Confidencial ha publicado una reseña sobre nuestro, y de Alberto Santamaría, libro ‘B’, de lo cual estamos encantados. Os invitamos a leerla.

http://www.elconfidencial.com/libros/alberto-santamaria-b-ediciones-desvelo-20100107.html

En ‘Afterpost’

 

La revista digital Afterpost ha publicada una amplia reseña de ‘B’, la cual nos permitimos reproducir íntegra.

¿Y quién no necesita B?; a propósito de “B”, Alberto Santamaría

La historia es sencilla: un hombre habla/cuenta/relata/muestra una serie de hechos delante de una cámara, ayudándose casi exclusivamente de su memoria. Éstos nos suscitan muchas preguntas, ¿Quién es?, ¿Quién es B?, ¿Por qué…?, ¿Cómo…?, ¿Cuándo…? Afortunadamente este libro no contiene las respuestas, ya que de lo contrario seguiría la estela de tantísimos textos que en nuestros tiempos continúan abusando de modelos medievales, renacentistas, o barrocos, basándose en el enigma y desprendiendo moralidad. Sobra decir que en B no encontramos ni una cosa ni la otra, solo una obra literaria de altura.

TRABAJOS DE PERCEPCIÓNUna de las particularidades de este libro reside en la capacidad imaginativa del narrador y en el uso que, al servicio de ésta, se hace de la memoria -en lugar de ser una simple herramienta arqueológica-. El proceso perceptivo se sitúa aquí justo en el momento en el que el narrador está delante de la cámara y nunca se traslada a los momentos previos, a aquellos que generaron la imagen en la memoria. De esta manera lo que se produce son siempre imágenes nuevas y no reconstrucciones de otras preexistentes. Así, el momento de la narración es el único que nos ocupa, aparcando el resto de imágenes, que permanecen en la memoria esperando a tomar forma. Karl Wallenda, uno de los personajes a los que alude el narrador, dice: “estar en la cuerda floja es vivir, todo lo demás es esperar”.Y ahora, esta misma sentencia podría ser aplicada a las imágenes que surgen de la memoria, en tanto que materia, para volver a vivir. Nacen, una vez más, para conformar un nuevo territorio, un nuevo paisaje que necesita ser observado como único. Charles Wright decía que es imposible mirar dos veces el mismo paisaje, que a pesar de que las frutas sean de temporada, solo podemos verlas en un instante determinado. Y es que hay bastante diferencia entre recordar y traer al presente, pues son dos trabajos sensiblemente diversos. Por eso el sistema perceptivo acaba por imponerse, haciendo que cada nueva imagen-paisaje siga un proceso común: desde la individualización de los bordes, pasando por la agrupación de las formas geométricas y su estructuración, hasta una representación estructural particular y su consiguiente comparación con el repertorio mental de representaciones donde es reconocido como objeto real. Ya después aparecerán y se diferenciarán las características que lo identifican como objeto-paisaje único. Con este sistema lo que se pone de manifiesto es la capacidad de cada fragmento para erigirse como un todo, además de dotar a la obra de una estructura, generada gracias a la repetición del proceso. Lo importante, como sentencia uno de los personajes sería “el hecho de que estuviese ahí, en ese instante, junto a él y para él. Lo demás, piensa, son historias”Este trabajo perceptivo es llevado hasta sus últimas consecuencias, en las que naturalmente la memoria tiene mucho que decir. Incluso, en los momentos en que pudiera parecer que está siendo descartado, también se pone en práctica: “La luz del verano, ese extraño sol que aparece en el norte a ráfagas, hace brillar intermitente y aleatoriamente algunas de sus partes como si lanzasen pequeños mensajes en morse o en algún extraño idioma inventado para despistar al enemigo, indescifrables y brillantes siempre al ojo humano” . El proceso es el mismo que el descrito anteriormente, en este caso, llegando a la posibilidad más abstracta de todas, que sería la constatación de un lenguaje diverso, ubicado junto al resto en situación de armonía.LAS MÁQUINAS DEL SENTIDOLa modelización llevada a cabo por el narrador sería equiparable en muchos aspectos a la desarrollada por la cámara de video. Ambos elaboran sus productos sin un sentido general anterior, se sirven del fragmento y no poseen la necesidad de adecuarse a una idea de conjunto. Consiguen registrar lo que pasa por delante, sin elegir, fijando imágenes. Así, en este texto, diríamos que el impulso del sentido se volcaría en cada fragmento, dejando la labor de generar un sentido (o muchos) al lector. Esto nos llevaría a hablar de todas las derivas potenciales de la obra, pero ahora no nos interesa eso; lo importante de todo ello es el nuevo binomio de necesidad que se genera entre el fragmento y el conjunto que forma la obra, entre la cámara y el narrador, entre las historias y su forma. Así, el personaje B que surge de la cita de Warhol “Me despierto y llamo a B. B es cualquiera que me ayude a matar el tiempo. B es cualquiera y yo no soy nadie. B y yo. Necesito a B porque no puedo estar solo” podría ser cualquier reverso imaginable o por imaginar. O bien podría ser que todo sea literatura y que haya algún lector que se lo esté creyendo… sí, B eres tú, o yo, o todos nosotros.

Entonces, la memoria del narrador no eclipsaría el sentido de la historia con su pasado, sino que se erigiría como proveedora de recursos, que ahora son utilizados en la nueva forma regida por el azar. Una manera de proceder similar a la de una cámara de video puesta en plena calle; podemos predecir lo que pasará por delante durante un periodo de tiempo determinado, pero el resultado de conjuntar la memoria y la grabación es totalmente azaroso en la nueva conceptualización: “El azar no es lo opuesto al orden, no es una respuesta a la casualidad. El azar es lo que aún no ha empezado. El azar no es exactamente el caos ya que dentro del caos existe una posibilidad de orden. El azar, sin embargo, es el principio, es la imposibilidad misma de un orden, es la nada. El azar es no desear que exista un orden.”

LO QUE QUIERES OIRDe este modo encontramos un hilo conductor, muy fino, apenas presente pero que sin embargo puede otorgar al relato un breve punto de unión. Se trata de la interpelación del narrador preguntando o preguntándose a sí mismo “¿Éste sería un buen resumen de lo que quieres oír?”; “¿Era esto lo que hoy querías oír?” Acaba por ser un indicador del virus de sentido que persigue al narrador y, en otro orden, al lector. Mediante la interpelación se procura atar cabos, recordando al lector que debe construir su historia. El propio narrador duda de su proceso, por ello necesita el punto de apoyo, porque detrás de la cámara no hay nadie, solo él, que ni siquiera percibe cómo está quedando, ni cómo está siendo registrado. Probablemente, por su cabeza esté pasando la idea de que después verá el video (lo leerá en el otro plano mencionado) y que será ese el momento en el que cree el nuevo sentido, -seguramente ese general que no posee el relato-. Pero no debemos olvidar que está trabajando el detalle y debemos pensar también en la cámara. La ubicación de la cámara no es un acontecimiento accidental, estaba allí antes que el narrador. En este caso él sería B, el contrapunto a la máquina. O bien, esta interpelación al tú podría interpretarse como la puesta a prueba del binomio lector-narrador y no lector-obra, como habitualmente ocurre y se da por descontado. Por todo ello, el texto termina con la frase “Háblame de ti”, otorgándole al tú el protagonismo que ha acaparado durante todo el relato.LA MUERTE DE LA IMAGENLa estrecha relación con la muerte que mantienen todos los personajes del texto es lo que sustenta a su vez a las imágenes de las que hablábamos anteriormente. En el desarrollo de éstas está presente su muerte y, al igual que nos ocurre a nosotros, las imágenes apenas tienen tiempo de re-conocerse. De ahí lo paradójico de atribuir un sentido, ya no solo único, sino permanente a las cosas: “algo parecido a despertar en medio de una película. Todo parece tener un sentido a tu alrededor, todo parece ajustarse a un guión, todo parece saber qué hacer, pero ¿y tú?”.Más que de la muerte de la imagen habría que hablar de la muerte de lo fijo, ya que ni siquiera la muerte acaba por tener un espacio, un signo, una lectura. Aunque, como es de esperar, con ello no se pretende defender la muerte del significado, sino solo de lo estático: “Lo importante de la huida no es la desaparición en si misma, es decir, el fin del relato, sino al contrario: el estado permanente de la huida. No es el estado de desaparecido sino el proceso de desaparecer lo que se busca”PABLO LÓPEZ-CARBALLO

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