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‘Delirium furibundum sive furiosum’ o el amargo final de Maria Leitner en Marsella

Maria Leitner
Maria Leitner

Budapest, Estocolmo, Viena, Berlín, Moscú, Norteamérica, el Caribe, Ciudad del Cabo, Praga, París, Marsella fueron algunos de los destinos de la reportera y novelista Maria Leitner, una pionera del periodismo undercover nacida en los vastos territorios de la Monarquía Austrohúngara, en concreto en Varaždin (hoy Croacia).

Su salida de Hungría en 1919 y la obtención de un pasaporte austriaco ese mismo año marcarán el inicio de una vida en continuo viaje… (hoy, quizá, diríamos de una existencia transnacional, ¿una identidad móvil?, ¿una identidad transitoria?) sobre la que, aún son muchas las etapas y circunstancias que siguen sin ser esclarecidas.

En 1896, la familia Leitner, de condición, en parte, judía aunque no practicante, se trasladó a Budapest; siendo el alemán y el húngaro las lenguas de uso cotidiano en el entorno familiar. Entre 1902 y 1910, Maria completó su educación secundaria con cursos de taquigrafía, inglés y francés. Ante la imposibilidad de continuar estudios superiores en Hungría vive en Suiza de 1910 a 1913. Se desconoce en qué universidad se matriculó y qué estudios cursó. Tampoco es posible asegurar que realmente residiese en la Confederación Helvética. Algunas fuentes apuntan a que en Viena inició estudios en Historia del Arte, que continuaría en Berlín donde realizó sus primeras prácticas en la editorial y galería del marchante de arte Paul Cassirer. En esta época escribe sus primeros artículos periodísticos y, al estallar la I Guerra Mundial, es enviada a la neutral Suecia en calidad de corresponsal.

De vuelta a Budapest fue colaboradora en la redacción del periódico Az Est y perteneció al círculo de la vanguardia literaria en torno a las revistas Nyugat y Ma. Está ampliamente documentado el compromiso de los tres hermanos Leitner (Max, 1892-1942?, y Johann, 1895-1925, que adoptaría el pseudónimo de János Lékai y posteriormente en América el de John Lassen) con el Círculo Galilei (Galilei Kór) que reunía a estudiantes revolucionarios y jóvenes artistas hacia finales de la Guerra, y cuyos miembros tendrían una influencia decisiva en la República Soviética Húngara fundada en 1919. Max y Johann participaron activamente en el movimiento comunista húngaro. En cuanto a Maria, hasta hoy no es posible saber a ciencia cierta hasta dónde llegó su compromiso político, o sobre sus actividades en este sentido durante la primera mitad de los años 20; los datos fidedignos son muy escasos.

Tras la contrarrevolución que derribó al gobierno comunista de Béla Kunn, los tres hermanos se vieron obligados a huir de Hungría. Maria Leitner, a finales de 1919, ya se encuentra en Viena. Al ser ciudadanos germanoparlantes del desaparecido Imperio Austrohúngaro se les concede a los hermanos pasaportes austriacos, pero se desconoce el motivo por el que ella presenta datos falsos ante las autoridades. Afirma haber nacido no el 19 enero 1892, sino el 22 de diciembre 1893, y declara que su religión es la católica romana. A comienzos de 1920 llega a Berlín, ahora como exiliada política. Inmediatamente comienza a traducir para la editorial de la recién fundada Internacional Juvenil Comunista y reanuda su actividad en los medios periodísticos. En aquel mismo año conoce a Willi Münzenberg en el II Congreso Mundial de la Internacional Comunista, celebrado en Moscú, al que asiste en calidad de delegada de la Internacional Comunista de la Juventud (posiblemente representando a su hermano). Probablemente Münzenberg la introdujera en la editorial de la Internacional Juvenil Comunista. Desde Berlín realiza traducciones del inglés al alemán; y del inglés al húngaro para su hermano János, que desde 1922 reside en América y es redactor del único periódico comunista para la población húngara en los EE. UU. Algunos indicios apuntan que también colaboró para otros medios periodísticos de izquierda en lengua alemana, como el New Yorker Volkszeitung. En julio de 1924 aparece registrada en un hotel de Viena como: «soltera, funcionaria húngara, domiciliada en Berlín». A partir de 1925 trabaja para el gran imperio mediático berlinés Ullstein, que la enviaría a América, y sus reportajes comienzan a ser habituales en el semanario ilustrado de más éxito en Alemania (Berliner Illustrierte Zeitung), también en la revista Uhu y en el diario Tempo. En 1928 es publicado un reportaje titulado Ciudad del Cabo, la Perla de África, pero se desconoce si realmente viajó al sur del continente africano.

Su primera novela se publica, por entregas, en 1929, Grano de arena en la tormenta (Sandkorn im Sturm). Al año siguiente, la autora ingresa en la Unión de Escritores Proletario-Revolucionarios, estableciendo a partir de entonces un estrecho contacto con Anna Seghers. También publica en ese mismo año la novela-reportaje Hotel América que, junto con algunos de sus artículos recopilados en el libro Una mujer viaja por el mundo (Eine Frau reist durch die Welt, 1932), le reportan una mayor fama. Sus artículos y novelas pronto son traducidos al polaco, ruso y húngaro. (Hotel América ha sido publicada en esta editorial en 2016 traducida al castellano).

Hotel América.

En 1933, los libros de Maria Leitner fueron prohibidos. La llamada Acción contra el espíritu antialemán, iniciada ese mismo año, colocó sus obras en aquella primera lista negra que contenía las obras de 130 autores que inmediatamente desaparecieron de las bibliotecas, amén de los aproximadamente 10 000 libros quemados en Berlín y otras 21 ciudades alemanas, el 10 de mayo de 1933. Maria Leitner comprendió que una vez más en su vida debía huir. Volver a la Hungría de Horthy le estaba vetado, solo le quedaba el exilio (Viena, los Sudetes, Praga, el Sarre y Francia). Gracias a su pasaporte austriaco pudo, durante algún tiempo, realizar esporádicos viajes a Alemania, aunque sumamente arriesgados, y así seguir documentando el transcurrir de la vida alemana bajo el régimen nacionalsocialista; y también desmentir la falsa propaganda oficial. Se desconoce si tenía contactos que le ayudaran en estos viajes ilegales, si trabajaba para alguna organización de la Resistencia o de qué modo fueron financiados. Ahora sus reportajes se publicaban en Praga, en Moscú, en los diarios de los exiliados alemanes en Francia (Pariser Tagesblatt /Pariser Tageszeitung) y en otros periódicos antifascistas (Vendredi, Regards); y casi siempre de forma anónima. Estos textos aportaron informaciones esenciales en el extranjero sobre lo que en realidad estaba ocurriendo en la Alemania nazi. También en 1937, la publicación por entregas de la novela Elisabeth, una muchacha hitleriana (Elisabeth, ein Hitlermädchen) quiso ser un documento novelado de la juventud alemana, a la vez que una parodia y contrapunto a la novela juvenil de Helga Knöpke-Jost de 1933 Ulla, una chica hitleriana (Ulla, ein Hitlermädel), ampliamente difundida y promocionada desde el régimen.

Sus años de exilio en París estuvieron marcados por la penuria económica y la enfermedad. Anna Seghers y Oskar Maria Graf solicitaron al American Guild for Cultural Freedom algún tipo de ayuda para paliar la miseria en la que se encontraba la escritora y reportera.

A raíz del armisticio entre Francia y Alemania en junio de 1940, la ya más que precaria situación de Leitner se agudizó al ser detenida e internada en el Camp de Gurs

No obstante, consiguió escapar y permaneció oculta algún tiempo en Toulouse. En la primavera de 1941 fue vista por última vez por Anna Seghers y Alexander Abusch en Marsella, el último puerto internacional libre francés. Estaba esperando un visado que le permitiera la entrada en los EE. UU. Durante décadas se barajó la posibilidad de que hubiera pasado a formar parte de las filas de la Resistencia belga o francesa. Solo investigaciones recientes (2010) han podido reconstruir qué fue de Maria Leitner.

Tras una larga espera intentando conseguir un visado que no acababa de llegar, sufrió en el primer trimestre de 1942 un delirium furibundum sive furiosum al saber que le habían denegado el visado. Murió el 14 de marzo de 1942 en un centro psiquiátrico de Marsella.

Son diferentes las especulaciones que han intentado explicar por qué los EE. UU. le denegaron el visado. Algunas apuntan a cuestiones ideológicas, otras al hecho de que su solicitud fue registrada en la llamada cuota húngara; y dado que las autoridades de inmigración estadounidenses no consideraban Hungría un país especialmente amenazado por el régimen nacionalsocialista, ello justificaría que le negasen el visado.

Egon Erwin Kisch respondía a la pregunta sobre cómo había logrado salir con éxito de tantas peripecias a lo largo de su vida con la siguiente respuesta: «Nací en Praga, soy checo, soy alemán, soy judío, soy comunista, vengo de buena familia; algo de esto me ha ayudado siempre.» Sobre Maria Leitner se podría afirmar: nació en Varaždin, una localidad entonces parte de la Transleithania en el Imperio Austrohúngaro, después yugoslava y más tarde croata; era húngara, era austriaca, era medio judía aunque se confesó católica, no perteneció a ningún partido, aunque sus simpatías socialistas eran manifiestas, venía de buena familia; pero nada de ello la ayudó. 

Olga García, del prólogo de ‘Una mujer viaje por el mundo’.
Una mujer viaja por el mundo.
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